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- 15/10/2023 00:00
Salud mental de los adolescentes
La semana pasada celebramos el Día Mundial de la Salud Mental haciendo un llamado a “celebrar la salud mental como un derecho humano universal”, subrayando el compromiso global para crear conciencia sobre la salud mental y defenderla como un derecho humano universal.
En ese contexto, consideré necesario complementar la narrativa de dicha celebración, dedicándole esta glosa a reflexionar sobre la salud mental de nuestros adolescentes. Ellos y ellas representan el 17% de nuestra población, son nuestra generación de relevo y necesitamos que avancen sanos y salvos hacia el futuro.
Sobre este asunto, nos recuerda la OPS que, aunque la mayoría de los adolescentes tienen buena salud mental, la mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, y la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan. Los múltiples cambios físicos, emocionales y sociales, incluida la exposición a la pobreza, el abuso o la violencia, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a los problemas de salud mental, y en peligro de perder la vida por causas que se pueden prevenir. En ese sentido, recordemos que, en Panamá, 30% de los adolescentes viven en condiciones pobreza multidimensional.
Agrega la OPS que, el uso nocivo del alcohol y de drogas ilícitas entre los adolescentes es un gran problema en muchos países y puede generar comportamientos peligrosos, como las prácticas sexuales de riesgo o la conducción temeraria. De hecho, la mitad de todas las muertes de jóvenes de entre 10 y 24 años en las Américas se deben a homicidios, siniestros viales y suicidios, todos los cuales se pueden prevenir. En nuestro país, el 45% de las 342 defunciones en adolescentes el año pasado, fueron por causas externas, entre las que se destacan las arriba señaladas.
A estas alturas de la glosa, debe ser claro que, promover el bienestar psicológico y proteger a los adolescentes de las experiencias adversas y los factores de riesgo que pueden afectar su potencial para prosperar no solo son críticos para su bienestar durante la adolescencia, sino también para su salud física y mental en la edad adulta.
No es una tarea fácil, pues en la adolescencia y los primeros años de la edad adulta se producen muchos cambios: cambio de colegio o de hogar, entrada en la universidad o en el mundo laboral. Para muchos es una época apasionante, pero también puede ser causa de estrés o aprensión. En algunos casos, si no se reconocen y controlan, estos sentimientos pueden causar enfermedades mentales. El uso cada vez mayor de las tecnologías en línea, que sin duda aporta muchos beneficios, también puede generar tensiones adicionales, pues cada vez es mayor la conexión a las redes virtuales en cualquier momento del día o la noche. Y no olvidemos a nuestros adolescentes que viven en zonas afectadas por la pobreza multidimensional. Ellos y ellas son particularmente vulnerables a la angustia y las enfermedades mentales.
La OPS también nos informa que, afortunadamente va en aumento el reconocimiento de lo importante que es ayudar a crear resiliencia mental, desde las edades más tempranas, para poder hacer frente a los retos que plantea el mundo actual. Subrayan los expertos que, es mucho lo que se puede hacer para ayudar a crear resiliencia mental desde edades tempranas con el fin de evitar la angustia y las enfermedades mentales entre los adolescentes y los adultos jóvenes, así como para tratar las enfermedades mentales y lograr la recuperación.
La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una enfermedad mental. Los padres y los profesores pueden contribuir a crear en los niños y adolescentes aptitudes que les ayuden a hacer frente a los retos que se encontrarán cada día en casa y en la escuela. En las escuelas y otros entornos comunitarios se puede prestar apoyo psicosocial, y, por supuesto, se puede iniciar, mejorar o ampliar la capacitación de los profesionales sanitarios para que puedan detectar y tratar los trastornos mentales.
La inversión pública y la participación de los sectores sociales, de salud y de la educación en programas integrales y basados en evidencias para la salud mental de los jóvenes son esenciales. Esta inversión debe vincularse con programas que den a conocer a los adolescentes y a los adultos jóvenes cómo cuidar su salud mental y que ayuden a sus compañeros, padres y maestros a saber cómo prestar apoyo a sus amigos, hijos y alumnos. Este debe ser el objetivo de nuestra sociedad y las autoridades de salud y educación que tomen posesión a partir de julio de 2024.