González y Gallego, dos vidas 'borradas' por el terror militar

Actualizado
  • 09/06/2023 00:00
Creado
  • 09/06/2023 00:00
Su muerte es una más de las que están sumidas en la confusión y la oscuridad de los años del régimen. Al igual que la del padre Héctor Gallego, que estaba en el auto de González cuando los militares lo hicieron desaparecer
La dictadura divulgó su versión en escuetas notas periodísticas difundidas en los diarios oficialistas.

La dictadura, cuya historia comienza el 11 de octubre de 1968 y concluye con la invasión militar de Estados Unidos, dejó varios hechos que han quedado en el olvido. Uno de ellos es el deceso del ingeniero Álvaro González Guzmán, director general del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) —lo que hoy es el Ministerio de Desarrollo Agropecuario—, quien una mañana apareció muerto en el baño ministerial. Era una oficina que se improvisó al lado del Cuartel de Panamá Viejo, de la Guardia Nacional.

Ha pasado más de medio siglo, entre los rumores de un supuesto envenenamiento alimentados por “radio bemba”. Todavía hoy muchos se preguntan por la suerte del ingeniero.

La versión oficial

La dictadura divulgó su versión en escuetas notas periodísticas difundidas en los diarios oficialistas, como La Hora, Crítica y Matutino, aglutinados bajo el sello de Editora Renovación S.A.

Caricatura publicada por el diario Matutino.

Las publicaciones dejaban entrever que “la familia del ingeniero González, su esposa y cuatro niños serán amparados por el gobierno…”. Pero lo curioso fue que el diario vespertino La Hora publicó en primera plana una llamativa nota que informaba del suicidio del arquitecto Álvaro González, hijo del empresario Dulcidio González.

La Estrella de Panamá se apresuró a esclarecer la situación. “Para aclarar una información publicada por La Hora, se informa que el ingeniero agrónomo fallecido el día 13 del presente año era el ingeniero Álvaro González, quien trabajaba en el ministerio de Agricultura y Ganadería, y no el hijo del industrial Dulcidio González, arquitecto Álvaro González Clare, quien goza de perfecta salud”, publicó “La Decana” durante dos días.

¿Por qué ese error con una fotografía del arquitecto González Clare, tomada del anuario del Colegio Javier cuando los otros diarios de ERSA conocían quién era el supuesto suicida?

Investigaciones “post invasión”

Luego de las noticias del suicidio no se volvió a saber más de las investigaciones hasta 1992, cuando se iniciaron las pesquisas por el secuestro del padre Héctor Gallego y se incorpora un documento de Medicatura Forense, hoy, Instituto de Medicina Forense y Ciencias Forenses (IMELCF). Nuevamente salió a relucir el nombre del ingeniero González, cuyo automóvil fue utilizado en la desaparición del prelado colombiano.

Y el 13 de julio de 1992, 21 años después de la caída de la dictadura —20 de diciembre de 1989—, el nombre del ingeniero Guzmán volvió a aparecer en las páginas de La Estrella de Panamá, en un artículo de opinión de mi autoría. Un episodio de nuestra historia que quedó en el olvido.

Secuestro del padre Héctor Gallego

El miércoles 9 de junio de 1971 fue secuestrado Gallego. Al amparo de la oscuridad, es conducido a la cocina del instituto Nacional de Agricultura (INA).

“Quítenle el crucifijo”, ordenó uno de los secuestradores a Gallego, quien estaba sentado en una silla. Tres estudiantes de la promoción de 1971 estaban en la cocina. Dos morirían de forma misteriosa ese año. El que sobrevivió presentó un ensayo a un concurso latinoamericano.

La convocatoria en Panamá la hizo el Centro de Capacitación Social (CCS), que editaba la revista Diálogo Social. El texto narra el secuestro de Gallego y la muerte de dos estudiantes.

El 11 de junio de 2022 publiqué en La Estrella de Panamá el artículo 'Héctor Gallego: un ensayo olvidado'. Unas semanas antes, el 22 de mayo de 2022, un ex miembro de la Guardia Nacional me llamó para darme una copia del ensayo presentado al certamen. Había llegado a sus manos a través de un miembro de la “izquierda pro-militarista”. La Guardia Nacional había tomado la decisión de que “dicho ensayo no podía salir”.

