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- 18/10/2023 14:23
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Osvaldo Ayala lleva el acordeón adherido al cuerpo. Desde los cinco años sus pequeños dedos curiosearon el sonido que emitían sus teclas y de ahí en adelante pasó a ser como una extensión de sus brazos. Ahora no se imagina una vida sin el fuelle en el pecho. Su talento único, que desarrolló de oído, le permite recordar las 3 mil canciones que forman su repertorio. El acordeón es su medio para transmitir sentimientos al público y para ello cuenta con más de una docena, porque cada uno tiene una afinación diferente.
De porte sencillo, y como todo artista un poco vanidoso, el escorpión de Paritilla representa un ícono en la música típica panameña, cargo que le han dado sus años de carrera. Fue nombrado embajador Cultural de Panamá en 1995, cargo que lo ha llevado por el mundo alternando escenarios con artistas —tan famosos como él— de diferentes géneros. Dice que le gusta cantar “en plenitud de facultades”, es decir, no estar afónico o cansado, por eso trabaja dos o tres veces por semana, para no desgastar la voz o el cuerpo. El cuerpo todavía le aguanta, y la voz, dice que la tiene tan clara y entonada como hace más de 50 años, cuando empezó su carrera.
Desde niño empezó a tocar el acordeón...
Sí, desde los seis años. La historia es que mi padre le compró un acordeón a mi hermano mayor de regalo de Navidad y cuando entraron a la escuela, yo por ser el más chico me quedaba en casa. Entonces a los cinco años empecé a golosear el acordeón de mi hermano y fui sacando canciones infantiles.
¿Nunca tomó una clase de acordeón?
Jamás. Yo escuchaba la radio, a los maestros de aquella época, Dorindo Cárdenas, Ceferino Nieto, Yin Carrizo y aprendí todas esas canciones.
El acordeón para una persona como usted, con más de 52 años de carrera, debe ser una extensión de sus brazos...
Totalmente. El acordeón es parte de mi cuerpo, no me imagino estar un día sin el acordeón en el pecho. Es el medio por el cual podemos transmitir sentimientos, vivencias, historias, a través de su sonido. Si tocamos en notas mayores podemos expresar momentos alegres, si tocamos en menores serían momentos melancólicos, medio tristones, pero todo se hace a través del acordeón.
¿Cuántos acordeones tiene?
Tengo 17.
¿Todos los usa?
Dependiendo del espectáculo y las canciones que vamos a tocar porque todos tienen afinaciones diferentes. Los sonidos son diferentes.
¿Cuántos lleva a un concierto?
Yo llevo como cinco, con eso basta. A veces cuando hago giras internacionales me llevo muchos más porque hay que tener de todo. Es toda una logística y una mística.
¿En esta carrera, qué tan difícil es manejar su vida privada?
Siempre he tratado de mantener una gran distancia entre mi vida privada y mi vida artística. La última exige muchas cosas, mucha dedicación al proyecto musical y gracias a Dios he logrado llevar las dos cosas de una manera especial, efectiva.
El fin de semana no lo ven en casa, me imagino
No (risas), siempre estoy tocando por ahí.
Debe ser duro mantener una relación de pareja, ser padre y hacer conciertos...
Sí, requiere de mucho esfuerzo. Tengo dos hijas y de pequeñas muy pocas veces estaba en casa yo, siempre estaba viajando y trabajando.
¿Lo entendían o reclamaban?
Ellas lo entendían. De hecho, mi hija menor escribió algunas canciones para mí. Ellas no se dedicaron a la música, tienen su profesión. Pero la mayor grabó conmigo una canción de navidad cuando tenía siete años. Ellas lo llevan en la sangre, lo que se hereda no se hurta dicen (risas).
¿Cómo maneja los altibajos en la carrera?
No es fácil. Te voy a contar todo a través de un ejemplo interesante. Los caballos que corren en el hipódromo —siempre les digo esto a quienes me preguntan cómo me siento si estoy en primer o segundo lugar— es como el hipódromo. En una carrera normal los cinco primeros caballos cobran, del sexto para atrás dejan de cobrar a menos que sea un clásico. El asunto es estar entre los caballos ganadores, no importa la posición. En algún momento, y a todos los artistas del mundo nos pasa, estás en primer lugar o luchas por llegar a primer lugar. Cuando llegas tratas de consolidarte ahí y luego vas bajando de posición, pero siempre mantente entre los cinco. Eso se hace a través de buena música, buenas canciones, responsabilidad y un montón de elementos importantes.