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- 16/07/2020 00:00
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Desde hace 110 días, la denominada modalidad del teletrabajo ha venido dando como resultado algunas historias épicas que parecen irrelevantes para lo inmediato, pero a mediano plazo, serán los pinitos de una nueva cultura, no solo de trabajo, sino del modo de vida de los humanos.
Empezamos por la adaptación de tu viejo computador o laptop para que resista las ocho horas de trabajo sin recalentarse, y sin que te salga una vez más el mensaje de que Windows no te dará más soporte porque tu licencia es versión 7 del año 2011. Y encima, rezar para que no le caiga un virus a los archivos de trabajo que has estado organizando hace varios días.
Una de las grandes batallas virtuales ha sido la transformación de las reuniones presenciales eternas a reuniones cronometradas y con agenda precisa, para no eternizar en el intercambio de argumentos sin utilidad práctica. Pero todo trae consigo algunas limitaciones nuevas, y llegó entonces la carrera de más reuniones al día; y si antes teníamos la excusa de los tranques para justificar las tardanzas, en el mundo virtual ya empieza a sonar con cierta regularidad, me disculpan, pero la reunión anterior se prolongó más de lo esperado.
Las videollamadas empezaron con mucha fuerza, y las plataformas zoom, team y meet, en este orden, son las que están en los primeros lugares de uso mundial. Estas plataformas son el punto de contacto diario, son como las salas de reuniones de las oficinas, los hogares, las iglesias, las bibliotecas, los salones de clases, en fin, los puntos de encuentro para los webinars, las fiestas retro de los fines de semana, y las reuniones familiares del domingo.
Para fines de intercambio de conocimiento, en cuatro meses de andanzas digitales, el estilo de los encuentros virtuales inició por monólogos en calidad de conferencias magistrales o de expertos, luego vinieron los paneles de 2 o 3 personas en una sola actividad, con o sin derecho a intercambio abierto de comentarios o preguntas; desde hace un mes, las organizaciones se han dado cuenta de la sobre saturación de la oferta de este tipo de encuentros de diálogo, y han desarrollado lo que se denominan ciclos, que es ofrecer bajo un eje temático un conjunto de conferencias individuales o colectivas con un calendario de fechas diferidas para que el usuario pueda tener flexibilidad con su tiempo.
Detrás de todo este ejercicio de la modalidad de teletrabajo, hay seres humanos que provienen de distintas generaciones y que a la par del ejercicio laboral, desde el mismo imaginario de cada una de las herramientas, se dificulta o facilita la asimilación de los procesos de cada aplicación, porque en la mayor parte de los casos, es aprender de memoria a tocar los íconos en cierto orden para lograr la generación del proceso de manera correcta.
La parte física de esta modalidad, debe incluir, mobiliario e insumos para crear una ambientación agradable, acorde con las condiciones físicas de los teletrabajadores. Tras este conglomerado de cables y pantallas, es necesario estudiar con mayor profundidad, cuáles son las necesidades, desafíos y la productividad real de cada grupo de edad o de cada generación de humanos.
Al inicio o al final de cada jornada, este mismo equipo digital, te sirve para conectar con una actividad social, ambiental o económica que te permite realizarte, que permite que tu yo interior, se sienta bien contigo mismo. Algunos rezan, otros comparten recetas, otros tips de negocios, algunas hacen ejercicio físico y otros simplemente se relajan leyendo, viendo películas o escuchando música para volver a iniciar al día siguiente, su jornada de teletrabajo.