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- 08/10/2023 00:00
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El “Congreso Nacional Feminista” realizado en la ciudad de Panamá, entre el 20 al 25 de septiembre de 1923 dio lugar a la constitución del Partido Nacional Feminista, de cara a “defender de manera más eficaz los intereses femeninos e intervenir en todos los actos de la democracia nacional”, según se estableció en el Acuerdo No. 1 adoptado por dicho Congreso.
Este Congreso sesionó con 44 delegadas de casi todo el país, aprobó la creación del Partido Nacional Feminista, su Programa y Directorio Nacional, en función del trabajo previo del Centro Feminista Renovación.
Este Centro había sido fundado en diciembre de 1922, fungiendo Clara González como su presidenta; Elida de Crespo, su primera vicepresidenta; Sara Sotillo, su segunda vicepresidenta; Sara Barrera, su secretaria; y Enriqueta Morales, su tesorera. Proclamó “la total emancipación de la mujer”, incluyendo la igualdad política con el hombre, en su primer Manifiesto. Presentó un Proyecto de Ley Venero, en 1922, sobre el voto femenino ante la Asamblea, que no prosperó. Hizo giras nacionales, constituyendo directorios provinciales.
En el Congreso fue escogido su Directorio, conformado por Clara González, como presidenta; Zoraida de Schtronn, como vicepresidenta; y Elena Tejada, Julia Palau de Gámez y Benilda Zamora, como vocales.
El Programa de 20 puntos que fue aprobado incluía entre otras cosas: la creación de talleres-escuelas, reforma de programas educativos, cárceles especiales, leyes protectoras incluyendo remoción de incapacidades legales, derechos políticos, mejores condiciones de trabajo para las mujeres.
Funda la Escuela de Cultura Femenina, el 24 de junio de 1924; y recibe su personería jurídica mediante Resolución No 185 de 17 de agosto de 1924 de la Secretaría de Gobierno y Justicia.
En el Mensaje que diera en representación del Centro Renovación al PNF, Clara señaló que este partido pretendía “luchar con ahínco por la regeneración social de la mujer, su emancipación política, propender a su perfeccionamiento moral y echar por tierra su dependencia económica como también los prejuicios que lejos de llevarla hacia la meta de sus aspiraciones, le imprimen una dinámica de nefasto retroceso”.
Vemos un influjo del sufragismo norteamericano e inglés, en boga en la época, y el pensamiento socialista y anarquista de principios del siglo XX. El sufragismo estadounidense estuvo alimentado por el universalismo ético derivado de la Ilustración, que apelaba a la libertad e igualdad de hombres y mujeres sin distinción.
En cuanto a la influencia del pensamiento socialista y anarquista, podemos destacar, por un lado, que en su tesis para graduarse de abogada (“La mujer ante el derecho panameño”, 1922), Clara González se apoya en August Bebel, autor de La mujer y el socialismo (1879). Por el otro, participó en el Grupo Comunista dentro de la primera Federación Obrera (1921), junto con Julia Palau de Gámez; los anarquistas José María y Martín Blásquez de Pedro y Sara Gratz; con los socialistas peruanos Luis Bustamante y Nicolás Terreros; con los que serían más adelante fundadores del Partido Comunista (1930) Domingo H. Turner, Eugenio Cosanni y Eduardo Guevara; y los fundadores del Partido Socialista (1930) José Brower y Diógenes de la Rosa.
De hecho, José María Blásquez de Pedro había señalado que el “feminismo bien entendido es una parte del socialismo”. Y la Federación Obrera reclamaba desde 1921, como reivindicación propia, “llevar a la práctica el sufragio femenino”. Julia Palau de Gámez, creadora de los Talleres-Escuela de la Federación Obrera, antecedente inmediato de la Escuela de Cultura Femenina del PNF, la acompañaría en la fundación tanto del Centro Renovación como del Partido Nacional Feminista.
El PNF obtiene la derogación de normas discriminatorias hacia la mujer existentes en los Códigos civil, comercial y judicial y la posibilidad para ésta de poder ejercer la abogacía (Ley 55 de 1924).
El colectivo presenta mociones en pro del sufragio femenino en 1924, 1926, 1932 y 1936, con resultados infructuosos. En 1924 obtiene un informe favorable de los diputados Domingo Turner, Harmodio Arias, José Batalla, Manuel Quijano, Eduardo Chiari, Guillermo Méndez, Harmodio Arosemena, Rosendo Jurado, Julio Alemán y Pedro Vidal, pero no prosperó en el pleno de la cámara legislativa. Igual pasó en 1932, a pesar de que la petición contara con 25,000 firmas de adhesión. En 1936, el diputado Alfredo Alemán sustenta el sufragio femenino, lográndose empate en la votación por varios días, hasta que se pierde por el secuestro de un diputado por parte de sectores conservadores y el gobierno.
El 30 de diciembre de 1944 se funda la Unión Nacional de Mujeres, con viejas militantes del PNF y nuevas mujeres como Stella Sierra, Gumercinda Páez, Felicia Santizo y otras, de cara a participar en las elecciones a Constituyentes. Con la expedición del Decreto No 12 del 2 de febrero de 1945, las mujeres obtienen el derecho a ser votadas y a sufragar en estas elecciones que se celebran el 6 de mayo siguiente, siendo escogidas 7 mujeres: 2 principales (Esther Neira de Calvo y Gumercinda Páez) y 5 suplentes (María O. de Obaldía, Virginia Grimaldo, Raquel de Ducrueux, Ana de Calvo y Elvira Ayala).
Los partidos políticos representados en la Asamblea Nacional Constituyente de 1945 se habían comprometido con las mujeres panameñas organizadas, a aprobar el sufragio universal para hombres y mujeres sin distinción, así como el derecho a ser elegidos para cargos de representación popular, como en efecto quedó plasmado en el texto de la Constitución de 1946.
A 100 años de su celebración, el Instituto de la Mujer de la Universidad de Panamá llevó a cabo su Congreso Científico, del 18 al 22 de septiembre de los corrientes, con el fin de rendir homenaje a estas pioneras feministas y reflexionar sobre el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible No 5, relativo a la igualdad de género.
Allí se aprobó Proclama de las mujeres panameñas, redactada por la sindicalista Nelva Reyes, quien aboga por retomar las demandas inconclusas que planteó el PNF en 1923, así como también luchar para instalar centros de orientación infantil en centros comerciales, empresas, instituciones y corregimientos; garantizar la igualdad de género; y poner fin a la discriminación contra la mujer y la niña, entre otras.
De igual manera, se efectuó el “Encuentro Nacional Feminista 2023 Paridad, Autonomía y Justicia: 100 Años”, el pasado 23 de septiembre, con la participación de 150 mujeres pertenecientes a 14 organizaciones femeninas y de mujeres independientes, que concluyó en la necesidad de conformar una Red Nacional de Mujeres y fundar una Escuela Feminista.
A los 78 años, Clara, en entrevista que le hiciera Berta Cabezas (La Prensa 9/3/90), era consciente que la lucha de la mujer no había concluido con la obtención de los derechos políticos. Ella profirió las siguientes palabras, que tienen actual vigencia: “Hay un gran trabajo por realizar. Que no estamos emancipadas. Que la igualdad de oportunidades no funciona. Se necesita una toma de conciencia del elemento femenino… Las nuevas generaciones deben tener constante beligerancia… Dejar oír su palabra en todas las consultas nacionales y exigir que se les oiga… Debe resurgir el Movimiento Feminista”.
La autora es Catedrática de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá.