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35 años de dolor: la búsqueda de Alejandro Hubbard finaliza
- 26/01/2025 00:00
- 25/01/2025 16:42
Tras 35 años, finalmente terminó la búsqueda exhaustiva de la familia Hubbard Torrero. Los restos de Alejandro Antonio, su hijo mayor, lograron ser identificados después de décadas de permanecer en la fosa 90 BIS en el Cementerio Jardín de Paz.
Un vestido lila con flores, algo de dinero en efectivo y un beso de despedida fueron el último regalo que la madre de Hubbard recibió para el Día de la Madre, pocos días después de la celebración en Panamá.
Esa fecha, el 19 de diciembre, marcó la última vez que vería a su hijo, según relató el hermano menor de la víctima, Juan Carlos Rodríguez Torrero, a ‘La Decana’.
Para ese entonces, Hubbard tenía unos 24 años y estudiaba para ser abogado en la Universidad de Panamá (UP). El 20 de diciembre, salió de fiesta con unos amigos al ser invitado a la Casa del Periodista.
Otro grupo de personas se acercó a él y a sus amigos, invitándolos a otra fiesta en El Chorrillo, a lo que éste respondió que iría para luego volver a la Casa del Periodista, sin saber que no regresaría.
”Su mejor amigo le dijo: ‘Alejandro, no te vayas, quédate con nosotros, no tienes nada que hacer allá’ y mi hermano dijo: ‘No, yo voy y regreso’. Se montó en otro auto y en ese carro fueron atacados por una tanqueta del ejército de los Estados Unidos en el cruce de El Chorrillo”, contó Rodríguez, siendo esto lo último que se sabe de Hubbard.
De acuerdo al hermano menor de la víctima, no es hasta el 23 de diciembre que baja la intensidad de los ataques por parte de los norteamericanos, lo que su madre aprovechó para buscar a Hubbard en las morgues y fosas comunes sin éxito.
”En la noche yo sentía el olor de putrefacción en las ropas de mis familiares. No solo en el mes de diciembre, también en enero, porque llamaban a los familiares para buscar los restos en las fosas comunes”, señaló Rodríguez.
Entre los familiares de Hubbard se cosechaba el luto y el dolor. Sus padres y hermanos tuvieron que ver cientos de cadáveres con el fin de encontrarlo. “Todavía en febrero yo pensaba: ‘va a aparecer mi hermano para mi cumpleaños el 2 de febrero’, después se me hizo más difícil y preguntaba quien se había llevado a mi hermano”, explicó.
Rodríguez todavía era un niño cuando sucedieron estos eventos, sin embargo, recuerda con claridad la angustia de sus padres.
Estos fallecieron en 2022, tras dedicar sus vidas a intentar encontrar a su hijo, mientras que sus esfuerzos fueron relevados por Rodríguez, quien siguió la búsqueda de los restos de su hermano mayor, los cuales fueron identificados hace algunos días atrás.
De acuerdo con un comunicado de Comisión 20 de diciembre de 1989, por medio de una asistencia legal internacional fue recibido el resultado, procedente de Guatemala, donde la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), realizó el análisis genético, el cual coincidió con el ADN de Hubbard.
Por su parte, el Ministerio Público así como el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Panamá realizan los protocolos necesarios para una entrega digna a sus familiares, quienes ya han sido informados del hallazgo.
La Estrella de Panamá conversó con Juan Carlos Rodríguez Torrero para el especial “Memoria y Justicia” de 2022, donde relató la tragedia que su familia ha enfrentado tras años de incertidumbre sobre el paradero de Hubbard.
La búsqueda se convirtió en un esfuerzo solitario, marcado por la ausencia de apoyo por parte del Estado panameño hacia las víctimas.
Definitivamente, la invasión estadounidense a Panamá marcó un punto de inflexión en la historia del país. Este evento no solo puso fin a más de dos décadas de gobiernos militares en el istmo, culminando con el derrocamiento del régimen liderado por Manuel Antonio Noriega, sino que también tuvo un costo humano con una cantidad de víctimas que sigue sin ser certero.
Hasta el momento se conoce la existencia de 441 personas que fallecieron en este incidente, y de estas solo de 232 se han encontrado restos, de acuerdo a información de la Comisión 20 de diciembre de 1989.
El saldo humanitario y social de la invasión elevado. Los bombardeos y enfrentamientos causaron la muerte de cientos de personas, incluyendo civiles, y la destrucción de barrios como El Chorrillo, que quedó prácticamente en ruinas, mientras que miles de familias quedaron desplazadas.
Este dolor colectivo ha generado un llamado constante a la memoria histórica, el reconocimiento de las víctimas y la justicia.
Desde una perspectiva económica, la invasión dejó severos daños a la infraestructura, pero también impulsó una reorganización bajo un gobierno civil. Además, reforzó la percepción de la influencia de Estados Unidos sobre Panamá, especialmente en el contexto del Canal de Panamá, cuya soberanía fue transferida finalmente al país el 31 de diciembre de 1999.
El 20 de diciembre fue declarado día de duelo nacional, un recordatorio de los efectos devastadores del conflicto. La sociedad panameña continúa reflexionando sobre este evento, que no solo puso fin a una dictadura, sino que también dejó profundas cicatrices y lecciones sobre democracia, soberanía y memoria colectiva.