• 31/08/2019 02:00

‘Diablos rojos motorizados': mercado cautivo de empleo para extranjeros

En los últimos años, hemos visto en las calles de Panamá unas motocicletas que, en su parte trasera, llevan un recipiente que conserva el calor 

En los últimos años, hemos visto en las calles de Panamá unas motocicletas que, en su parte trasera, llevan un recipiente que conserva el calor de las comidas que transportan, con el nombre de Appetito24. Hubieran pasado desapercibidos, si no fuera por su vistoso uniforme rojo y el haberse convertido en el terror de las calles para los conductores de vehículos, por su forma desordenada y hasta temeraria de conducir, originando así constantes quejas de los automovilistas, a los cuales se les ponen constantemente a prueba sus reflejos: de forma súbita, son sobrepasados en la vía por el lado derecho o el izquierdo y, otras veces, por delante, teniendo el conductor que frenar intempestivamente para evitar un accidente con estos motorizados. A pesar de ello, se reciben variados tipos de insultos y hasta nos hacen recordar a nuestra progenitora. En la mayoría de los casos, los motociclistas tienen acento de ciudadanos de Venezuela.

¿Cuántas personas no han tenido alguno que otro incidente como un golpe al retrovisor y hasta rayón de carro o han tenido que esquivar para no causar un accidente y los motociclistas se dan a la fuga y nadie sabe dónde quedan sus oficinas?

La gran mayoría son extranjeros oriundos de Venezuela y Colombia. Son jóvenes que llegan a Panamá y, ante la imposibilidad de un empleo amparado por las leyes panameñas, encuentran esta manera de ganar algún dinero siendo empleados por una empresa que les cancela sus salarios sin realizar los descuentos de ley, tales como las cuotas obreros patronales que hay que descontar a los empleados y por ende sin la empresa cotizar su cuota correspondiente que incluye además, el porcentaje de riesgo profesional, dado el alto riesgo que representa a los motociclistas el trabajo en las calles. La mera relación laboral lo exige.

Pero, ¿qué pasa si un empleado por su premura en la entrega de la comida en las calles se cae, y se lesiona un brazo que lo imposibilite de por vida a seguir trabajando, quien carga con este joven que inicia una vida?

Después de una entrevista en cinco puntos distintos de la ciudad capital, en cinco distintos negocios donde prestan sus servicios y eran venezolanos, estos deben permanecer en la intemperie, hasta que les caiga un pedido —algunos panameños los han bautizado como los ‘los gallotes rojos'—, aborde a los cinco con las mismas preguntas y coincidían en sus respuestas.

‘Basta que tenga una moto y un celular y descargar la aplicación wize, y me contratan', me dicen, y hablaron con la condición de guardar la confidencialidad de sus nombres.

‘¿Y qué te exigen para iniciar labores?

Me obligan a comprar un seguro de la motocicleta que debo tener o conseguir, me dan un chaleco para el aguacero y un suéter con el logo de Appetito24 para la publicidad; unos lo utilizamos otros no y una máquina para el cobro a los clientes que quieren pagar con tarjetas de crédito; firmar un contrato de trabajo y conocer la ciudad', continúan mis entrevistados.

‘¿Tienes copia del contrato de trabajo?

‘No, solo me exigen que lo firme y ellos se quedan con el contrato y lo guardan en un cajón y no tenemos acceso al mismo'.

‘¿Cuánto ganas por entrega?

Ahora nos tienen con una promoción. De lunes a jueves me pagan B/.2.25 y, de viernes a domingo B/.2.50 por cada entrega'. Otro manifestó que gana ‘B/.3.25 por entrega'.

‘¿Qué pasa si tienes un accidente, o si mañana te levantas y estás enfermo y no puedes ir a trabajar?

Si no produzco no gano nada, y debo pagar mis atenciones médicas. Nosotros somos esclavos de ellos'.

‘¿Cómo te pagan lo que ganas?

Cobramos una vez a la semana y nos pagan con un cheque de Banesco. Si tienes una cuenta de débito, te lo acreditan y te mandan la relación de ganancia vía e-mail'.

‘¿Y cuando cobras a los clientes que les entregas los pedidos?

Tenemos un número de cuenta donde lo depositamos todas las tardes'.

Uno de los entrevistados agregaría ‘en ocasiones he recibido llamadas sin identificación de un señor de Uruguay, que se identifica como uno de los dueños, por distintos motivos y no sé cómo se llama. Nadie los conoce o nunca lo hemos visto'.

Un empresario, que pidió la reserva de su nombre, señalo que ‘la empresa me cobra el 20 % de las ventas que se hagan a través de la plataforma, mientras que a otros les cobran el 30 %'.

Nadie sabe dónde quedan sus oficinas, pero, luego de una búsqueda, lo encontré, ya que fui víctima de un golpe contra objeto fijo, por la locura en el manejo de uno de estos ‘diablos rojos motorizados', que se dio a la fuga.

