Panamá: basta de amenazas

Por nuestra tradicional forma de ver la vida tendemos a tomar los hechos con cierta liviandad que sirve para sobrepasarlos, pero también para evadir enfrentarlos, cuando estos son graves. Este es el caso ahora.

Como nación, hemos sido amenazados pública y reiteradamente ante el mundo, de utilizar la fuerza contra nosotros por haber hecho cosas que no se han especificado, y también por si no hacemos cosas tampoco especificadas.

La vaguedad, el cumulo y gravedad de las falsedades que se invocan contra nosotros es tan evidente que choca con la conciencia de la comunidad internacional.

El mundo nos mira. Pues, ahora eso es plenamente cierto y observa cómo vamos a enfrentar ese desafío. Pues, espera ver la fortaleza y la astucia que demostramos en el pasado para hacer prevalecer nuestro derecho y la justicia.

Vemos con preocupación que el Gobierno se desmorona de esa posición inicial de firmeza ante las primeras amenazas del agresor, que mereció el apoyo nacional. Según internacionalistas que hemos consultado, el Gobierno trata de disimular lo inocultable:

Estados Unidos, nuestra contraparte en el Tratado de Neutralidad del Canal, un tratado internacional respaldado por 41 países de todos los continentes que adhirieron a su Protocolo, de pronto, sin ninguna provocación ni causa alguna, y basado en falsedades enormes y evidentes, se abroga el derecho a interpretar ese Tratado y acusarnos de violar sus disposiciones.

Sin prueba alguna en nuestra contra, nos amenaza con recurrir al uso de la fuerza si no hacemos cosas que todas llevan eso si, a la violación del Tratado de Neutralidad del Canal para crear un régimen favorable a sus intereses particulares, situación que prohíbe este Tratado.

Hay que tener meridianamente claro que, si hacemos lo que nos exige, sin recurrir a ninguna instancia, estaríamos nosotros sí, violando esa neutralidad y lo que es peor, sentando un precedente funesto hacia el futuro en el sentido que reconocemos su competencia para interpretar el Tratado, lo cual sería lo más peligroso.

Estamos ante un diferendo en la interpretación de un tratado internacional de importancia especial para muchísimos países a todos los cuales hemos servido eficientemente en estos 25 años, por lo cual corresponde hacer lo que el mundo espera de nosotros: solicitar a la Asamblea General de la ONU que apoye una solicitud panameña a la Corte Internacional de Justicia para que emita una Opinión Consultiva sobre si los hechos de los cuales se acusa a nuestro país, constituyen violaciones al Tratado de Neutralidad.

Puede ser que EE.UU. no reconozca la competencia de la Corte o que su dictamen salga cuando ya el agresor no sea presidente, pero en cualquier circunstancia, será una derrota moral para ellos. Desde luego que se opondrán a eso, pero tenemos la posibilidad de resistir porque será una causa que generará inmediatamente una enorme simpatía.

Hay que actuar con extrema prudencia y frialdad. Mas allá de sus bravuconadas, el adversario, que algunos genuflexos les gusta llamar aliado, ha cometido con esto un enorme error, que solo lo será, si tenemos la capacidad de exponerlo con inteligencia y determinación. Tenemos a favor nuestra propia historia y el poco amor que el mundo tiene por el agresor.

Todo lo que no podamos evitar hacer por las amenazas, serán aceptables hacia el futuro si no cometemos el error de convalidarlo con falta de visión, sumisión, flaquezas, cobardía y debilidad. Ha llegado la hora de actuar con firmeza, más allá de los eslóganes publicitarios y de la pusilanimidad. La Patria demanda de la unidad y acción de todos los patriotas.