• 04/09/2020 00:00

Panamá, economía y salud 2020

Panamá es uno de los países de América Latina afectados sustancialmente a causa de la pandemia COVID-19, por el incremento sustancial del número de muertes atribuibles a dicho enemigo.

Panamá es uno de los países de América Latina afectados sustancialmente a causa de la pandemia COVID-19, por el incremento sustancial del número de muertes atribuibles a dicho enemigo. A pesar de las medidas adoptadas para estar preparados para enfrentar y combatirlo, aun así, las cifras de defunciones superan las dos mil.

A consecuencia de ello, se ha generado una crisis económica y social, que ha impactado a la población panameña, solo comparable con los efectos de la crisis de final de los años 80 que derivó en la invasión de los Estados Unidos a Panamá, trayendo luto y dolor al pueblo panameño.

No hay dudas de que varios países de América Latina son el epicentro de la pandemia de enfermedad por coronavirus, encabezando estadísticas mundiales de casos. Los países del Caribe han logrado controlar la pandemia con mayor rapidez, mientras que en América Latina los niveles de contagio siguen sin disminuir, como lo señalan la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en su informe conjunto para el año 2020, lo que podría transformarse, si no se toman medidas urgentes, en una crisis alimentaria, humanitaria y política regional.

Panamá, al igual que la mayoría de los países de la región, tiene importantes sectores de informalidad laboral, pobreza y servicios limitados de salud y protección social. Una porción importante de la población, particularmente en las áreas indígenas, vive en condiciones de vulnerabilidad que requieren de una atención especial.

Nuestro país se ubica, hasta el año 2019, como el sexto país más desigual del mundo, por lo que enfrenta el gran reto de reducir las graves inequidades económicas, acrecentadas por el arrastre de 10 años de abandono gubernamental y por la actual pandemia COVID-19. A ello sumamos los miles de desempleados que se han incrementado los ya existentes, o los que se incorporarán a los sectores informales, como medida para subsistir ante las consecuencias económicas, producto de la casi total paralización que sufrió el país.

No hay dudas de que el debate generado a la luz de la decisión gubernamental de dar inicio al retorno de las actividades económicas tiene una gran dosis política e ideológica. Por un lado, los que consideran que se está priorizando la economía sobre la bioseguridad de los ciudadanos y la posibilidad de contagios desmedidos al abrir las actividades productivas. Por otro lado, los que opinan que continuar con las restricciones y cuarentena, agravará las condiciones sociales de los panameños.

Por tal razón, es de suma importancia que la estrategia nacional, hacia la nueva normalidad, esté basada en tres pilares fundamentales: salud, economía y desarrollo social; todos ellos íntimamente relacionados entre sí. Lo explicamos de la siguiente manera: para poder financiar la salud y lo social, se requiere de una economía robusta. Para poder tener tal fortaleza, se requiere de buenas condiciones de salud y de estabilidad social interdependiente y, por supuesto, apoyo del Gobierno para lograrlo.

Todo lo anteriormente expuesto nos indica que los pilares no pueden sustentarse de manera aislada; el cronograma establecido de vuelta a las actividades va a requerir del esfuerzo mancomunado del gobierno, los ciudadanos y los distintos sectores económicos del país.

Parte fundamental de este proceso es que el Estado garantice la disponibilidad de los servicios de salud a los ciudadanos, ante la posibilidad de aumento o rebrote de casos, conforme se vayan abriendo las actividades económicas. De hecho, se ha aumentado el número de camas y servicios disponibles en los hospitales del país para poder hacer frente a cualquier contingencia.

También es indispensable que los ciudadanos cumplan con las normas de bioseguridad y protección establecidas por el Ministerio de Salud, de manera tal que nosotros mismos procuremos nuestra seguridad en la medida de lo posible. No menos importante es que las empresas adecuen sus espacios y proporcionen a sus colaboradores condiciones óptimas de salud ocupacional y distanciamiento social para el desarrollo de sus labores, de manera segura.

No hay duda de que estamos ante un reto monumental que requiere de la unidad de todos los panameños. Sabemos que no será una tarea fácil, pero el éxito o fracaso por reactivar la economía nacional depende en gran medida del comportamiento de todos, de la importancia de hacer conciencia del rol que cada uno juega a nivel individual y colectivo, ante un hecho sin precedentes en la historia del país y del mundo en general. Saldremos adelante. Así sea.

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