• 06/11/2023 00:00

Sumidos en la percepción

Las sociedades actuales quieren gobiernos que no se vean ni se sientan de lo transparentes que son en la gestión pública [...]

¿La percepción socialmente vista es la realidad social? Diría que sí mientras los “diques sociales” no colapsen ni se quiebre aquella relación atávica basada en los sempiternos sofismas, a pesar que nuestros problemas sociales son reales y los espacios ni el tiempo suficientes para solaparlos con eufemismos actualmente. También gracias a la labor de moldeamiento constante del acontecer nacional, y de la cual hacen gala los medios de comunicación social, convirtiéndola en su mejor producto y mercancía según intereses de sus propietarios y clientes.

Es en virtud de tal proceso que mantienen a la sociedad sumida en una percepción positiva o negativa, pero siempre ajustada a sus intereses. De ahí los porqués, unos y otros sobre el acontecer nacional informan que, “ven un vaso medio lleno, medio vacío o por la mitad” sencillamente. Claro está, siempre confiados en que lograrán persuadir a una mayoría que, sin juicio crítico, ni siquiera se inmutará por preguntarse: por qué existen versiones distintas sobre un mismo hecho, por qué priorizan en una y en otras no, o por qué suprimen su contenido.

También confiando en que, tras el manejo mediático y equilibrado de la realidad y la percepción, evitarán la disrupción de los “diques sociales” a pesar de que cada día se agrietan más. Hoy por hoy, misión nada fácil debido a la existencia de las redes sociales, aunque democráticas sin control y en absoluta anarquía. No obstante, sugiero mejor no confiarse en lo limitado de su posible espectro, desconociéndose el universo que subyace como inframundo tras ellas y, por cierto, donde también se encuentran lo bueno y lo malo de los dos mundos.

Incursionar en el ciberespacio y el desdoblamiento de los medios tradicionales por la hegemonía y el control de ambos mundos no es suficiente, porque a pesar de su bipolaridad y las personas cautivadas bajo su atmósfera de nubes de basura electrónica, como dice Renata Ávila (Cfr. https://retina.elpais.com/retina/2019/12/27/talento/1577443136_721761.html), todos los conocemos, sabemos su pasado y a quienes responden cada uno.

Es más, perdida la capacidad en el manejo de la percepción no hay ejércitos de trolles, haters, influencers, inteligencia artificial, algoritmo o big data de Silicon Valley o Cambridge Analytica que valga para contener la precipitación de los diques sociales, y sin hesitación podría significar la antesala del caos, caracterizado por el desborde de las pasiones acumuladas por un pueblo.

¿Pero qué contienen y dónde están esos diques sociales? Los países del mundo representados en la Organización de la Naciones Unidas, aprobaron la Agenda 2030 el 25 de septiembre de 2015, tras identificar 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS), cuyo cumplimiento se basan en alcanzar 169 metas. Objetivos y metas que, a su juicio, son de carácter integrado e indivisibles, y conjugan las tres dimensiones del desarrollo sostenible: económica, social y ambiental.

Objetivos entre los cuales están como el de poner fin a la pobreza, al hambre; garantizar una vida sana, una educación inclusiva y equitativa; lograr la igualdad de género; garantizar la disponibilidad y gestión sostenible del agua y el saneamiento; garantizar el acceso a una energía asequible; promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible; construir infraestructuras resilientes; reducir la desigualdad; lograr que las ciudades y los asentamientos humanos  sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles; garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles; adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos; conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, mares y recursos marinos; proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres; promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y construir a todos los niveles instituciones eficaces e inclusivas que rindan cuentas; y por último, fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.

Mientras tanto, si bien es cierto para los gobiernos del mundo la actual pandemia ha significado la reorientación de recursos, el aplazamiento de programas y al final, tal vez, implicará hasta una prórroga del plazo fijado para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible; sin embargo, también para que los pueblos del mundo los miren, ahora con absoluta desconfianza, cómo se sirven de la institucionalidad para acabar con la cosa pública, el erario y las riquezas de todos; siempre seguros que las instituciones que la representa no reaccionará, demandará ni aplicará un castigo.

La ocasión es propicia para sugerir a los pueblos, políticos y gobernantes del mundo, abandonar la corrupción, a no tolerarla sin contemplaciones, dirigir sus caminos por la gobernanza y transparencia absoluta de la cosa pública.

Políticos, gobernantes y medios de comunicación social no se confíen en que mantendrán entretenida a la sociedad “per saecula saeculorum”, o bien en que extinguirán un fuego con contrafuego como bomberos forestales, y que los “diques sociales” no colapsarán debido al manejo de la percepción.

Las sociedades actuales quieren gobiernos que no se vean ni se sientan de lo transparentes que son en la gestión pública, simples facilitadores de la salud, educación, inversión, empresa y el emprendimiento; que la exaltación mediática protagonizada por los medios deje de ser noticia o instrumento de aquellos que ostentan o pretendan el poder político.

En fin, tienen tal grado de conciencia sobre la libertad, transparencia, corrupción y la gobernanza que os recomiendo no confiarse, porque el hastío que los embarga por el sistema es en mayor escala. No te equivoques, la juventud actual no es uno de tus malformados productos, es el divino tesoro de la nación, ni creas que podrás mantener sumida en una percepción a conveniencia por los siglos de los siglos.

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