El carácter del panameño y las encuestas

Actualizado
  • 18/02/2023 00:00
Creado
  • 18/02/2023 00:00
No se debe confundir la resignación con la sumisión ni mucho menos con el pesimismo. Ante una circunstancia dada, la resignación reemplaza la ilusión. En la sumisión existe la total decapitación de la honorabilidad. Mientras que en el pesimismo impera una lamentable caída de la autoestima
El carácter del panameño y las encuestas

No resulta fácil definir el carácter de un pueblo. Algunos eruditos han estudiado el comportamiento de sus paisanos y han dicho que la geografía tiene algo que hacer en la formación de la personalidad.

El sabio López de Mesa, en Colombia, tiene estudios sobre el modo de ser del colombiano, región por región. Recuerdo haber escuchado a Demetrio Porras un alegato sociológico, inspirado en el positivismo de Ferri. Postulaba que, efectivamente, en el entorno del hombre lo exógeno influía en el carácter.

El hombre de la costa tiende a la extroversión, se desliza con un habla a gritos, como esperando un rebote del mar tan infinito, es más sociable y muy dado a la euforia, al juega vivo. No ocurre así con el hombre de las tierras altas. Su hablar es pausado y de tono bajo, individualista, laborioso, y el frío lo hace más retraído y hogareño.

Existen otras variantes en la fijación de las conductas. Bolívar, apesadumbrado en algún momento de sus jornadas independentistas, expresaba que estos pueblos de América se “levantan en los tumultos y gimen en las cadenas”. Tal vez quería explicarse por qué algunos pueblos eran reacios a los movimientos liberadores. Sin duda, ante los riesgos, es más atractivo y posible participar en un tumulto que tomar en solitario una bandera reivindicadora.

En lo que yo me he ocupado es en determinar por qué el panameño es generalmente resignado. Su tendencia es vivir de sueños y cuando estos se desvanecen queda increíblemente tranquilo, resignado. Estimo, por ello, que la Lotería Nacional tiene que ver algo con la resignación automática que distingue al panameño de hoy. La califico de automática porque producido el desaire de la fortuna, de inmediato cesa el sueño, la esperanza o el disgusto.

El impacto frustrante de la Lotería Nacional es impresionante. El panameño semanalmente teje dos ilusiones, la lotería del miércoles y la del domingo. Se pega a esos sueños frenéticamente, pero producida la última cifra sin que diera lugar a un premio, automáticamente el panameño desinfla toda ilusión y resignadamente camina hacia el próximo sorteo.

No se debe confundir la resignación con la sumisión ni mucho menos con el pesimismo. Ante una circunstancia dada, la resignación reemplaza la ilusión. En la sumisión existe la total decapitación de la honorabilidad. Mientras que en el pesimismo impera una lamentable caída de la autoestima. Lo explica un versito: “el ave canta, aunque la rama cruja porque sabe lo que son sus alas”. Cuando el hombre pierde la fe en sus alas entra en el pesimismo.

Sin embargo, todo lo que viene puesto me lo ha enredado el último “Pulso de la Nación” de Dichter & Neira. Se trata de una encuesta admirablemente vertebrada que ha descubierto una zona desconocida en la personalidad del panameño que, de generalizarse, nos puede llevar a la autodestrucción, al suicidio.

En la carátula del suplemento dedicado a la encuesta, se lee que bajo el gobierno de Torrijos hay “más desempleo”, “más corrupción en la Asamblea”, “más inseguridad”, “más corrupción en el gobierno” y “más corrupción en la Corte” “cero corrupción: ningún avance a la vista” y se habla de “Alí Babá y los 78 diputados”. En las páginas interiores del Pulso existen otras calificaciones más crudas contra el gobierno. En síntesis, los encuestados afirman que estamos en presencia de un gobierno deficiente.

Pero resulta sorprendente que esos mismos encuestados afirmen que la popularidad de Torrijos se fortalece y crece como la sombra cuando el sol declina.

Lo que revela la encuesta es un nuevo mal colectivo: el masoquismo político, una especie de vocación suicida que oscila entre el sufrimiento y el placer. El pueblo sufre, según las encuestas, pero el encuestado que es parte del pueblo goza alabando a Torrijos, de modo que para alabar al gobierno es capaz de regocijarse con la creciente proliferación de males que azota al país. Es la lógica de la encuesta: en la medida en que estemos peor, más crece el prestigio de Torrijos. Pienso que el mismo Torrijos desdeña esta clase de muestrario por la anormalidad moral que queda en evidencia. Podría decir a los encuestados: ¡No me defiendan compadres!

¿Qué hacer con semejante muestrario de incongruencias que se acepta como verdad absoluta y mayoritaria del pueblo? ¿Seguir la línea de la oposición viviendo la resignación automática y esperar el sorteo de 2009? A lo mejor el pueblo hastiado de tanto conformismo podría pensar distinto.

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