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Envejecimiento, protección social y agenda 2030
- 27/01/2019 01:00
- 27/01/2019 01:00
1. PROTECCIÓN SOCIAL
Un sistema de protección social es una estructura institucional producto de un acuerdo político —en palabras de la CEPAL (2006): un pacto social que determina el umbral mínimo al cual todo miembro de la sociedad, por el solo hecho de ser ciudadano, debe tener acceso y que indica cuáles derechos están garantizados por el Estado y por lo tanto qué riesgos está dispuesta a asumir la sociedad como responsabilidad colectiva. Esto significa, de acuerdo con la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, que los sistemas de protección social son ‘parte de un propósito más ambicioso: la ampliación de las libertades, la autonomía e independencia de las personas y las comunidades' (Bárcena, 2016).
La protección social es un elemento fundamental para el desarrollo sostenible y por ende para cumplir con la Agenda 2030. La meta 1.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) exhorta a implementar a nivel nacional sistemas de protección social para todos, lo que representa una oportunidad para la construcción de un bien público universal. Su diseño e implementación, además de prevenir y erradicar la pobreza, permitiría alcanzar un mejor nivel de vida para todos y todas, reduciendo así la cultura del privilegio y asegurando que nadie quede atrás. La consecución de la meta 1.3 contribuye además al cumplimiento de otros ODS, tales como el ODS 5 sobre igualdad de género y el ODS 10 acerca de reducir la desigualdad entre países y en los países. También favorece al ODS 11, pues facilitaría el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles (OIT, 2017).
2. ENVEJECIMIENTO
En lo referente a las personas mayores, los sistemas de protección social conllevan la integración de tres pilares básicos: pensiones, atención básica de salud y servicios sociales para la autonomía. Los tres actúan en conjunto para cerrar las brechas de protección y desarrollar capacidades. Por lo tanto, la protección social debería adecuarse no solo a las modificaciones en el mercado laboral y a la economía en su conjunto, sino también a los cambios demográficos que ocurren en la región; en particular una población que crece menos y envejece rápidamente. La población de 60 años y más seguirá aumentando de manera sostenida durante los próximos lustros en toda la región, en términos tanto absolutos como relativos, en un escenario de limitaciones estructurales para el ingreso de las cohortes más jóvenes de la población en edad activa a la fuerza de trabajo. No obstante ello, el cambio demográfico en curso puede contribuir al logro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
En la medida en que los cambios en la estructura por edades expanden la producción y los recursos durante el primer bono demográfico, puede surgir un segundo bono demográfico al acumularse el ahorro, lo que posibilita una mayor inversión en capital humano y físico. Este segundo bono representa una oportunidad importante para la región, generalmente soslayada, pero no es una garantía automática. Se requiere un enfoque sinérgico entre los diversos aspectos del desarrollo sostenible y de políticas sólidas guiadas por una visión de largo plazo y adaptadas al contexto demográfico de cada país (Banco Mundial/FMI, 2016).
Estimaciones realizadas a partir de las cuentas nacionales demuestran que hay mucho desconocimiento con respecto a las consecuencias del envejecimiento y, por el contrario, en una transición demográfica estilizada el incremento del capital humano por trabajador podría compensar con creces el descenso del número de trabajadores y la creciente tasa de dependencia en la vejez (Lee y Donehower, 2010). En efecto, el envejecimiento de la población aumentaría la demanda per cápita de ahorro lo que, junto a una menor cantidad de hijos, podría llevar a que cada individuo, en cualquier edad, pueda acumularla si están las condiciones dadas para ello. Si este aumento de la demanda de ahorro no se atiende por completo mediante el incremento de las transferencias, pero se satisface —al menos en parte— mediante la acumulación de activos en el hogar o fuera de él, el envejecimiento de la población aumentaría el nivel de activos per cápita y, tal vez, el nivel de capital por trabajador y los salarios. De igual manera, con el envejecimiento disminuiría la tasa de dependencia por educación, lo que facilitaría la creación de una fuerza laboral más educada y productiva (Lee y Donehower, 2010; CEPAL, 2014).
MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO
La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo regional, instituido por la UNESCO para impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de las Ciencias Sociales.
El Programa FLACSO-Panamá busca dotar a la población de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.
De igual manera, se suele dar por sentado que el consumo en la vejez automáticamente aumenta, sin embargo, la evidencia muestra que en América Latina, a diferencia de la situación existente en los países ricos, existe un muy ligero incremento del consumo a medida que aumenta la edad. En México la curva de consumo tiende a disminuir, mientras que Chile y Costa Rica presenta perfiles moderadamente ascendentes. Con respecto a las transferencias, hay que destacar que en el Brasil, México y el Uruguay durante la edad avanzada se realizan transferencias netas a otros. El caso del Brasil resulta particularmente interesante porque las personas mayores reciben una elevada proporción de transferencias públicas que financian el 100% de su déficit del ciclo de vida, pero también dan más a otros (aparentemente parientes) que las personas de edad en otros países. A su vez, en México los activos financian el 100% del consumo, mientras que las transferencias públicas juegan un papel muy modesto (Lee y Donehower, 2010).
Otro elemento para considerar es que en la edad avanzada no siempre lleva aparejada una disminución de la participación en el mercado del trabajo. A diferencia de los países desarrollados, donde la renta por trabajo cae vertiginosamente en la vejez, en América Latina el nivel de renta del trabajo representa alrededor del doble del de los países ricos. En muchos casos, el hecho de que las personas mayores continúen trabajando se debe a las bajas tasas de reemplazo de las pensiones y jubilaciones, pero en otros –como bien lo indicó un estudio reciente de CEPAL/OIT (2018)—, el mantenerse en el mercado del trabajo es una opción que se prefiere por interés personal.
3. AGENDA 2030
El envejecimiento, por lo tanto, puede constituirse en una oportunidad para avanzar en el desarrollo sostenible. Obviamente hay mucho que estudiar y hacer, pero el llamado segundo bono demográfico constituye un antecedente fundamental para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Sandra Huenchuan es Doctora en Estudios Latinoamericanos, Mención Antropología en UARCIS y Especialista en el tema de envejecimiento en CELADE-CEPAL.