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- 27/08/2013 02:00
- 27/08/2013 02:00
PANAMÁ. Una finca de $400 mil tiene al líder de la más grande Iglesia evangélica de Panamá, Hosanna, Edwin Álvarez, obligado a firmar dos veces al mes en una fiscalía chitreana, y sin poder salir del país.
El caso, empero, promete enredarse más. Su abogado, Silvio Guerra, anunció ayer que interpondrá una denuncia penal contra la fiscal Enereida Barría, por ‘su vil ignorancia y abuso de autoridad’.
‘¿Por qué no lo llamó ni lo sentó en el banquillo de los acusados?’, inquirió el jurista, quien echó por tierra las acusaciones que pesan sobre Álvarez, de que habría falsificado la documentación de registro de una finca de 13 hectáreas en Chiriquí.
La fiscal Barría rechazó actuar de espaldas al acusado. En declaraciones a la televisión local sostuvo que si bien el pastor Álvarez no ha comparecido ante su despacho, sí lo han hecho sus abogados. ‘Actúo en base a la ley’, apuntó.
En contraste, a juicio del abogado Guerra, en el caso en mención ‘no hay tal fraude y la inocencia e integridad de reverendo debe respetarse’.
‘LAS TIERRAS NO LE PERTENECEN A MI HERMANO’
Una tercera versión sobre el litigio de tierras que mantiene en el ojo del escarnio público al pastor Edwin Álvarez apareció ayer en la provincia de Chiriquí.
Se trata de la de José Aníbal Sittón, hermano mayor de Ricardo Sittón, quien categóricamente aseguró a La Estrella que ‘el pastor sólo fue un comprador de buena fe, la verdad es otra y esas tierras no le pertenecen a mi hermano Ricardo’.
La verdad a la que se refiere Aníbal Sittón se remonta a una pelea familiar que ya cuenta con más de una década, tras la muerte de su padre Alberto Sittón, de quien alega dejó un testamento familiar en el que heredaba en igualdad de condiciones sus bienes, entre los que se encontraban unas 54 fincas que comprendían más de tres mil hectáreas, cuyo valor ascienden a aproximadamente unos 80 millones de dólares.
El hermano mayor de Ricardo Sittón narró que dentro de esa herencia se encuentran las 13 hectáreas en mención que ‘misteriosamente’ después de la muerte de su padre él nunca encontró un protocolo o traslado de las fincas número 33252 a nombre de Compañía Industrial y de Comercio de Chiriquí, que era como estaban tituladas en principio, una sociedad cuyo dueño era su padre José Alberto Sittón.
Y así ‘misteriosamente’ el registro de estas 13 hectáreas que en su momento aparecían como único propietario Alberto Sittón padre, desaparecieron como por arte de magia. Aníbal Sittón buscó y buscó y nunca encontró un documento, ‘un protocolo de traspaso notariado’ que sirviera de soporte para autentificar la legalidad de las tierras a que se refiere.