Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 11/10/2018 02:05
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En el año 1975, ya se había consolidado completamente el golpe militar de 1968. En el mes de julio estaba en su apogeo la celebración del Año Internacional de la Mujer. El mundo todavía se entretiene con la noticia del testamento de Aristóteles Onassis, quien dejaba la mayor parte de su fortuna a su hija Cristina, en perjuicio de ‘la viuda de América', Jacky Kennedy.
En Estados Unidos, el vicepresidente Gerald Ford y el gobernador de Georgia, un desconocido granjero llamado Jimmy Carter, se alistan para las elecciones presidenciales de 1976.
En México, los estudios de Televisa producen la popular telenovela ‘Barata de Primavera'.
En Panamá, el obispo Marcos Gregorio McGrath lanza la primera campaña Arquidiocesana.
Los titulares de La Estrella de Panamá, así como otros medios noticiosos del país, favorecen los temas relacionados con el apellido Torrijos.
Omar Torrijos viaja a México a encontrarse con el presidente Luis Echevarría (6 de julio).
La señorita Panamá, Anina Horta Torrijos, alista sus maletas para volar a El Salvador, para tomar parte en el primer concurso Miss Universo realizado en América Latina (8 de julio ).
Roldanillo hace homenaje a la familia Torrijos ( 9 de julio).
Torrijos se reúne con los estudiantes (10 de julio).
El lenguaje es siempre altisonante. Al general de brigada se le llama el ‘máximo impulsador de la Revolución y del Deporte', gestor del ‘ideario torrijista' y de ‘la nueva cultura torrijista'.
No en balde, en momentos en que no había ni plena libertad de prensa, ni Asamblea Legislativa, ni partidos políticos, Torrijos era, por efecto de la Constitución de 1972, — la primera que incluía nombre propio— el ‘Líder Máximo de la Revolución Panameña' y mucho más que un presidente.
Sus funciones incluían nombrar y separar libremente a los ministros de Estado y a los miembros de la Comisión de Legislación, al contralor de la República, a los directores generales de las entidades autónomas y semiautónomas, a un magistrado del Tribunal Electoral, a los jefes oficiales de la Fuerza Pública, al procurador general de la Nación y al procurador de la administración.
Acordaba la celebración de contratos, negociaba los empréstitos, dirigía las relaciones exteriores y podía asistir, con voz y voto, a las reuniones del Consejo de Gabinete y del Consejo Nacional de Legislación.
Pero la personalidad inquieta y sociable de Torrijos no estaba diseñada para un trabajo de despacho.
Desde 1969, su amigo Demetrio Basilio Lakas ejercía formalmente como presidente civil. Lo de Omar era n los viajes internacionales o el ‘patrullaje doméstico', es decir, el contacto constante con la gente, las multitudes. Ya fuera con el pueblo llano o con los jefes de Estado o intelectuales (García Márquez, Fidel Castro, Graham Greene, Chuchú Martínez), Omar se sentía a gusto.
EL HOMBRE
¿Cómo habrían podido imaginar José María Torrijos, el humilde maestro oriundo de Roldanillo, Colombia, y Joaquina Herrera, la maestra del pueblo de Santa Fe, Veraguas, que a su Omar Efraín le esperaba tan brillante futuro?
Era cuestión de carácter. Omar fue un joven rebelde cuyas aptitudes pudieron ser canalizadas en la academia militar, al ganar una beca otorgada por la Guardia Nacional.
En la Academia Militar Gerardo Barrios, de El Salvador, y posteriormente en la Escuela de las Americas y la Escuela Policial Interamericana, ubicadas en la Zona del Canal, recibió una formación enmarcada en la Doctrina de Seguridad Nacional (Estados Unidos), enfocada en la contrainsurgencia, el control de multitudes y antimotines, como medio para combatir la amenaza comunista.
Obtuvo el poder, según su primo Roberto Díaz Herrera, gracias a su instinto de preservación, cuando, en primera línea del escalafón de la Guardia Nacional, fue enviado por el presidente Arnulfo Arias al exilio, como agregado militar a El Salvador y Guatemala.
El mismo Torrijos lo reconocería el 12 de enero de 1976, en una reunión realizada en Santiago de Cuba: ‘Nosotros, una generación de oficiales nuevos, asaltamos el poder, — como el comandante Castro asaltó el Cuartel Moncada—. Hay veces que se asalta porque es la única respuesta a la situación existente'…(Manuel Zárate, Revista Nuevo Pensamiento, julio de 2011).