Los últimos días de Álvaro González

Aquel 9 de junio el ingeniero González se encontraba en Santiago, descansando en su residencia. Tres sujetos se acercaron al director regional del MAG para pedirle prestado su vehículo. De acuerdo con otra versión, a los secuestradores se les había dañado el vehículo, por lo que le solicitaron al ingeniero González los llevara por tratarse de ser una supuesto “misión oficial”. Dicha misión no era otra que interceptar a Gallego.

En el pueblo conocían el auto que manejaba el ingeniero. El hecho de que su vehículo estuviese involucrado en el secuestro del padre Gallego sumió a González en una depresión que terminó afectando su carrera en la administración pública. De la regional de Veraguas es trasladado al MAG de Panamá Viejo. El G2 seguía sus pasos. En julio de 1971, el egresado de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Panamá se suicida. El destino de sus restos se ha mantenido en secreto.

Tres de sus amigos nos contaron lo que fueron los últimos 34 días de su vida. “Álvaro era un hombre tranquilo, aficionado a la pesca, un hombre alegre, buena gente y, al verlo deprimido en Santiago, le pregunté qué le acontecía y me dijo: 'yo manejé el vehículo donde transportaron a Gallego, pero no sabía que era el padre a quien iban a buscar. En las noches cuando estaba durmiendo, se me aparecía la cara del padre con sotana y su rostro cerca de mi rostro; no puedo dormir y me vigilan los del G2. Desconozco dónde fue enterrado'”, cuenta el primero de sus amigos.

“Nunca supe lo acontecido en Santiago con Álvaro y el padre Gallego, ya que cuando empecé a averiguar, se me advirtió que el ministro Gerardo González prohibió que se hablara del tema en los pasillos. Un día, recibí una llamada de unos amigos de trabajo quejándose de Álvaro, cuando es trasladado a Panamá Viejo, y aproveché ese mismo 13 de julio de 1971, un viaje a Bocas del Toro, y me presenté a su despacho, y le dije: 'Álvaro, que estás haciendo, que los muchachos me han llamado, que pensaron que al traerte a Panamá Viejo a ellos los beneficiaria y que los están persiguiendo', y me respondió: 'vamos a tomarnos un café para explicarte' respondiéndole 'ahora no, voy a Bocas y cuando regreso nos tomamos el café y me explicas'. Fue una conversación breve. Me despedí de él. Al llegar a Bocas en el avión de la fuerza aérea panameña, me recibe el Mayor Thurber, jefe de zona de Bocas con las siguientes palabras: 'se acaba de suicidar tu amigo Álvaro González'. 'Inmediatamente le digo, debe ser el Arquitecto Álvaro González Clare'; y me responde 'que no, Alvarito'. Me ofreció llamar a Panamá, y llamé a mi esposa, y me dice sin yo preguntar: 'se acaba de suicidar Alvarito'. Me dio un dolor de cabeza que me recorrió todo el cuerpo, ya que acababa de hablar con él. Inmediatamente regresé a Panamá… Álvaro era un hombre de cuidar mucho su vehículo y puede ser que lo condujo cuando pasó lo de Gallego, porque no le gustaba prestarlo, prefería manejarlo él mismo… Se tomó media botella de insecticida, de Folidol… Años después la información que manejaba era que cuando los agentes del G2 se llevan al padre, vio cuando le daban palo…”, rememora un compañero de trabajo.

“Era taciturno, callado, había que sacarle las palabras, era de poco hablar. Quedamos sorprendidos cuando supimos de su muerte. Todo fue un misterio. Cuando una persona queda mencionada en unas investigaciones judiciales, uno toma distancia, y más a esa edad en que uno es joven. Ese día había llegado temprano y se encerró en su oficina, después se levantó rápidamente; y había un cuarto cerca de su oficina, que era custodiado por la secretaria. Le pidió la llave donde se guardaba el Folidol; vertió cierta cantidad sin pensar en que tomaría la decisión de suicidarse… cuando entraron en el baño ahí estaba… dicen que había ingerido una dosis del insecticida Folidol. Fue conducido por el doctor veterinario Daniel Rodríguez a la sala de urgencia del Hospital Santo Tomás, donde llegó muerto y lo recibió el doctor Silgado, médico de turno que lo recibió a las 11:35 a.m. del día 13 de julio de 1971”.

