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- 18/02/2020 00:00
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El sector turismo respalda al cien por ciento el proyecto de la playa en la bahía de Panamá.
Ernesto Orillac, de la Cámara Nacional de Turismo de Panamá, está convencido de que el proyecto es “positivo” y permitiría despegar el sector turístico. El experto explicó que es importante contar con elementos turísticos “diferenciadores” de los vecinos para incentivar la actividad turística, que está experimentado una disminución.
Orillac propone como ejemplo la experiencia de Barcelona, que justo antes de los juegos olímpicos de 92, acondicionó la playa de la ciudad, que se ha convertido en uno de los principales atractivos de los extranjeros. También enumera las playas de Copabana, en Brasil, y se pregunta, “¿por qué nosotros no podemos hacerlo en la bahía?”.
En su opinión, la playa inyectará dinero fresco al país, procedente de los turistas extranjeros, que puede ser reinvertido en el resto de los corregimientos del país. Orillac señaló que durante años, los panameños “han vivido de espalda al mar, pero es el momento de recuperar ese terreno”.
Según él, lo más importante es que se realice un proyecto de forma correcta y sostenible, que permita incrementar el flujo de pasajeros y de dinero. Y, añade que debe hacerse un plan a largo plazo, que sea estratégico, que traspase las fronteras políticas y que establezca el desarrollo de la zona, es decir, la comercialización (concesiones, restaurantes y anfiteatros).
El proyecto, sin embargo, ha enfrentado una fuerte oposición que, a su juicio, está relacionada al desconocimiento de la obra. “Las personas lo asocian a temas políticos e incluso concluyen que busca beneficiar a un fin propio. Pero, el proyecto solo debe beneficiar a la ciudad de Panamá”, puntualizó.
La bahía de Panamá sería lo más parecido a Copacabana en Brasil, Santa Mónica en California y la Barceloneta en Barcelona. Los componentes de un plan maestro de la comuna capitalina, al que tuvo acceso este medio de comunicación, contemplan la recuperación de espacios de playas en Calidonia (1km) y Bella Vista (600 metros) para promover el desarrollo turístico, económico y estético de la ciudad.
En los alrededores se desarrollaría un parque para bicicletas y para piscina, quioscos, teleférico, museos, áreas culturales y de deportes de playas. La transformación también copiaría proyectos insignes de distintos países, como la rueda londinense (London Eye), el anfiteatro australiano, restaurantes y comercios. El Mercado del Marisco sería similar al de Sidney, en Australia. La propuesta también contaría con un mirador turístico, taxis y ferris acuáticos. En uno de los puntos del plan se establece una conexión entre la cinta costera y Amador.
Pero hay ambientalistas, como la exalcaldesa y arquitecta Raisa Balfield, que consideran que en lugar de construirse playas artificiales deben recuperarse las existentes entre San Felipe y Pacora. “Existen playas naturales que no se usan debido a la falta de acceso, la cantidad de basura y aguas contaminadas”, agregó la ambientalista.
Para Banfield, es más coherente un plan integral marino costero, que promueva la conservación de esos recursos, que integre espacios públicos, que sirvan para mitigar las inundaciones. Esta propuesta es más acorde con la demanda de adaptación climática de la ciudad, explicó en una reciente entrevista que ofreció a La Estrella de Panamá.
En el caso de las playas artificiales, estas requieren rellenarse constantemente por los cambios de mareas y oleajes en el Pacífico, que son fuertes. “¿De dónde saldrá la arena?”, se pregunta la ambientalista. Y recuerda la experiencia de sitios como Chame y el archipiélago de Las Perlas, donde la extracción de arena ha causado un impacto dañino, afectando el régimen de oleajes y sitios de anidamiento de especies.
Por último, Banfield consideró que “invertir todo el presupuesto plurianual de la descentralización en 1.6 km de playa va en contrasentido y es un despropósito de la búsqueda de equidad en el desarrollo y en la democratización de las mejoras inminentes que requiere el distrito capital”.
En un comunicado publico, el Movimiento Otro Camino, que lidera Ricardo Lombana, señaló que es una incoherencia proponer un proyecto de playa en el que las personas no se podrán bañar, porque los expertos en materia de impacto ambiental coinciden en afirmar que la bahía no está descontaminada y que cualquier proyecto de esta naturaleza debe plantearse en un mediano plazo.
Además, el grupo político plantea que la playa no es una necesidad ni una prioridad para el distrito con 26 corregimientos carentes de instalaciones deportivas, sin parques, áreas verdes ni espacios públicos, y donde la mayoría de los corregimientos tienen graves problemas de seguridad, ausencia de aceras, calles en pésimo estado, inundaciones y mala recolección de basura. Y exhorta al alcalde de la ciudad de Panamá, José Luis Fábrega, a que solicite al Tribunal Electoral un referendo con efectos vinculantes, para medir la aceptación de la propuesta entre los ciudadanos.
A principios de los años de 1990, los panameños se bañaban en las aguas de la bahía de Panamá. Pero, la mala planificación urbana y un deficiente sistema de manejo de aguas residuales provocaron la contaminación de las aguas. Con una inversión de $120 millones, el alcalde capitalino pretende recuperar ese espacio para la recreación de panameños y extranjeros. Sin embargo, se desconoce si las aguas estarán aptas para actividades recreativas para 2024, cuando concluya el megaproyecto.
Ayer, un grupo de personas protagonizó una protesta para rechazar el proyecto de la Alcaldía de Panamá, que irá a consulta ciudadana el próximo 12 de marzo.