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- 03/01/2023 00:00
¿Quiénes serán los nuevos Bunau-Varilla?
Si hay algo que ningún político panameño, desde el presidente de la República, hasta el más lego de los ministros, es estar dispuestos a que su nombre quede grabado en la historia como el nuevo Bunau-Varilla, patrio al entregar los recursos del Estado a una empresa minera y que esta no rinda medianamente los frutos a la nación panameña quien al final de la historia es quien debe percibir sus beneficios.
He visto en los últimos días planteamientos como la seguridad jurídica de la inversión, otros pidiendo transparencia a la empresa, pero ninguno está enfocado claramente en las premisas básicas que ayuden a entender el escenario político que se vive en esta negociación, por ello debemos analizar lo siguiente:
Primero: el presidente de la República, en aras de ser transparente, anuncia al país el cierre de la negociación con la empresa Minera Panamá, en la cual brinda los detalles de cuál es el beneficio que nuestro país le correspondería. Este hecho, en el mundo de la política, es fundamental porque un Presidente no habla de lo que se negoció, por lo general le habla al país cuando la negociación se cerró y las partes han aceptado.
El anuncio no lo hizo un ministro o un funcionario de segunda jerarquía, lo hizo el presidente de la nación; entonces la misma empresa, Minera Panamá. Al aceptar los términos de la negociación que se efectuó en enero, se colocó en una camisa de fuerza porque el Presidente no se puede desdecir a sí mismo, y eso sí crearía suspicacia y sería un elemento poco atractivo para los inversionistas internacionales.
Eso hace que Panamá no pueda moverse de su posición, esto hace que la negociación se cierre porque ese fue el anuncio del Estado panameño y tuvo un impacto positivo para el país y también para la empresa. Entonces aquí se está jugando con la palabra empeñada, hasta un lego en derecho sabe que esto es una especie de precontrato entre las partes, venirlo a cambiarlo, ahora eso si es suspicaz y quien lo aconseja se equivoca en la decisión.
Por otro lado, Minera Panamá, quien tiene sus buenos asesores, puede estar pensando que al estar en la postrimería de la administración del presidente Cortizo, pueden esperar que se posesione un nuevo gobierno para ver si pueden renegociar para generar riqueza total a su favor. Esta es la función de su equipo, pero se están equivocando en un factor.
Panamá conoce el arte de la negociación y los paso que tienen que seguir para lograr sus objetivos, lo logró en los años 70 con el gobierno de los Estados Unidos, ahora en un mundo más abierto y evolutivo, también lo puede hacer.
Ningún político querrá ser llamado Buena Varilla, porque no lo condena a él solamente, condena a toda su familia y descendientes al escarnio social de haber regalado a Panamá una de sus riquezas más importantes; por eso es que el tema minero, debe contar con la lectura social correcta y no basarse en la premisa acomodaticia de la seguridad jurídica del estado de derecho, porque si bien es cierto, tienen un peso en la toma de decisiones, no son la aspirina para un pueblo desconfiado y que no cree en las empresas transnacionales como la que hoy dirige la minera.
A la Cámara de Comercio de Panamá, quienes abogan por la transparencia, es menester recordarle que no se le puede quitar autoridad al poder y en este caso el poder lo tiene el Gobierno, y no pueden desconocer esta realidad. Lo que les corresponde es cerrar el puño y apropiarse del discurso de los recursos son de la patria porque si no serán tildados por una sociedad desconfiada de los Bunau-Varilla del siglo XXI y esto tiene un peso muy difícil de sobrellevar en un pueblo digno que se enfrentó al imperialismo y recupero su dignidad y su soberanía.
Estudiemos política y veremos que hoy no hay nada peor o una combinación nefasta que desconfianza social y que nos quieran agarrar de tontos, no se le olvide la minera que negocian con un gobierno, pero pueden despertar a todo un pueblo si este se siente mancillado.