• 29/06/2024 00:00

Violencia escolar y cultura de paz

Las víctimas son de cualquier sexo o edad, generalmente se muestran pasivas, tienen ataques de ansiedad [...]

La violencia escolar afecta la convivencia escolar, el derecho a la educación y en especial el derecho fundamental a vivir en paz en las escuelas, situación que no debe ser normalizada o ignorada, sino enfrentada para construir una cultura de paz que promueva un ambiente seguro y respetuoso.

Según la Unesco, la violencia escolar es aquella que ocurre dentro o fuera de las aulas de clases, en el trayecto al colegio, en actividades escolares, incluyendo los entornos digitales. Así en fecha reciente circuló un video en las redes sociales donde se observa a una estudiante que golpea a la otra de manera repetida, mientras otras graban. Esto sucedió a la salida de una escuela en Alanje, Chiriquí (panamatown507).

La violencia escolar es silenciosa y caótica; convierte el ámbito educativo en un lugar inseguro, ocurre en los pasillos o en el patio del colegio, en el aula de clase, o en los baños, y estos últimos han sido calificados como una zona de eminente riesgo o peligro, especialmente los de educación física. Hay temor al ir al baño, por correr el riesgo de ser espiadas por jóvenes del sexo masculino, o ser objeto de vejámenes por varios compañeros, como meterle la cabeza en la tasa del servicio.

En nuestro país, ha habido denuncias de violencia sexual del profesorado contra los estudiantes o de violencia verbal por el profesorado contra los estudiantes; o de padres de familias contra educadores, y dependiendo de su gravedad se constituyen en delitos de abuso sexual, de robo, hurto u otros.

¿Pero, como se manifiesta la violencia escolar? Tenemos la violencia psicológica o emocional, verbal, física, sexual, social o discriminatoria, o de exclusión social por su apariencia física, su orientación sexual, o de actos vandálicos, que según su gravedad pueden constituir delitos.

En la mayoría de los casos la violencia escolar entre estudiantes, es verbal, física, psicológica o de exclusión social. La primera de ellas, no deja huellas físicas en el estudiantado, pero sí emocionales afectando el autoestima, por palabras hirientes, apodos, chismes o rumores negativos, humillaciones, entre otros, a diferencia de la física, que se manifiesta con empujones, golpes, pellizco, halones de cabello, en ocasiones se emplean navajas o armas

En cuanto, a la violencia psicológica se vale del chantaje, la intimidación, para obligar al estudiante hacer o no algo contra su voluntad, mientras que la violencia por exclusión social, hace sentirse rechazado, marginado al estudiante por prejuicios, estereotipos negativos, que hacen que no pueda tener una convivencia en el ámbito escolar, (Castellanos Pierra/Zayas Pérez,2019)

Pero, es frecuente también que se sufra agresiones por compañeros del colegio, que le quitan dinero o el “lunch”, dañan las pertenencias, esconden las tareas, o los intimidan a que les den dinero, viviendo diariamente un clima de inseguridad, y en ocasiones sin una respuesta de las instituciones de educativas.

Respecto, al acoso escolar, valga señalar, que es una forma de violencia escolar que se da entre los estudiantes de manera continua, y es distinta a la violencia escolar porque esta afecta la convivencia pacífica de los estudiantes, del personal de los centros educativos, y los padres de familia.

¿Quiénes están involucrados en una violencia escolar? Tenemos el agresor o victimario, que suele ser un compañero del aula o asiste al colegio, de sexo masculino o femenino; es el menos popular según sus compañeros, y es un sujeto impulsivo, hostil, no tiene empatía, con problemas de sociabilidad e incapacidad para seguir las normas, entre otros (Penalva López,2018).

Las víctimas son de cualquier sexo o edad, generalmente se muestran pasivas, tienen ataques de ansiedad, aislamiento, bajo rendimiento académico, y pueden llegar a suicidarse, mientras que los observadores o espectadores, en ocasiones, motivan al agresor.

Respecto a las causas de la violencia escolar y a la personalidad del agresor son variadas: factores familiares y sociales, es un sujeto inflexible, sin empatía, controlador, cruel, quizás con problemas de salud mental que se desenvuelve en la clandestinidad e impunidad.

En resumen, no guardemos silencio contra la violencia escolar, todos tenemos que actuar contra estos comportamientos agresivos; por un lado, los padres tienen que promover los valores, de respeto, tolerancia, empatía, el diálogo y la comunicación en sus hogares, la comunidad, y por último, las instituciones educativas que con diversas estrategias deben prevenir y reducir este comportamiento agresivo de los estudiantes en las escuelas.

La autora es catedrática de derecho penal, UP
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