La ceremonia, a la que está previsto que lleguen Jefes de Estado de todo el mundo, estará oficiada por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista...
- 04/08/2013 02:00
Marta es promotora de ventas de una reconocida agencia de seguros en Panamá. Tiene 29 años de edad y casi dos años de litigio para terminar el matrimonio que empezó hace cuatro años con Jaime, con quien comenzó a salir en 2004.
Por otro lado, Emilio es corredor de seguros de otra compañía, tiene 51 años de edad y unos dos de haber iniciado el que podría ser su tercer matrimonio.
Aparte de trabajar en compañías aseguradoras, ni Marta ni Emilio tienen otra cosa en común más que la de formar parte de los 16 mil 790 divorcios que han ocurrido en el país en el período 2007-2011, el más reciente del que se tienen registros en la Contraloría General de la República de Panamá.
HOGARES ROTOS
Solo en 2011 los matrimonios disueltos ascendieron a 3 mil 848 y desde el 2004 —cuando se registraron 2 mil 652— hasta nuestros días, el aumento de hogares rotos se ha convertido en tendencia.
Esto corresponde a un divorcio por cada cuatro matrimonios, si se compara con las 15 mil 135 bodas que se hicieron en 2011, incluyendo la ayuda del proyecto estatal ‘Familias Legalmente Unidas’ que emparejó legalmente a más de 3 mil 670 novios y novias de manera colectiva en cuatro provincias del país entre 2010 y 2011.
Si seguimos con las tendencias, la de los divorcios cuyas relaciones duraron entre los cinco y los nueve años es de 1 por cada 5. Es el grupo de edad más numeroso de los divorcios en Panamá, de acuerdo con la Contraloría.
Antes un matrimonio era para que durara la vida entera. Hoy en día no se aspira a tanto: una de cada 5 de las parejas que viven hoy en el país no alcanzará a ver ni siquiera dos mundiales de fútbol juntos.
‘Puedo decir que después de la muerte de un ser querido, lo peor del mundo es un matrimonio. No se lo recomendaría a nadie’, comienza Marta —cuyo nombre no corresponde al de su cédula, pero que pidió que se cambiara porque aún no se recupera ‘del bajón’ del divorcio—, mientras contiene la primera lágrima. ‘Armas un futuro. Tienes media vida preparando ese plan a largo plazo y termina yéndose por el caño... el amor es increíble, pero cuando te defraudan... es demasiado fuerte’, continúa la vendedora, quien tuvo que tomar la iniciativa del divorcio porque Jaime —que tampoco se llama así— todavía mantenía planes muy estrechos a futuro con su familia materna.
Aunque se hace referencia de ello en la Biblia (Deuteronomio, capítulo 24) es a partir del siglo XX que este hecho empezó a coger vuelo. Y pese a los esfuerzos que imprime la Iglesia, ninguna institución puede entrometerse en lo que sucede entre los muros de una casa, aunque reyes y curas lo hayan intentado antes.
HABLAN LOS EXPERTOS
En el país, la Asociación Panameña para el Planeamiento de la Familia (Aplafa), es una de las ONGs encargadas de dar asesoría conyugal y terapia para pares. Allí llegan durante los fines de semana las parejas que ya han quemado varios de los cartuchos de la reconciliación. Atendidos por la psicóloga Ana Cristina Mascarín, pasan por una serie de ejercicios físicos de acercamiento, entrevistas, cuestionarios y pruebas de personalidad, durante unos cuatro meses, con el fin de encontrar el foco de discordia en las parejas que allí acuden.
Aunque no sea el caso de Marta y Jaime, —o el de Emilio—, tanto Mascarín como la sexóloga Issa Farides consideran que la ligereza a la hora de unirse es uno de los aspectos principales de la ruptura de parejas. De acuerdo con la sexóloga esto ‘no permite un mayor conocimiento de elementos básicos y perdurables en la relación de pareja como responsabilidad, compasión, comprensión, cuidados mutuos, entre otros’.
De igual manera, hay matrimonios que sí tuvieron largos noviazgos, como el caso de Marta y Jaime, y el primer matrimonio de Emilio, que tuvo dos hijas mientras duró, pero que igual terminaron en divorcio.
‘Acá no hubo entonces ligereza para dar el paso de matrimonio pero sí hubo falta de conocimiento en algunos de los elementos básicos ya mencionados. Recordemos que las personas van cambiando con la convivencia y, contrario a otras épocas, ni hombres ni mujeres son tan tolerantes con lo que no les agrada’, continúa Farides.
Y así empiezan a surgir los problemas más comunes en una relación: sarcasmos, ironías, omisión de información, malentendidos, resentimientos acumulados, infidelidad, falta de colaboración en el aspecto económico, competitividad, desautorización, falta de admiración del uno por el otro, enumera la sexóloga.
Sin embargo, la realidad en el país muestra conflictos matrimoniales menos complicados: de las diez causales de un divorcio que tipifica el Código de la Familia panameña —en la sección II del capítulo VII— el que más reincide es el de ‘mutuo consentimiento de los cónyuges’, de donde 2 mil 787 parejas —casi el 70% de los divorcios— se resolvieron de esta manera. Esto, principalmente es para hacer ‘menos doloroso y más expedito el proceso de separación conyugal: las parejas evitan muchas jornadas de dolor al alcanzar un acuerdo firmado’, asegura la abogada Aracellys Rodríguez.
