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- 29/10/2023 00:00
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Para conocer el verdadero desarrollo histórico del Movimiento Inquilinario, nos remontamos a los orígenes del problema, es decir, cuando estaba en su embrión, por la acción crítica y opresiva del Gobierno Centralista de la Gran Colombia. Pasamos a señalar cómo las ciudades de Panamá y Colón resultaron ser sitios de tránsito, por ser las ciudades terminales de la ruta transístmica.
Viajando en la historia, la navegación a vapor, durante la década de 1835 a 1845, alcanzó un amplio desarrollo y posteriormente con el descubrimiento del oro en California, se originó una fuerte corriente migratoria hacia este lugar y, en consecuencia, se intensificó el tránsito a través de nuestro istmo. Desde el punto de vista económico y político, fue de gran importancia el establecimiento del ferrocarril transístmico, que originó la aparición de una nueva ciudad, el Puerto de Colón. Esto dio por resultado el desplazamiento de la mano de obra, anteriormente ocupada en actividades agrícolas, pecuarias y de minería.
Con la apertura de estas obras del ferrocarril transístmico en 1849, se inició a la par una corriente migratoria desproporcionada hacia la nación panameña, quienes lograron establecerse por la demanda de jornaleros en la construcción del canal por los franceses. Atraídos por la riqueza, por las facilidades de vida, chinos y antillanos se establecieron en las ciudades de Panamá y Colón.
Frente a estas perspectivas de trabajo que se vislumbraban en las obras del canal por la Compañía Francesa que iniciaban en 1881, los capitalistas aprovecharon la situación e iniciaron las construcciones de casas de madera, con numerosos cuartos, para ser arrendados por los visitantes y empleados de la nueva obra de ingeniería.
La situación de los arrendatarios era deprimente, como consecuencia de la insalubridad y la escasa comodidad que ofrecían los inmuebles de arrendamiento. Para esa época, el Istmo se encontraba frente a dos situaciones: por una parte, el descontento de la burguesía que aspiraba liberarse política y económicamente del Estado colombiano, buscando las oportunidades positivas que le permitieran la tenencia libre de la propiedad; por otra parte, la influencia que ejercían las compañías del Canal y del Ferrocarril en todas las esferas sociales, industriales y comerciales del país.
Surge así, nuevamente, la afluencia de trabajadores de distintas nacionalidades, que se dirigen hacia las ciudades terminales de Panamá y Colón, atraídos por la continuación de la obra canalera. Por consiguiente, llegaron españoles, italianos, griegos, colombianos y antillanos.
Bajo estas circunstancias, los caseros velando por sus intereses, actuaron de manera explotadora e inconsecuente con los arrendatarios de sus propiedades, muchas de las cuales se encontraban en condiciones desastrosas.
A partir de este momento, los inquilinos desesperados y desilusionados afrontaron el problema de la siguiente manera: presentaron sus reclamos a los dirigentes de la nueva República, o sea, se dirigieron a los miembros de la clase burguesa, esa clase social que había logrado arribar
al poder en defensa de sus intereses y beneficios. Estas primeras quejas de los inquilinos no fueron escuchadas. Se suma la crisis económica que se agudizaba en nuestras clases populares. Es en este
momento, cuando surge la radicalización del problema inquilinario panameño.
Antes de continuar con la trayectoria del movimiento inquilinario y la realización de sus hechos, es necesario presentar los inicios de las distintas organizaciones que surgieron ante los diferentes problemas que se presentaban.
De igual manera, explicar la forma cómo el pueblo panameño fue tomando conciencia para lograr una organización unitaria que se llamó “Liga Inquilinaria y de Subsistencia de Panamá”. En ella participaron obreros de todas las ramas, grupos de hombres desocupados, jóvenes de los barrios populares, amas de casa, campesinos de la zona metropolitana, profesionales e intelectuales progresistas. Esta organización proyectaba la solución al desempleo, a la falta de vivienda, al alto costo de la vida, los bajos salarios, igualmente contra la clase social seguidora de la ideología “Liberal”, que practicaban los funcionarios del Gobierno del presidente Rodolfo Chiari.
A fines de 1924 se formó la organización obrera denominada “Sindicato General de Trabajadores (S.G.T.)”, su objetivo medular era luchar por la rebaja de los alquileres y mejorar las condiciones de los inquilinos, a la vez lograr la rebaja del costo de la vida.
Posteriormente, se aprobó ante el presidente Chiari, la naturaleza pacífica del movimiento inquilinario, ya que hasta ese momento no se había producido ningún brote violento. Se manifestó la naturaleza social y económica del Sindicato de Trabajadores que es indiferente a la política.
De esta manera, acordaron la huelga de no-pago, con el fin de convencer a todos los inquilinos del no-pago a los caseros oligarcas, lo que trajo como resultado que se dieran desórdenes en la ciudad capital, por lo que el presidente Chiari se dispuso a sofocar el movimiento.
La Huelga de “no-pago” de alquileres se inició el 1 de octubre en Panamá y el 9 del mismo mes en Colón. Los inquilinos consideraron a esta huelga de carácter pacífico o de “resistencia pasiva”; como la llamaron los inquilinos.
El 6 de octubre, el alcalde del Distrito de Panamá, Don Mario Galindo, comunicó a la Liga de Inquilinos la prohibición de las reuniones y mítines. La respuesta de la Liga indicaba el rechazo del mensaje alcaldicio, señalando la ilegalidad de esta prohibición, ya que privaba a los asociados de los derechos constitucionales de todo pueblo civilizado. Los inquilinos consideraron que todas sus actuaciones estaban respaldadas por la Constitución y las Leyes de la República.
En el momento que el movimiento popular desencadenó en una verdadera rebelión, nuestro gobierno se anticipó a solicitar la cooperación de la policía militar de la Zona del Canal.
Hemos tratado de presentar una síntesis de los hechos que se dieron el sábado 10 de octubre de 1925, resaltando el poder de un pueblo unido dispuesto a luchar en contra de la clase que se encontraba en el poder y que no tomaba en cuenta las condiciones económicas por las cuales atravesaba el país.
Consideramos que este evento histórico, es de gran trascendencia nacional y, por lo tanto, con rico contenido de hechos históricos que deben ser conocidos por todos los panameños, en un primer lugar, porque fue un capítulo crucial en la historia de la lucha por un acceso equitativo a la vivienda siendo este un problema persistente en la historia de Panamá; y en un segundo lugar, porque nos recuerda que la unión en la adversidad puede lograr cambios significativos en beneficio de nuestro país, Panamá., tal cual como lo estamos viviendo en el presente a pesar que han pasado
décadas, continúa la lucha del pueblo contra el poder.
La autora es Doctora en Filosofía y Letras.