“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 19/02/2023 00:00
- 19/02/2023 00:00
El llamado neomachismo o posmachismo, es una corriente surgida como una reacción patriarcal, a consecuencia de la descalificación sufrida por el machismo explícito, debido al avance mundial en las últimas décadas, de los derechos de las mujeres en términos de igualdad y equidad en el ámbito social, laboral, político y económico, entre otros.
Y frente a la condena del machismo, quienes insisten en mantener los valores y la lógica patriarcal, se han armado de nuevas ideas y argumentos para seguir promoviendo, en mayor o menor medida, las ideas del machismo tradicional, pero por medios más sutiles y sofisticados, la subordinación de las mujeres, utilizando las nuevas herramientas tecnológicas, a través de comentarios, mensajes, frases y actitudes que encubren posiciones antifeministas mediante la confusión y la ambigüedad.
Esta postura o corriente ideológica es lo que se denomina neomachismo o posmachismo, cuyo objetivo sigue siendo perpetuar la desigualdad de género, para poder mantener los privilegios propios del patriarcado. Y la practican por igual, hombres y mujeres.
Resulta fácil identificar a los neomachistas, por cuanto hay todo un decálogo de neomachismos, cuando expresan, entre otras, las siguientes frases: “Yo creo en la igualdad”, “la igualdad ya existe” “no soy machista ni feminista”, “también debería haber un día del hombre”, “los hombres también sufren violencia de género”, “las feministas confunden piropo con acoso”, “el lenguaje inclusivo es una tontería”. Esas frases, evidencian que “Es el machismo de siempre, pero con un discurso transformado para poder introducirse y calar en el mundo actual” según detallan las investigadoras Trinidad Donoso y Nieves Prado en el estudio “Neomachismo en espacios virtuales”. Esta investigación enciende las alarmas para detectar cómo funciona esta nueva forma de violencia de género. Las investigadoras nos indican que es en las redes sociales donde más proliferan los mensajes y comentarios como los antes citados.
Ni el neomachismo ni el machismo tradicional se basan en el odio a las mujeres, tal y como sí ocurre donde hay misoginia, o la aversión u odio a las mujeres. Los primeros se fundamentan, sencillamente, “en el menosprecio y la defensa del concepto de que ser mujer; implica siempre tener menos valor como persona con intereses, motivaciones y criterio propio”. Su estrategia es seguir promoviendo el machismo de siempre, mediante un discurso aparentemente correcto, pero que sigue reproduciendo los postulados machistas.
Los discursos neomachistas minimizan la importancia de la violencia masculina y la desigualdad estructural entre hombres y mujeres; son más peligrosos, porque se revisten de aires de igualdad y de superioridad moral. Rebaten el feminismo a través de argumentos que se constituyen en contrapartida, haciendo uso y jugando con las estadísticas, como por ejemplo, cuando señalan: “hay un alto número de denuncias falsas”, siendo éste uno de los argumentos estrella del neomachismo.
De igual forma, coleccionan argumentos basados en nociones que niegan las relaciones preexistentes de poder y dominación patriarcales, así: “todos somos iguales”, “quiero la armonía entre los sexos”, yo no me fijo en el género sino en la persona”, “eres una feminazi radical” o “te hablo desde el respeto”.
Los neomachismos constituyen mutaciones del patriarcado, a través de nuevos y sutiles ataques machistas, que son el resultado de la actualización, mediante mecanismos y canales distintos; de una lógica patriarcal de dominación y explotación consolidada en el tiempo. Lógica que opera a través de sistemas clásicos, a los que se agregan los nuevos medios virtuales (blogs, redes sociales, plataformas, foros, etcétera).
En definitiva, el neomachismo es el machismo de siempre, solamente que es más intelectual, está a la defensiva, es más organizado discursivamente y más argumentativo, con premisas actualizadas.
Estos nuevos ataques del patriarcado revisten, sin duda alguna, un carácter endémico y transfronterizo, así como una dimensión simbólica, ya que ocupan un lugar privilegiado en el terreno de la representación. Esto ha llevado a las feministas y a los colectivos feministas a desarrollar formas y estrategias de respuesta efectivas, realizando acciones en el ciberespacio y utilizando todos los medios digitales y de comunicación, para poder lidiar con los neomachistas.
Como dijo la filósofa española, Amelia Valcárcel, “La feminización de la pobreza es un hecho. La falta de oportunidades de empleo acordes con la formación, otro. El acoso y, cuando cabe, la violencia, otro más. Todo ello para un colectivo cuyo único defecto visible parece ser el no haber tenido la previsión de nacer con otro sexo”. Mientras esto siga siendo así, los colectivos feministas y las feministas tenemos el deber de seguir luchando contra las absurdas distinciones y desigualdades de género.