Existe un ‘call center' o centro de recepción donde no existe letrero alguno que identifique el negocio en la calle Matilde de Mallet, en vía Porras, Panamá, y al tocar la puerta salió una unidad de la Policía Nacional que después de indagar sobre que buscaba, le explico. Sale un joven o una joven con acento venezolano con cara de pocos amigos, y te mandan a esperar donde están las motos estacionadas, que, como cosa curiosa, se toman las aceras por donde tienen que circular los peatones, con la siguiente pregunta en forma altanera: ‘¿Pero Usted no es motorizado? Allá tiene que esperar, aquí no pueden entrar'. Le explico: ‘Lo que quiero es hablar con el jefe o dueño del negocio', informan que no saben cómo se llama el dueño, pero te envían a calle 74, edificio Midtown, piso 13, oficina 1304, donde están ‘los tres jefes'.

Este misterioso actuar me hizo realizar una serie de investigaciones en Panamá y Uruguay, donde el nombre de Ariel Burschtin Najman, con cédula uruguaya No. 3.950.486-1, se registra como uno de los creadores de empresas de ‘delivery' Pedidos Ya y en Panamá la Sociedad Mobile Ventures Latín América INC., con RUC. No. 2679372-1-844914 DV 73 es la que maneja las operaciones de Appetito24. Posteriormente, mediante Escritura Pública No. 17541 de 15 de noviembre de 2017 de la Notaria Cuarta del Circuito se nombra a Burschtin como uno de los Apoderado Bancario especial.

En el piso 13 hay una ventanita donde no hay recepcionista, pero al fondo se ven jóvenes en una computadora en una mesa larga y atrás con vidrios, que después me percato son oficinas de los jefes.

Pido hablar con el jefe: ‘El jefe está en una reunión, deje su nombre y teléfono y le devolverá la llamada'. Al pedirle el teléfono y nombre del jefe recibo una lacónica respuesta con una sonrisita: ‘No puedo darle su celular y se llama Leonardo Zambrano'.

Al día siguiente envié con una persona de mi confianza tres cartas dirigidas a Leonardo Zambrano, Rogelio Gaglio y Enrique Valencia.

‘Una joven llevó las cartas hacia atrás, y regresa cinco minutos después el señor Zambrano y me dice ‘no puedo acusar recibo de la carta, porque no sé para qué puedan usar mi firma, y que para acusar recibo, toma tiempo, porque tengo que enviárselo primero a mis abogados Morgan & Morgan', me dijo la que llevó las cartas. Sorprendida la persona al recibir las cartas abiertas, les manifestó: ‘Le pedí que me devolviera las cartas y mi sorpresa fue que las correspondencias dirigidas a Gaglio y Valencia aparte de la dirigida al señor Zambrano, habían sido abiertas y leídas por el señor Zambrano'.

Inmediatamente voy al piso 13 y pido que reciban las cartas, regresa Zambrano vigilado de cerca con cara de pocos amigos por Gaglio. Un grito al cielo al leer la carta ‘los motociclistas no son empleados nuestros'.

Félix Paz Marín, un abogado litigante nos dice que:

‘Esta figura es una especie de híbrido laboral donde el empleador se lleva lo mejor, maneja una relación laboral, sin que parezca que lo es, y de esta manera explota a los trabajadores, porque como sea los trabajadores están reventados, esto no es servicio profesional, no es una relación laboral clásica, pero sí lo es y de alguna manera el empleador lo que hace es cubrirse él y reventar a los trabajadores'; mientras que Ramón Mendoza nos señala: ‘Si estos muchachos no trabajan para más nadie y su ingreso principal proviene de este trabajo, existe una relación laboral. Es obligatorio que, con independencia de la comisión, se le pague el salario mínimo y se les incorpore al Seguro Social y se hagan las deducciones fiscales, si el ingreso es de aquellos que lo ameritan. Si los hacen firmar un contrato, es obligatorio que el trabajador reciba una copia. La Ley regula que, aunque se realicen contratos con el fin de ocultar o simular una relación laboral, tales contratos no tendrán valor. De existir estas irregularidades, los empleadores pueden ser sancionados tanto por las autoridades del Ministerio de Trabajo como las del Seguro Social'.

Joaquín Vásquez, en un tuit el 27 de mayo, señala: ‘Soy una de las cientos de víctimas colisionadas por esas motos conducidas por extranjeros y que se han dado a la fuga'.

En un reportaje de EFE, publicado en Expansión, un diario económico de España, señala que ‘el juzgado de lo Social número 33 de Madrid reconocía como falso autónomo a un colaborador de Glovo [otra empresa de ‘delivery'], declarando probada su relación laboral y nulo su despido'. En la misma noticia señala que ‘su competidor Deliveroo también está pendiente de juicio —aplazado al 31 de mayo— tras la demanda de la Tesorería General de la Seguridad Social, al considerarse que mantenía una relación laboral con 517 de sus repartidores y reclamarle 1,3 millones de euros por las cotizaciones no abonadas'.

El 8 de enero de este año, la ministra de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel) de Panamá, Zulphy Santamaría, dijo a EFE que ‘las aplicaciones de reparto son cada vez más populares en Panamá, pero que los servicios que presentan son un área gris que debemos regular'.

No hay nada que regular, ‘el Código de Trabajo, la Ley de la Caja de Seguro Social y las leyes de Migración lo contemplan y son claras'.

EXINVESTIGADOR DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD.

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