Es el año de 1992 y el amigo y compañero de pesca sigue con su relato. “Vivía en Calle Octava, casa No. 55, de San Francisco de La Caleta, con su esposa Maritza y cuatro hijos. Me has hecho irme al pasado… me gustaría que se reivindique la memoria del ingeniero, para que su nombre quede en el sitial que corresponde, pues era un hombre de bien. Después de tantos años, al leer tu artículo en La Estrella de Panamá, pude tener una idea de lo sucedido”.

'Sus últimos días fueron de angustia, después del 9 de junio de 1971… no entendíamos nada y en aquella época era mejor no hablar… Fue trasladado de la Regional de Veraguas a Panamá Viejo, después del escándalo del caso Gallego. Ojalá sus familiares te contacten y reivindiquemos el nombre Álvaro…”. “Los padres de Álvaro González vivían en Parque Lefevre. Un hermano falleció en Nueva York y su otro hermano, Raúl 'Balito' González Guzmán, fue durante muchos años profesor en la Universidad de Panamá”.

Las sospechosas autopsias de González y Britton

El certificado de defunción señala como jefe de Medicatura Forense al doctor Jorge D. Lombardo. En vez de su rúbrica aparece un (FDO). La fecha es del 13 de julio de 1971. En el documento también aparece la firma de Berta de Morán, secretaria del Instituto de Medicina Legal, solo que esta corresponde al 21 de abril de 1992, veintiún años después. Esta es la fecha cuando se reabrió el expediente del caso Gallego.

En el IMELCF se nos informa que para el 13 de julio de 1971 Medicatura Forense pertenecía al Ministerio de Gobierno y Justicia. Pero en el sitio web se aprecia una fotografía del doctor Jorge Lombardo, que fue director médico forense hasta el año 1970, un año antes de la muerte de González. ¿Cómo aparece el nombre del doctor Lombardo en mayúscula, sin su rúbrica, si ya no era médico forense?

Curiosamente, este nombre del doctor Lombardo saldría a relucir en otro caso relacionado con la dictadura, en la autopsia del dirigente estudiantil Floyd Britton.

Sobre este caso, en una nota publicada en el diario El Panamá América el 17 de septiembre de 2000, la periodista Giovanna Ortiz señala que “El testigo dijo haber presenciado cuando un forense, a quien no pudo identificar, vino de Santiago y practicó la autopsia, aunque advirtió que no firmaría nada”.

Otros informes indican que el médico que llegó a practicar la autopsia responde al nombre de Fabio Velarde. Por su parte el novelista Guillermo Sánchez Borbón, conocido por su célebre columna de “En pocas palabras”, también mencionó el nombre del doctor Lombardo.

Los respetos del General

Uno de los amigos de González recuerda el día del sepelio. “Llegué a la Iglesia de Cristo Rey alrededor de las 7:00 a.m.… Un compañero me dijo: 'acaba de irse el General Torrijos'. Levantaron la tapa del ataúd. Torrijos miró y se fue… '¿Dónde están sus restos?', pregunté al sacerdote, pero dijo que no sabía, que no había ido al cementerio…”.

El hecho quedó registrado en el asiento 02, folio 46 del libro III de defunciones de la Parroquia Cristo Rey: “El señor Álvaro González, de 32 años, con domicilio en San Francisco, falleció el 11 de julio de 1971”. Las honras fúnebres se realizaron el 14 de julio de 1971 al mediodía, y fueron oficiadas por el padre Alberto Irazagui. Pero la fecha que aparece en la lápida y en el formulario de Medicatura Forense es otra: 13 de julio de 1971. ¿Cuál es la fecha oficial de la muerte del ingeniero Álvaro González Guzmán, la registrada en la parroquia o por las autoridades?

No hay registro de quién pagó las honras fúnebres. Tampoco se ha podido constatar quién escogió el Jardín de Paz para su entierro. El sepulturero recuerda que ese día la presencia de los G2 en el cementerio era notoria.

Más de cincuenta años después, el misterio de otra víctima de la dictadura sigue vivo.

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