Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 03/04/2019 02:00
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José Muñoz Molina, el presidente del partido Alianza, jamás olvidó aquella noche que llevaron de urgencia a su padre, José Muñoz, al hospital Santo Tomás. El mecánico que le enseñó a reparar autos sufría un infarto. El diputado tenía unos 11 años. Era 1963. Vivía en los pueblos que se construyeron improvisadamente después del Aeropuerto de Tocumen con su madre, Ángela Molina, sus dos hermanas, y este hombre que, además de cosechar arroz y de poner a andar carros viejos, tenía un aserrío para procesar caoba. A la una de la tarde del día siguiente, José Muñoz, desesperado, se arrancaría los aparatos que le daban respiración y fallecería frente a su familia. ‘Eso —dice su hijo, cinco décadas después— no se lo deseo a nadie'.
Son estos callejones que esta noche están vacíos, pequeños, oscuros, vigilados desde recámaras a medio construir, donde mueren los sufridos —término que utilizan en algunos guetos de Panamá para referirse a ellos mismos de forma perfecta—. Los caminos que conducen a la casa también conducen al final. ‘No subestimes al silencio', dice mi acompañante. Atravesamos la frontera de dos sectores que disputaron una de las peleas entre pandillas más violentas que recuerdan aquí. Las luces están apagadas, algunos faros brillan, perros amenazan con mordernos. Mi acompañante toma una enorme piedra. ‘Que no me jodan —dice— que se la estrello en la cabeza'. Seguimos. Al final del callejón resalta un muro recién pintado de blanco. Al acercarnos, se puede leer: José Muñoz. Diputado 8-10.
‘Todos estos juguetes los compró por internet, como también toda la colección de disfraces de personajes de Disney que usa para que los niños se tomen fotos. Estas ideas las aprendió en unas vacaciones con sus hijos en Estados Unidos. ‘Si yo he tenido la oportunidad —dice—, por qué no puede tenerla alguien que no pueda ir a Disney World”
José Muñoz Molina, el entonces niño de Cabras, en Pacora, que no tenía juguetes, acaba de salir de una reunión con el candidato presidencial, Rómulo Roux, en un edificio donde opera la BMW en una de las áreas más ricas de Panamá: Costa del Este. Hace una hora mataron a su amigo Fidel Álvarez, un candidato a representante en Pedregal por la libre postulación que organizaba desfiles de Navidad para los niños de estos barrios, en una balacera en un campo de fútbol. Muñoz, un profesional de la plomería, se levantó a las cinco de la madrugada, y un amigo lo llevó a la reunión política. Además de representar a los sufridos, es uno de los responsables de la estrategia del partido Cambio Democrático para regresar al poder. Fue Muñoz quien decidió con Roux que Luis Casís, un camarógrafo de un canal de televisión, fuera su vicepresidente. ‘La gran mayoría del elector —dice Muñoz— de los 2.8 millones de personas que les toca votar, les garantizo que más de 2 millones son del pueblo'. Y Casís, el joven sin mayor formación académica como Muñoz, que caminaba parte de Panamá recogiendo dinero en una carretilla para operar a jóvenes que no tenían cómo operarse, terminó de candidato a vicepresidente. ‘Yo creo que el pueblo ahora sí puede decir: ahora sí estoy representado'.
Con el golpe de Estado de 1968, en Tocumen surgieron asentamientos populares, la mayoría de familias del interior de Panamá. La construcción del aeropuerto internacional, el desarrollo de obras deportivas para situar al país como protagonista de eventos regionales, concluyeron en organizaciones comunitarias, primero de latas, algunas de tablas, luego de paredes de cemento, distribuidas en una llanura de forma desordenada y apiñada, detrás de la terminal de aviones. Las invasiones nunca pararon. La 24 de Diciembre —según dicen— lleva su nombre por una ocupación sucedida en la Navidad de 1978. A este lugar no solo llegaron hijos de campesinos, llegaron los que perdieron todo en la invasión, los que no tenían dónde vivir, las nuevas familias que podrían costear una casa pequeña, gente de Curundú, de Juan Díaz. Hoy día llegan venezolanos.
El Técnico Jeptha Duncan de la 24 de Diciembre, según el Tribunal Electoral, es el segundo centro de votación más grande a nivel nacional para estas elecciones. Aquí están registradas 16,115 personas. La escuela Ricardo J. Alfaro de Tocumen ocuparía el primer lugar, con 20,232 electores.
