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- 15/01/2023 00:00
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Orlando Acosta se mueve por los pasillos y anaqueles de la Biblioteca Roberto F. Chiari, en el edificio Ascanio Villalaz de la Autoridad del Canal, como quien ha tomado posesión de un vasto y rico territorio conquistado.
Entre libros, miles de libros y documentos, y con un entusiasmo que se desborda, va ubicando los más preciados, dando explicación tras explicación, contando historia tras historia y anécdota tras anécdota.
“Esta es una colección donada por el doctor francés Christian Moreau en 2015. Son alrededor de 250 documentos, libros, gráficas, artículos de periódico y caricaturas del periodo francés del canal, en especial sobre el rol de Fernando de Lesseps”, explica.
Se detiene y se empina para bajar una caja que contiene decenas de revistas francesas con bellísimas ilustraciones al tiempo que nos entrega un folder con páginas y páginas impresas con el nombre y clasificación de libros y documentos.
“En noviembre del año pasado esta colección fue incluida en programa Memoria del Mundo (MoWLAC) gracias al esfuerzo que hizo nuestro equipo para clasificar el material y organizarlo”, revela orgulloso.
La pasión de Orlando por todos los asuntos relacionados con el Canal es evidente. Pero no concibe, como Belisario Porras, que Panamá exista por y para el Canal, sino todo lo contrario. Lo que le obsesiona es cómo el Canal enriqueció la vida de los panameños: la modificación del ecosistema, el avance de la salud pública, la inmigración que dio forma a la población actual y su cultura, incluida comida, arquitectura, ordenamiento urbano y forma de concebir el mundo.
Su entusiasmo por los temas canaleros comenzó en la década del 90 cuando laboraba para la Unidad de Administración de Bienes Revertidos de la Autoridad de la Región Interocénica (ARI). Como otros integrantes del personal de la institución que iba recibiendo los bienes transferidos producto de la ejecución de los Tratados de 1977, se percataba de la magnitud e importancia del patrimonio que recaía en manos panameñas. Eran tierras, edificios, maquinarias, herramientas, colecciones documentales que contaban la vida de la república y sus ciudadanos desde el siglo XIX.
“Mi primera aproximación fueron las maquinarias, los diseños. Con el avance tecnológico se reemplazaba la tecnología, pero ¿qué pasaba con las grúas, herramientas, planos y diseños descartados? Mis compañeros y yo a menudo conversábamos sobre la importancia de conservarlas y visibilizarlas”, recuerda Orlando.
“Insistíamos a la Autoridad del Canal para que se conservaran pero era difícil que se tomaran decisiones coherentes sobre esta materialidad que porque ello no estaba contemplado entre los objetivos ni estructura organizacionales”.
“Afortunadamente, bajo la dirección del actual administrador se adquirió el compromiso de instituir de la Unidad de Memoria Histórica, precisamente para administrar y manejar esos activos tangibles e intangibles del Canal de forma coordinada”.
La jefatura de esta unidad fue asignada a Orlando Acosta en julio del año pasado, en reconocimiento a los incansables esfuerzos que había realizado durante años, en los que además de sus responsabilidades como ingeniero de la división de Ambiente del Canal (a la que se unió en el año 2001), asumía la tarea de difundir el conocimiento a través de columnas en los diarios La Estrella de Panamá, La Prensa y El Faro y una serie de podcasts (Así Pasó) y cortos para el Canal TV, junto con la cineasta Delfina Vidal.
“Esta posición constituye el mayor logro de mi carrera. A ella traigo mis experiencias en diferentes áreas, la relaciones que he construido y las ideas de amigos y colaboradores que han venido pensando conmigo desde hace muchos años cómo conservar la memoria histórica del Canal y ponerla al servicio de los panameños”.
Ingeniero industrial graduado de la Universidad Tecnológica de Panamá., Orlando tiene además, una maestría en Desarrollo Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile y un posgrado en docencia superior de UDELAS. Fue también becario Fulbright bajo el programa Hubert Humphrey.
Como coordinador de la Memoria Histórica del Canal, le corresponde administrar la riquísima Biblioteca Presidente Roberto F. Chiari, los archivos documentales del Canal y un amplio conjunto de bienes materiales como planos, archivos, filmaciones, obras artísticas y hasta los objetos recuperados en las excavaciones. Igualmente, es responsable de suplir de materiales a los centros de exhibición de Miraflores y Agua Clara.
