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Ricardo Arias Calderón, ‘por sus escritos los conoceréis'
- 09/08/2017 02:05
- 09/08/2017 02:05
Cuatro intelectuales y amigos de Ricardo Arias Calderón (1933-2017) acompañan la presentación póstuma de sus mejores escritos. Harry Brown Araúz, Manuel Orestes Nieto, Julio Bermúdez Valdés y Ebrahim Asvat prologan cada uno y en ese mismo orden, los primeros cuatro capítulos de los seis que componen la obra que se da a conocer hoy.
El libro de artículos y ensayos del político y filósofo destaca además su vertiente religiosa como católico practicante que supo, sin embargo, abordar de manera crítica la problemática de la Iglesia en Panamá que llegó a calificar como ‘introvertida' y ‘más dada a perdurar que a existir', según se lee en la Introducción del libro, que no aparece firmada.
Sí resalta el escrito de iniciación a la gruesa publicación de 406 páginas enumeradas ‘el tono docente' de los textos de Arias Calderón y ‘una advertencia constante sobre los problemas cruciales que padece la nación y la humanidad, que subrayan esa disposición de servicio a la sociedad que caracterizó su vida'.
Este ‘homenaje' al trabajo del presidente de la Democracia Cristiana en Panamá (1980-1993) refleja, por otra parte, la vigencia de su análisis acertado, ya que, consultados al azar, cualquiera de los artículos escogidos, escritos a lo largo de casi cuarenta años, entre 1963 y 2002, goza todavía de muy buena salud.
El politólogo Harry Brown presenta el primer capítulo, titulado ‘Dos artículos, un ensayo y una posición', que recoge precisamente esos tres géneros y desarrolla temas que van desde el perfeccionamiento del Estado y el Canal de Panamá y la democratización en la región hasta ‘la crisis panameña', según el discurso de Arias, en representación de la Alianza Democrática de Oposición (ADO) Civilista, ante la misión de ministros de Relaciones Exteriores enviada a Panamá por la XXI reunión de consulta de la OEA, el 24 de mayo de 1989, dos semanas después de que se anularan las elecciones del 7 de mayo, en las que habían salido victoriosos.
En su texto, ‘Hacer cosas con palabras', Brown sustenta cómo los textos bien estructurados de Arias estaban concebidos para ‘invitar a la acción'. ‘Los cuatro textos de este capítulo retratan a su autor como un político que entendía las instituciones de representación política como instituciones de la discusión' y desde ese debate ‘orientar a la opinión pública', apunta. ‘Panamá es un país, no un Canal', sostiene Arias sobre la consolidación del Estado nacional mucho antes que la empresa canalera, precisa asimismo Brown, para quien el autor ‘se mueve con agilidad por el terreno pedregoso de la panameñización del Canal entendiendo que para lograrlo tiene que haber un debate político diverso y unidad nacional'.
Rescata asimismo ‘la inusual combinación de idealismo y pragmatismo estratégico' de Arias, cuando propone que Panamá se integre a la globalización para ser más fuerte. ‘Las preocupaciones y reflexiones de Ricardo Arias Calderón rebasaban las fronteras de su país', concluye Brown, para quien el político panameño tuvo la virtud de ‘trazar horizontes normativos para construir una mejor sociedad'.
EL ALUMNO
A Manuel Orestes Nieto le toca presentar el Capítulo 2, ‘Religión y Filosofía', con un escrito que el poeta denomina ‘Ricardo Arias Calderón: enseñar a pensar' y arranca con su testimonio de estudiante.
El también filósofo recuerda la faceta de profesor generoso y sensible de Arias Calderón, ‘una personalidad pedagógica de grandes proporciones'. Y en primera persona asegura que los ‘recursos del pensamiento dinámico y activo que le alumbró y cultivó a conciencia y con talento' enriquecieron a sus alumnos, que ganaron ‘en capacidades intelectuales para ver la realidad en su complejidad'.
Al enseñar, apunta, no influía; educaba para ser persona.
En este capítulo destacan escritos como un artículo obituario tras la muerte, el 4 de agosto de 2000, de Marcos Gregorio McGrath, arzobispo de Panamá, de quien aplaude con igual mérito su santidad y su panameñidad, y con quien compartió el mal de Parkinson. ‘Ya no podía hablar, pero su mente estaba lúcida, sus gestos atentos y con la cortesía de siempre. Seguía imponente de figura, pero demacrado por la enfermedad. Su sola presencia era más que un sermón. Un testimonio de fe persistente hasta el final. La única fe que cuenta', escribía Arias Calderón con dolorosa implicación casi profética.
También escribe Arias Calderón sobre Jacques Maritain, con el que coincidió en su época formativa y a quien presenta como ‘uno de los más grandes intelectuales católicos del siglo XX' y cuya obra Humanismo Integral (París, 1936) propone una ‘nueva cristianidad' para ‘resolver' la crisis del mundo moderno, ‘profana, no sacral, pluralista y caracterizada por la tolerancia cívica y la fraternidad cívico-integral' y tras explicar las teorías del filósofo francés, a la luz de sus consejos, recomienda de su cosecha ‘un cambio profundo en el estilo de vida, de un estilo marcado por el consumismo, hacia un estilo marcado por la aspiración de solo tener más para ser más y mejor'.