En octubre de 1968, insiste su primo Díaz Herrera, no había planes de gobierno ni doctrinas en la mente de Torrijos, sino ‘pura supervivencia': el mismo instinto que lo llevaría a consolidar definitivamente su mandato, tras el fallido golpe de sus subalternos en 1969, para surgir plenamente como líder nacional.
AMBIENTE INTERNACIONAL
Decía José Martí, que ‘a veces está listo el pueblo y no aparece el hombre'. Otras veces el pueblo está listo y aparece el dirigente. Así ocurren los cambios.
En América Latina, la lucha contra el comunismo había permeado la agenda estadounidense desde la Revolución Cubana de 1959.
Entonces, como recogía un artículo de La Estrella de Panamá , el 40% de la población de América Latina era analfabeta. El 70% de la gente vivía en caseríos aislados y dispersos, dedicados a la agricultura de subsistencia, sin acueductos, sin energía eléctrica, sin servicios de salud o beneficios sociales.
"La semilla regada por John F. Kennedy ha visto sus frutos .... al crear una nueva generación de hombres jóvenes, profesionales bien preparados (militares)... Yo me considero, senador, un producto de esa cosecha (...) un matrimonio de poder, idealismo, buena voluntad y determinación, capaz de ejecutar las transformaciones que ha demandado la Alianza para el Progreso'. de la pieza
OMAR TORRIJOS EN UNA CARTA DIRIGIDA AL SENADOR ESTADOUNIDENSE TED KENNEDY
Ya lo había dicho John Kennedy, en su discurso de toma de posesión, en 1961, en el que esbozaba la posterior Alianza para el Progreso: ‘A los pueblos de chozas y aldeas en la mitad del mundo, que luchan por liberarse de las cadenas de la miseria de masas, les prometemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarlos a ayudarse a sí mismos, durante el tiempo que sea necesario. No porque quizás lo hagan los comunistas, no porque queremos sus votos, sino porque es lo correcto. Si una sociedad libre no puede ayudar a los muchos que son pobres, no puede salvar a los pocos que son ricos'.
Torrijos recoge ese testigo, según apunta una carta dirigida por el general al Senador Edward Kennedy, el 7 de mayo de 1972, en la cual le decía: ‘La semilla regada por John F. Kennedy ha visto sus frutos .... al crear una nueva generación de hombres jóvenes, profesionales bien preparados (militares)... Yo me considero, senador, un producto de esa cosecha (...) un matrimonio de poder, idealismo, buena voluntad y determinación, capaz de ejecutar las transformaciones que ha demandado la Alianza para el Progreso'.
Si la hoja de ruta en el tema social estaba marcada, lo mismo sucedía en el tema de la nacionalidad. La acumulación de hechos históricos era irrefrenable: el movimiento contra las bases militares de 1947, la siembra de banderas de 1958, el 9 de enero de 1964; todos se ven hoy como precedentes inevitables de Torrijos.
EL CANAL PANAMEÑO
Si Estados Unidos había desestimado los urgidos llamados de los panameños durante 61 años, después del 9 de enero de 1964, fue imposible.
El escándalo fue aprovechado por China Popular y la Unión Soviética para enviar un mensaje de solidaridad a Panamá, a la vez que acusaban al gobierno de Estados Unidos de violar los derechos soberanos de los pueblos débiles (Combe, 2004, 56).
Tres años después, en 1967, yahabía un proyecto de tratado: el Robles - Johnson o ‘ 3 en 1', que no pudo ser ratificado. Un año después, en 1968, ocurría una ruptura administrativa: Richard Nixon ganaba las elecciones, y en Panamá, se daba el golpe militar.
En 1974 se firmó la Declaración conjunta Tack-Kissinger (1974), que contenía los principios sobre los que se negociaría el tratado, pero una vez más, las pláticas tuvieron que ser detenidas, tras la renuncia, el 9 de agosto de ese mismo año, del presidente Nixon, enfrentado al escándalo Watergate.
Ya para entonces, Torrijos había iniciado el periplo internacionalque lo llevaría a convertirse en esa figura mítica que el mundo reconocía, los estadounidenses recelaban, los latinoamericanos respetaban y que, en julio de 1975, los panameños temían o reverenciaban.