La joya de las colecciones es posiblemente la Biblioteca Presidente Roberto F. Chiari, inaugurada ocho días después de la apertura del Canal en 1914 —lo que la hace la biblioteca más antigua del país—. En un inicio, reunía libros técnicos, mapas, directorios, la información que requerían los empleados del Canal para cumplir con sus responsabilidades.
Hoy en día, bautizada en honor al presidente apodado “de la Dignidad” por el papel que desempeñó durante los hechos del 9 de enero de 1964, reúne, en palabras de Orlando, “una cantidad infinita de información para construir y documentar nuestra historia”.
La biblioteca consta de la más completa documentación –algunas piezas con más de siglo de antigüedad— sobre la ruta interoceánica. Su hemeroteca contiene las ediciones de La Estrella de Panamá desde 1849, el Panama Tribune —semanario de la comunidad afroantillana— y otras publicaciones periódicas importantes.
Además, tiene amplia presencia de la llamada novela canalera, subgénero iniciado por Joaquín Beleño con su Gamboa Road Gang, que recrea la experiencia histórica y humana del pueblo panameño con el Canal y la presencia de los norteamericanos en el territorio.
“Rebuscando en los anaqueles me he encontrado cosas increíbles. Por ejemplo, una sorprendente cantidad de libros de cocina: recetas de inmigrantes barbadienses, recetas de las zonians, hasta de personajes de la elite panameña como Cecilia Remón. Es que el régimen de segregación que existía en la Zona del Canal se rompía en la cocina, porque las mujeres se interesaban en las tradiciones culinarias de los otros grupos étnicos y las compartían”.
La biblioteca tiene una colección importante de fotografías del siglo XIX y del siglo XX, entre ellas la de Ernest “Red” Hallen, quien se desempeñó como fotógrafos oficial de la Comisión del Canal entre 1907 y 1937.
Paralelamente, alberga cientos de horas de material fílmico, de los grandes eventos de la historia de Panamá así como festivales, tradiciones, que pueden ser aprovechados para la preparación de audiovisuales por los creadores panameños y de otros países.
Uno de los aspectos que le ha brindado satisfacción en el desempeño de este puesto ha sido la posibilidad de contribuir a la construcción de la historia familiar de un número de personas. Y es que la biblioteca contiene entre sus archivos miles de contratos de trabajo de los trabajadores (inmigrantes) del Canal de 1907 hasta 1937.
“Hace poco vino una pareja buscando información sobre un antepasado. Solo tenían una foto rasgada donde aparecía el número de una casa. Afortunadamente, pudimos localizarla y la encontró, incluso con la misma palmera que aparecía en la fotografía. Para esta señora fue una satisfacción sublime poder relacionar a su abuela con el lugar donde había vivido”.
Otra experiencia de este tipo se dio con un visitante de las Antillas. “Llegó con un sombrerito blanco, unos bermudas y sandalias, pidiendo ayuda para localizar información sobre su abuelo, que había trabajado diez años en el Canal. En la base de datos encontramos su contrato, con información sobre raza, estatura, cicatrices, nivel de educación y su fotografía. Le sacamos una copia y se la entregamos. Se desplomó llorando. Nunca había visto el rostro de su abuelo”.
“Es el mejor trabajo que he tenido. Pasan las horas y se me olvida hasta comer. Duermo y me acuesto pensando en lo que se puede hacer. Todos los días me levanto con una nueva idea”.
Por el momento, su compromiso es seguir organizando encuentros culturales que motiven a visitar las instalaciones (Hablemos del Canal), digitalizando y facilitando la consulta de libros, bases de datos, planos arquitectónicos y materiales audiviosuales. A mediado plazo, intentará crear una sala de proyección audiovisual, generar programas de historia oral y otras iniciativas.
“La idea es propiciar un espacio de intercambio para la generación de conocimiento, facilitar el acceso de estudiantes, intelectuales, académicos para que vengan a explorar la información y desarrollen proyectos para generar conocimiento, reconstruir nuestra historia y contarla. Hay muchos temas por investigar, por documentar. Mientras la gente no consulte este repositorio es información muerta”.
Su problema es que otros le sigan el paso. Aunque cuenta con el apoyo de personal altamente motivado, en muchas ocasiones se encuentra con los límites impuestos por la imaginación y el deseo de innovar.
“Me frustra cuando me dicen que algo no se puede hacer simplemente porque nunca se ha hecho antes”, dice riendo.