A la vista del sociólogo panameño Roberto Antonio Pinnock, otra de las razones de la tensión en el hogar corresponde a que la mujer —en especial en las parejas de niveles económicos medios y pobres—, a pesar de que todavía tiene que atender los quehaceres del hogar, se ha incorporado a la fuerza laboral ‘extradoméstica’, ‘lo que la convierte en una trabajadora de doble turno (fuera y dentro del hogar) en tanto que se exige de ella lo mismo que si solo se dedicara al mundo doméstico, lo que resulta materialmente imposible entre estas mujeres’.
SOCIEDAD INDIVIDUALISTA
Por otro lado, el fenómeno del aumento de los divorcios tanto en este país como en el resto del mundo atienden a ‘un proceso de la sociedad actual en donde las fuerzas que SEPARAN (sic.) a los miembros de unidades sociales (familia, matrimonios, partidos políticos, etc.) son mayores que las fuerzas que UNIFICAN (sic.) o man tienen sus vínculos. Esto está estrechamente ligado a las fuerzas económicas que hacen predominar una cultura del individualismo (falsa individualidad a partir de una falsa libertad individual), que tiene una consecuencia directa en el sistema económico imperante’, destaca el sociólogo Pinnock.
‘En esta lógica, cada miem bro de las uniones conyugales piensa cada vez menos en proyectos de vida conjuntos de la pareja y cada vez más en proyectos individuales de vida; donde solo hay ‘acuerdo’ si uno(a) de los dos cede ante el proyecto del otro(a). Así, si uno(a) de los dos quiere realizar su propio proyecto de vida y entra en conflicto con el de la pareja, en nuestros tiempos sobreviene el debilitamiento de los vínculos y a la postre la ruptura de los lazos conyugales’, continúa el sociólogo.
‘En generaciones anteriores a los años 60 o 50 del siglo XX, el vínculo se mantenía porque generalmente la mujer cedía ante el proyecto del hombre. En consecuencia, el consumismo era menor; la canasta básica familiar tenía que ser de menor cuantía. ¿Ves el vínculo con el sistema económico? Esto nos explica en buena parte por qué ocurre esto en un momento con mayor fuerza y no antes’, culmina Pinnock.
TRATANDO DE CEDER
Al igual que en el caso de Marta, para Emilio fue una mala pasada sobrellevar el divorcio: ‘Quería —su primera esposa— la potestad de las niñas y eso era lo que me traía de peor forma, pero tras idas y venidas terminamos haciendo un balance en la potestad de las chicas’. Hoy en día llevan una relación diplomática; pero Marta se lo tomó más radical. Aunque la sentencia de su divorcio ‘está a la vuelta de la esquina’, y ya lleva casi 3 años de proceso, ella trata de llevar una vida normal, pero ‘no confía en nadie’: ‘Ahora cuando viene alguien con algún plan a largo plazo lo rechazo de lleno’, sentencia la promotora de ventas.
Ante esto la sexóloga Farides considera que ‘hay que hacer todo lo posible por salvar la relación, pero si no hay posibilidades, hay que tratar de hacerlo bien. Sin hablar mal del otro ni ir por el mundo dando explicaciones que justifiquen el paso dado.
Durante un divorcio las personas casi siempre se comportan como si fueran desconocidas y pueden hacer o decir cosas realmente dolorosas, por lo que hay que empezar a prepararse emocionalmente para lo que vaya a suceder de una vez lo decidan. Todo divorcio es doloroso, porque significa una pérdida, un final, un proyecto que queda a me dias. Por lo tanto, es importante realizar un duelo y de ser necesario, contar con la ayuda de un especialista’, recomienda Farides.
No sorprende entonces que la opción haya sido evitar el divorcio. Y también el matrimonio. Se consolida en paralelo la generación de los padres que dicen que el matrimonio es el único requisito para tener un divorcio: de 73 mil 292 nacimientos vivos que se registraron en el país en 2011, tan solo 11 mil 718 fueron bajo matrimonios consagrados: 3 de cada 10. El resto sucedieron en hogares en donde la madre y el padre estaban ‘unidos’, la madre estaba soltera o viuda.
No en balde, Roberto Pinnock dice que ahora la tendencia de crecimiento de las parejas casadas ‘se ha desacelerado en razón de que resulta económicamente más costoso una unión conyugal legalmente establecida; un casamiento legal en nuestra cultur a implica exigencias de vivienda y enseres separada de las familias de origen, es decir, compromisos que pueden afectar económicamente el proyecto individual’.
Es por ello que, culmina el sociólogo, ‘se incluye en el horizonte una posible ruptura, en tan to que cuesta mucho más ahora divorciarse, así que el razonamiento es: dentro de la eventualidad de que tenga que romper el vínculo conyugal porque no se armonizan los proyectos de vida individuales, es mejor entonces establecer un tipo de vínculo matrimonial con menos exigencias que las que implican las uniones legales’.
PERIODISTA