Sobre la ‘ética política de la responsabilidad', Arias Calderón hace ‘algunas reflexiones' y presenta ‘el concepto maquiavélico de la política', la Utopía, de Tomás Moro, las diferencias de estar en el gobierno y la oposición y, la importancia de la ‘vigilancia partidaria' para evitar tanto el ‘profetismo político' como el ‘oportunismo político', y la necesaria incorporación de la decencia y la integridad en la cosa pública, lo que llama ‘la calidad moral de la democracia', que da sentido -‘alma y vida'-, a los cambios económicos y sociales.
Habla del trabajo (‘El trabajo como valor, según Laborem excercens') y de la pobreza (‘El costo de ser pobre'), para establecer que ‘el trabajo es uno de los signos de la diferenciación del hombre con respecto al resto de los animales', con valor de autorrealización y de obligación. Y en 1981 ya anunciaba que ‘ser pobre en Panamá no solo significa tener menos, con frecuencia mucho menos de lo estrictamente necesario, sino que significa también pagar más, a veces mucho más, por lo poco que se logra tener. Cuesta caro ser pobre, y por ello la pobreza tiende a convertirse en un callejón sin salida, en el que solo se avanza para ser más pobre todavía', planteamiento que, en su rotundidad, requiere hoy mismo pocos comentarios, salvo los del propio Arias Calderón en su momento, que animaba a ‘encarar este hecho' para superarlo y hacer de Panamá ‘una sociedad más justa y más fraterna'.
EL PERIODISTA
El Capítulo 3 dedicado a ‘El Régimen', sobre la etapa militarista (1968-1989), lo presenta Julio Bermúdez, que ya trabajó en un libro anterior sobre el político, Ricardo Arias Calderón, pensador y constructor de democracias (2013). El periodista, que conoce bien al personaje, arranca con una cita contundente: ‘Al extender las características militares a la sociedad en su conjunto, desnaturaliza ambas cosas: por crecimiento excesivo la institución militar se convierte en un tumor para la sociedad y por restricción excesiva, las organizaciones sociales se tornan raquíticas frente al poder militar'. Así de claro planteaba las cosas ‘RAC', a quien Bermúdez aconseja leer ‘desapasionadamente' para entender en toda su proyección los análisis del filósofo-político.
‘En cualquier sociedad, la estructura militar es unilateralmente jerárquica desde los mandos superiores hasta la tropa, segregada del resto de la población (...) El social militarismo traslada estos rasgos al Estado ‘gobernante' y a sus intervenciones políticas como propulsor de transformaciones socioeconómicas. En consecuencia, impone un paternalismo mandón que se contrapone a la organización autónoma del pueblo e impide que este madure a través de una participación responsable', anunciaba Arias con clarividencia sobre un esquema que parece haberle sobrevivido en más de un ámbito del entorno panameño.
Este es el capítulo que trata de la corrupción, la crisis de legitimidad del Estado, el ‘desequilibrio' del poder presidencial y ‘cómo equilibrarlo', democratización y derechos humanos y ‘la acción militar estadounidense'.
En una entrevista fechada en 1989 con dos periodistas extranjeros, Arias Calderón explicaba que hicieron ‘todo lo posible por evitar la invasión' y que cuando EE.UU. les comunicó la operación, como miembros de la nómina ADO Civilista considerada vencedora en las elecciones de mayo de ese año, no la aceptaron e insistieron en que se producía ‘por decisión del gobierno estadounidense'. Se juramentaron ‘convencidos de haber sido elegidos por el pueblo panameño' según los procedimientos instruidos en la Constitución, añade.
En el Capítulo 4, ‘Vigencia Política e histórica', es el abogado Ebrahim Asvat el que destaca la relevancia de los escritos de Arias Calderón, 25 años más tarde, sobre todo en temas como las amenazas de seguridad en Panamá, la necesidad de asumir el concepto de seguridad humana y/o ‘permitir a otros estados que nos determinen la agenda de seguridad del país'.
También subraya su guía ‘para reconstruir la institucionalidad política del país ante el colapso del régimen dictatorial, producto de una invasión extranjera'. Y alaba su esfuerzo para incorporar al proyecto a los antiguos militares, sin odios ni revanchismo.
Asvat apunta, asimismo, el valor de la Democracia Cristiana de Arias Calderón, como un partido aconfesional ‘inspirado en valores cívicos y morales de la doctrina social de la Iglesia católica, pero respeta la religión de cada miembro del partido' y lo dice, convencido, como musulmán y antiguo democratacristiano.
De ese capítulo destaca el pronunciamiento sobre la reafirmación de la autoridad civil sobre los militares, presentado ante la Asamblea Nacional el 17 de junio de 1991, en el que alertó cómo los regímenes militares ‘manipulan y desvirtúan el nacionalismo' y comprometen su potencial ‘para unificar o estimular a un pueblo'.
AL FINAL
Los capítulos cinco y seis son ‘Letras Patrias' y ‘Otros escritos', respectivamente, dedicando en este último recomendaciones preocupadas ante ‘El drama de la mujer', la Universidad de Panamá, el antisemitismo o la eutanasia y tiernas reflexiones sobre su propia condición de abuelo, ‘un gozo gratuito', apunta, y un regalo de la vida que continúa a pesar de la propia muerte.
Desde aquí resaltamos, sin embargo, el trabajo especial que publicó en La Estrella de Panamá en 2011, una serie de 39 ensayos que refrendan el compromiso de este diario con las publicaciones relevantes, las que soportan el paso del tiempo, las que se convierten en historia.