Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 08/12/2023 16:57
- 08/12/2023 16:57
La corrupción y el tranque son dos situaciones o circunstancias, dadas por temas específicos, que son lacras que hay que eliminar o por lo menos reducir a su mínima expresión. Analicemos sus orígenes:
El tema de la corrupción en Panamá ha hecho metástasis. Los panameños estamos hartos de ella y convencidos de que: “abajo la corrupción o muerte” ¿Cómo se dio este fenómeno, El despertar? Hoy estamos despiertos.
Hay que hacer igual con el “Tranque”, porque estamos hartos de él.Veamos; la corrupción generalmente indica el mal uso por parte de un funcionario de su autoridad y de los derechos que se le confían, así como de la autoridad relacionada con este Estado oficial, oportunidades y conexiones, para beneficio personal.
Esto es contrario a la ley y a los valores de la sociedad donde se vive. El principal incentivo para la corrupción es la posibilidad de obtener beneficios económicos y el principal elemento disuasorio es el riesgo de exposición y castigo.En Panamá diría que además de lo anterior, ser corrupto no le quitaba la amistad o el respeto aparente de la población al denunciado corrupto.
¡Eso cambió!
La corrupción no es solo nuestra, es mundial; no obstante, “el mal de muchos es consuelos de tontos”.
En el termómetro de Transparencia Internacional (TI), una organización no gubernamental global que se enfoca en la lucha contra la corrupción, se publica el Índice de Percepción de la Corrupción, que evalúa la percepción de la corrupción en diferentes países.
Si vemos el mapa de las Américas (2022), la corrupción se destaca desde México a la Argentina. Sólo se ven bien Chile, Guyana Francesa, Uruguay y un poco menos Costa Rica. El resto de los países está entre 30 y 39 puntos, en cuanto 100 es lo deseado (muy baja corrupción).La nuestra es una corrupción a gran escala y sistémica: ese despliegue, ese alarde de funcionarios escondidos dentro de los cargos más altos del gobierno, protegidos por el sistema legal y económico.
Esto hace que para la mayoría las utilidades se vean mermadas y crea deterioro económico. Nos llevó 29 años llegar a “El despertar”. Tranque se le dice en nuestro país a la congestión y es causada por el exceso de autos particulares que llegaron en 1906, cuando Adolph M. Rosenthal trae a Panamá el primer automóvil del que se tenga registro a la Compañía Nacional de Transportes, destinado al movimiento de personas, lo que luego se conocería como taxi.
Otra publicación del Banco Nacional nos dice que el primer auto llegó a Panamá en 1920, propiedad de los Correos Nacionales y que financió el Banco Nacional (Banco Nacional, FB).
Luego de que se industrializó el auto por el fordismo, el aumento fue explosivo, debido al bajo costo del auto y al aumento del poder adquisitivo de las clases de mediano ingreso, así como mayor acceso al crédito, aunado a que se planificó para los autos, con una mayor participación de autos de segunda mano.
Con el aumento de las migraciones por problemas políticos en otros lares, al igual que la migración del campo a las ciudades buscando mejores oportunidades de mayor calidad de vida y mejores salarios, la ciudad de Panamá tuvo un gran aumento de población en pocos años, con la mitad de calles de otras ciudades de mayor tamaño.
Se hizo necesario mejorar el transporte público, además de tener nuevas concepciones académicas con la intervención de las ciencias sociales, disciplinas que estudian la dimensión espacial de la sociedad, promoviendo las mejoras en la calidad del viaje inclusive en las ciudades, lo que amplía el término de transporte a movilidad o movilidades.La meta es cambiar “el Tranque” por una movilidad sostenible, en donde la accesibilidad y la movilidad cotidiana sean placenteras.
La movilidad es el traslado de personas, mercaderías, información, objetos orgánicos o no, dinero, tecnología, etc. en el menor tiempo posible.La movilidad es un derecho humano más, una forma de habitar la ciudad, además de que hoy se requieren ciudades menos calientes, con verdor, calidad de aire y con espacios públicos que mejoren la inserción de todos los sectores de la sociedad civil y promuevan la cohesión social.
Los gobiernos locales deben garantizar a los ciudadanos el desplazamiento en transportes públicos accesibles, a precios razonables y sin distingos de género, edad o discapacidad. Sepamos esto todos y todas, para que hagamos el otro “Despertar” y exijamos la movilidad que necesitamos.
Un Metro, buses legales todos, taxis como “ubers”, bicicletas y el poder caminar conectados todos, con una buena infraestructura segura, para poder dejar el auto en casa. Así tendríamos un transporte público de primer mundo, en donde se mueva desde el ciudadano más encopetado hasta el más humilde.La autora es arquitecta.