En esta escuela estudió José Muñoz Molina. Con la muerte de José Muñoz, la situación se agravó. Su madre planchó miles de bultos de ropa y él trabajó con un padrino plomero. ‘Me daban cinco dólares por semana —dice Muñoz—, y esos cinco dólares se los daba a mi mamá, y con esos cinco dólares comíamos'. Antes de construir la ‘dinastía' Muñoz —su familia representa el poder político desde 1984— trabajó la plomería en la construcción del velódromo, en los proyectos de renovación urbana en Colón, en la casa del expresidente Ernesto Pérez Balladares, trabajó en la construcción de la Piscina Patria. ‘He hecho miles de piscinas en este país.' Una de ellas está en Tocumen, en un centro recreativo que se construyó para que no tengas que pagar para celebrar un cumpleaños a tu hijo. El lugar tiene un gimnasio, un salón para eventos y un parque de atracciones, con carritos chocones y una rueda de la fortuna que no está funcionando. Tiene otro parque infantil con carrusel en Mañanitas, que tampoco se utiliza desde abril del año pasado, cuando un gusanito mecánico de una pequeña montaña rusa instalada en Penonomé, Coclé, se descarriló y asesinó a una niña de 13 años que iba sentada en el aparato que nos hace reír cuando vamos a las ferias. Muñoz también tiene 22 globos gigantes, donde monta niños en las tardes y los fines de semanas. Todos estos juguetes los compró por internet, como también toda la colección de disfraces de personajes de Disney que usa para que los niños se tomen fotos. Estas ideas, las aprendió en unas vacaciones con sus hijos en Estados Unidos. ‘Yo nunca tuve esos juegos, por eso para mí es una gran satisfacción'. Y agrega: ‘Si yo he tenido la oportunidad —dice—, por qué no puede tenerla alguien que no pueda ir a Disney World'.
Hace menos de una década en el sector 1 y el sector 2 de la 24 de Diciembre, en Tocumen, se mataron sus jóvenes. La disputa territorial por el tráfico de drogas terminó en numerosas tragedias. ‘Ito', Rafael Eusebio Sáenz, uno de los hombres —según nuestras autoridades— más peligrosos de este país, que está encarcelado en una isla, perdió a su padre en estos callejones. También perdió a su joven esposa embarazada. ‘Ito' respondió con ataques a la policía que mató a su amante. ‘Ito' mató al asesino de su padre. ‘Ito' fue capturado, recapturado, recibió atentados en la cárcel. En este lugar por donde caminamos, la guerra de ‘Ito' y sus pares, se extendió a los amigos del barrio que crecían juntos y que luego terminaban en cualquiera de los dos bandos y que finalmente se mataban entre ellos. Mi acompañante recuerda 13 muertos. En el corazón de estos sectores se ubica la escuela comunitaria 24 de Diciembre. María Arosemena dirige esta pequeña fortaleza desde 1983. Empezó con 24 estudiantes, hoy tiene más de 200. Todos hijos de padres que no quieren que sus hijos sean pandilleros. María Arosemena, que construyó esta escuela porque no había un lugar para estudiar, les enseña que sus cuerpos son prohibidos para otros, a reconocer a los empresarios del crimen, a aceptar que no tienen familias de padre y madre, a no tenerle miedo a la policía; a los padres les dice que tienen que estar con ellos. Los protege hasta concluir su primaria. Luego sus padres intentarán, en otros colegios, que sus hijos no terminen como ‘Ito'. Esta escuela referencia para corregir la criminalidad entre los jóvenes no recibe apoyo de ninguna autoridad, entre esos, José Muñoz Molina, que buscará su ‘última' reelección como diputado y representante de Tocumen. ‘Una vez nos compró tres tambores', dice la directora de la escuela. Ese día que la visité era mediodía. Los padres esperaban en las afueras por sus hijos, y al lado de la escuela, en una cerca de alambre que protegía una casa, estaba una publicidad de Elías Vigil, el candidato a diputado que es vinculado a una pandilla en Tocumen y que es rival de Muñoz.
En Costa del Este, José Muñoz Molina piensa, sin embargo, que este tema deben resolverlo los evangélicos y corregidores. ‘Ya lo conversé con Roux'. Esto no es su prioridad política por ahora. Cuando le pregunté por la escuela, no recordaba a María. En Tocumen, donde hay más de doscientos mil electores, se comenta que se robó un puente que mejoraría el tráfico en su comunidad. Muñoz se defiende diciendo que está licitado, pero que no se hizo y que se realizará después de las elecciones. También le dicen que nadie se enriquece desde la plomería, él responde que la plomería hay que entenderla desde la construcción y que es empresario de esa industria desde que tiene 16 años. Todos los miércoles atiende a vecinos. Tiene créditos con farmacias y funerarias para que sus visitantes reciban medicamentos y ataúdes gratuitos. Dice que no le afectan las campañas de no a la reelección, porque el político que funciona, como el plomero, es el que cumple con su palabra. ‘Yo creo que hay una gran equivocación con el clientelismo. Yo pienso que es un irrespeto a la persona, porque yo te puedo dar una bolsa de comida, porque tú no tenías para comer, pero cuando tú te metes en ese cuartito, tú votas por quien te da la gana.'