• 02/05/2017 02:00

Un país enredado

Hace un par de días fui a un centro comercial en horas de la mañana, pero no pude bajarme del auto porque no había estacionamientos.

Después del latrocinio idílico que vivimos en la administración pasada, ahora nos queda un país enredado. Resulta una macabra paradoja que en Panamá todo esté tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Usted decide hacer un mandado de cinco minutos, y lo realiza en media hora porque, aunque fuera yendo ‘a la esquina', todo se demora increíblemente. Parece que el Estado hubiera colapsado.

Hace un par de días fui a un centro comercial en horas de la mañana, pero no pude bajarme del auto porque no había estacionamientos. ¿Efervescencia comercial? ¡No lo creo! Simplemente, la ciudad se nos ha reducido. Hay demasiada gente viviendo en un espacio tan pequeño, y todos haciendo lo mismo en determinado momento. Todos cambiando cheques, todos haciendo súper, todos viajando al trabajo, todos regresando a casa, todos pagando cuentas, y así...

Entre tanto, algunos medios de comunicación criticando la ‘creciente hostilidad' de los panameños, como si fuera que todos decidimos andar malhumorados, formando peleas callejeras por cualquier bobería a cada rato. Pero nadie ve el enredo en que nos han sumido, y la indolencia de quienes pueden (y deben) resolverlo, pero no lo hacen. Porque ya el cuentito del progreso se les acabó, que, dicho sea de paso, solo sirvió para incrementar la deuda pública y llenarnos de extranjeros.

Ningún país crece en un par de años varios cientos de miles, o millones de habitantes en edad productiva. Lo que han hecho con Panamá es criminal. Tampoco, capturar a un par de delincuentes de alto perfil y encerrarlos un tiempo en celdas ‘ejecutivas', no es justicia ni nos da calidad de vida. Lo que destruye la calidad de vida del panameño parece no importarle a nadie. Ocho horas durmiendo, ocho trabajando, una comiendo, otra en preparativos, más cuatro horas de tranque nos dejan dos horas de ‘vida' al día. Réstele ahora una hora del tan famoso ‘tiempo de calidad' que debemos dedicarle a nuestros seres queridos (cónyuges, hijos, amigos, etc.) Uno vive para sí mismo (si acaso) una hora al día.

Pero si usted decidiera tener un segundo empleo, o llevar un negocio en su ‘tiempo libre', porque el dinero no le alcanza para mantener su estilo de vida (ante el encarecimiento de todo), costearse una salud decorosa (no solo aquellos sobrantes que llamamos ‘salud pública') o que sus hijos estudien en una buena escuela ¿sacaríamos tiempo del trabajo o del tranque? ¡No!, del sueño. Entonces, para ser honestos: ¿podemos o debemos preguntarnos por qué el panameño anda irritable y más hostil que de costumbre, si ni siquiera dormimos bien?

Por como estamos viviendo, resulta un chiste de humor negro, un juego de tortura sádica, encima tener que aguantar los casos de flagrante impunidad que nos restriegan en la cara diariamente. O que los extranjeros vengan a insultarnos y desplazarnos de nuestro propio país con la anuencia gubernamental, sangrando nuestra economía con sus remesas, y simultáneamente pelechando los beneficios por los cuales lucharon nuestros ancestros.

Si usted observa que las respuestas gubernamentales son histriónicas, lentas, reactivas, muy deficientes y mediáticas, entenderá que no se trata de ‘un cambio de actitud' en el panameño común, sino que nos han forzado a vivir somnolientos, a la defensiva y malhumorados. El estrés social que estamos viviendo y la depresión en la que nos han sumido, no tienen nada que ver con la naturaleza del ciudadano como persona o como panameño, mucho menos. Está directamente relacionado a las circunstancias que como pueblo hemos permitido que ocurran.

Porque nadie habló a tiempo cuando inauguraron el Crisol de Razas, y aún muchas personas siguen sin hablar... o continúan diciendo: ‘Robó pero hizo'... Como si los panameños tuviéramos que vivir resignados a conformarnos con el menor de todos los males, por y para siempre. Ahora, hay mucha gente esperando la tómbola democrática que se dará en un par de años, para ir a frotar la urna y ver si nos sale ‘un genio' que resuelva todo mágicamente. Sin embargo, bien sabemos que eso no funciona así.

INGENIERO EN SISTEMAS.

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