La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 10/08/2023 00:00
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Claramente descrito en muchos pensamientos motivadores está el hecho de que la educación es una herramienta esencial en el crecimiento personal y profesional de los seres humanos, que vivimos en una sociedad cada vez más competitiva y exigente.
Pensamientos como “la educación es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo” (Nelson Mandela) o “Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber” (Albert Einstein), nos dan una perspectiva ideológica del cambio trascendental que puede producir la educación en nuestras vidas. Pero, ¿está en realidad la educación convirtiéndose en esa herramienta transformadora capaz de moldear de manera positiva nuestras vidas y nuestro entorno?
Desde la academia se observa con profunda preocupación el hecho de que los estudiantes egresados del segundo nivel de enseñanza, cada vez se gradúan con mayores falencias académicas, lo que trae consigo un sacrifico adicional de parte del personal docente universitario, el cual debe intentar recuperar contenidos básicos que debieron ser adquiridos en este nivel de educación y así formar a los nuevos profesionales con las competencias “básicas” para el desarrollo de una actividad profesional.
Los vicios y malas aptitudes adquiridos por los estudiantes durante la pandemia son un reto adicional que revierten el efecto engrandecedor de la acción educativa, la lucha constante por erradicar –o al menos reducir– la adicción al uso de la tecnología, hacen de la labor docente un reto cada vez más grande. El requerimiento casi al punto de llegar a una exigencia mayor de actividades “virtuales” por parte de los estudiantes, hace que su formación profesional se aleje en cada acción más de lo ideal y se convierta en una utopía cada vez más inalcanzable.
Las instituciones educativas se ven forzadas a diario a “flexibilizar” los parámetros de admisión y de permanencia en una carrera, lo que a la postre repercute en la formación de profesionales con una baja productividad o poco compromiso con la formación profesional elegida y por consiguiente, un deficiente desempeño en las actividades laborales.
La educación se ha convertido en un reto más global y necesario que enfrenta día a día enormes retos capaces de poder ser afrontados con el compromiso de todos los actores involucrados en la misma, por un lado, a las instituciones educativas que deberán ofrecer propuestas educativas innovadoras y de alta demanda; por el otro, a los docentes que deberán reinventarse implementando nuevas prácticas educativas que sean atractivas e incluyentes a los estudiantes. Por último, pero no menos importante, a los estudiantes, que deberán cambiar su mentalidad haciendo de la educación la esencia misma de aquello que los motive día a día a seguir adelante, revirtiendo con esto el enorme reto en que se ha convertido la educación pospandemia.