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- 18/11/2023 00:00
- 18/11/2023 00:00
En medio de tanta toxicidad que se respira en estos días en Panamá, por un contrato minero considerado leonino y expresiones de violencia que crecen ante una actitud pasiva sin parangón de las autoridades, los actos de civismo de los ciudadanos también comienzan a generarse por iniciativa popular, porque el poder público solo emana del pueblo.
La Constitución Política de Panamá de 1972, modificada cinco veces, la última en 2004, tiene entre sus 328 artículos uno bien corto y preciso, el 239 que reza así: “Artículo 239. Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa y de referéndum en los asuntos atribuidos a los Concejos”.
Participar en un cabildo abierto, organizado con voluntad de hacer el bien motiva a cualquiera, más si se da una experiencia de interacción entre adultos mayores y jóvenes para analizar qué hacer para mejorar la seguridad de una comunidad, por el bien de todos.
Y eso es lo que se vivió esta semana en una barriada de más de 30 años en San Miguelito, llamada Colinas del Golf, con casi 300 viviendas y una sola entrada y salida.
Quizá motivados por la convulsión que vive el país, que ha sensibilizado a las personas, casi un centenar de cabezas de familia se reunieron cual ágora en el parque de entrada a la barriada a las 7:00 en punto de la noche del 14 de noviembre pasado, luego de un aguacero, para hablar de la situación de seguridad en el entorno y escuchar un informe de los voluntarios que por una década se empeñaron en reforzarla para disminuir los asaltos y atracos de años anteriores.
“Desde que juntos logramos colocar las puertas de entrada casi se acabó ese problema por aquí”, explicó don Juan, uno de los “fundadores”, quien antes de eso sufrió dos ataques en su propia casa por delincuentes armados, teniendo a sus hijos pequeños, de los que salió bien librado.
En ocasiones anteriores se convocó a reuniones, pero no se logró el éxito de participación esperado, por lo que la experiencia sirvió de catarsis para el colectivo de vecinos, quienes muchos ni siquiera se conocían hasta esa noche.
Por eso el llamado a la reflexión de varias vecinas sobre la división e individualismo que se percibía y a lo que se le debe poner fin, caló para que la participación animada, a veces áspera de algunos, puso de manifiesto la necesidad de una comunicación más fluida y respetuosa.
Escuchar de viva voz de una joven que hace pocos meses la asaltaron y amordazaron dentro de su casa, sujetos que se introducen a la barriada cruzando una quebrada colindante porque no se cuenta con un muro perimetral que cerque la servidumbre pública de esa área, despertó la conciencia de renovar los esfuerzos de movilización que años atrás impulsó el primer objetivo.
Pero Juan y los otros dos vecinos colaboradores voluntarios, Luis y Diógenes, están con ánimo, pero agotados y su misión es mantener la puerta de entrada operativa y recolectar las cuotas para pagar la seguridad privada que solo cubre ese lugar. ¡No hay para más!
Y allí el colectivo se enteró de que 101 propietarios no colaboran, pero se benefician del esfuerzo de los demás, y, lo que es peor, que una familia se opone a que se construya el muro perimetral alegando un derecho de propiedad de una porción de la servidumbre pública.
“A la ley” clamó otro vecino joven, hay que acudir para hacer valer el derecho de la mayoría de buscar mejorar la protección de la comunidad.
Son 169 los propietarios que apoyan al comité de seguridad, no todos con la misma regularidad por las circunstancias, lo que se notó más durante la pandemia, pero en el cabildo se constató que la única vía potable es la unión y llamar a la juventud a participar.
Recordemos que desde la Constitución Política de 1904 (artículo 17) está consagrado el derecho de petición y de queja de los ciudadanos y de recibir “pronta respuesta” de los funcionarios so pena de sanción si no cumple.
La “emparchada” Constitución de 1972 ratifica este derecho en el artículo 41, que sumado al 239 citado líneas arriba, configuran el campo de acción de los ciudadanos a nivel municipal, por ello, los cuatro jóvenes que se sumaron al comité esa noche tomaron nota atentamente de los esfuerzos anteriores para enfocarse en recuperar el ofrecimiento del alcalde de San Miguelito, Héctor Valdés, de suministrar los materiales para el muro.
Otra acción comunitaria se dirigirá a la representante del corregimiento José Domingo Espinar, la “profe” Dixia Delgado de Ah Chong, quien cumplió durante la crisis –por falta de recolección de basura– acudir personalmente con los equipos de la junta comunal a recoger las toneladas de desechos acumuladas, lo que mostró en su cuenta de Instagram.
“Es algo bonito, porque es un trabajo voluntario”, comentó Diógenes Zambrano, el vecino que recorre las calles de la barriada repartiendo los recibos de pago casa por casa.
Resume esta labor “como un proceso educativo para mí; cada vecino me ha enseñado a valorar a cada persona, cada idea, cada creencia, cada aporte, y la reacción a esta convocatoria fue magnífica porque la llamada urgente movió a los vecinos”.
El vecino Luis López funge como presidente y tesorero del comité y firma los cheques de pago junto con Diógenes; Juan es el vicepresidente y colaborador que “hasta de su bolsillo” ha puesto para varias mejoras, o gestionar donaciones, como la que hizo la empresa de seguridad que regaló cámaras para grabar el acceso y salida de la barriada, e incluso rebajó el coste de su servicio a raíz de la pandemia. Lo cual desató una ovación de los reunidos y el agradecimiento a los “viejos”.
Y en este caso no hay un proceso de gentrificación, como se vive en el Casco Antiguo de la capital, porque no hay un desplazamiento forzado de los antiguos dueños de las viviendas.
Recordemos que la gentrificación es definida como el “proceso de rehabilitación urbanística y social de una zona urbana deprimida o deteriorada, que provoca un desplazamiento paulatino de los vecinos empobrecidos del barrio por otros de un nivel social y económico más alto”.
Así las cosas, la incorporación de sangre joven logró detener la sensación de desaliento y preocupación porque, como explicó la vecina Norma, la situación de seguridad del país “no está nada bien” y clamó por tomar acción en bien de todos.
Y, aunque un sector del país considere que no se respeta, es bueno recordar el artículo 234 de la carta magna: “Las autoridades municipales tienen el deber de cumplir y hacer cumplir la Constitución y leyes de la República, los decretos y órdenes del Ejecutivo y las resoluciones de los tribunales de la justicia ordinaria y administrativa”.
Hace seis semanas, la representante reseñó que se logró la “Instalación de cerca perimetral (de alambre ciclón) en La Pulida, Villa Lucre”, lo que demuestra que sí se puede lograr proyectos, para ello están los fondos de la descentralización, por lo que se recolectarán mínimo 40 firmas de propietarios para elevar la petición.
Y, como dato histórico, desde que en 1821 Panamá se independizó de España y se adhirió al proyecto bolivariano de la Gran Colombia, más la etapa republicana, esta nación ha elaborado 13 constituciones, la conocida “Constitución de la primera República de 1841”, marcó el derrotero de la concepción democrática que diseñó para sí misma.
En la Biblioteca Nacional reposan esos documentos digitalizados (1841, 1853, 1855, 1863, 1865, 1868, 1870, 1873, 1875, 1904, 1941, 1946 y 1972).
La democracia nació hace más de 2.000 años en la antigua Grecia. Una de las características que tuvo fue una gran capacidad de diálogo y negociación. En aquellos tiempos, la política era más dialogante que en la actualidad... nos recuerda Hugo Cardeñosa en su podcast “El ágora griega”, vale la pena recuperarlo para Panamá.
El autor es periodista independiente y profesor universitario.