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- 24/07/2020 00:00
Hacia la nueva normalidad
Hace un año, con el inicio de una nueva y prometedora administración gubernamental, nadie en el Gobierno nacional o en la ciudadanía se imaginaría que en tan poco tiempo el país sufriría una hecatombe sanitaria, económica, política y social, como la que estamos viviendo hoy día. Nuestras vidas han cambiado dramáticamente, pasando de una pujante economía a un cierre dramático de las actividades empresariales, laborales, académicas y de la simple interacción y convivencia de la gente.
Hoy, vivimos largos períodos de encierros en los hogares, producto de cuarentenas que restringen la movilidad ciudadana y limitan la capacidad de la gente de interactuar y desarrollar sus actividades usuales. Estamos limitados por restrictivas medidas de bioseguridad y las mascarillas, el gel alcoholado y el alcohol de alto grado son elementos indispensables en nuestras vidas.
Después de cuatro meses de aplicación de la cuarentena, más de doscientos mil trabajadores han perdido o han sido suspendidos sus contratos de trabajo. El levantamiento progresivo de la cuarentena y la apertura de los dos primeros bloques nos demuestran que volver al modo de vida normal anterior es casi imposible.
Por tal razón, la frase “nueva normalidad” cobra fuerza día con día. Aunque a muchos nos desagrade, poco volverá a ser igual que antes. Esta es una realidad que debemos enfrentar en forma individual y colectiva, al reactivarse las actividades que el Gobierno nacional vaya considerando oportunas.
Los especialistas y regentes del Sector Salud nos han afirmado que la COVID-19 ha llegado para quedarse y que tendremos que aprender a vivir con él. ¿Cómo debe ser o será, entonces, la nueva normalidad para los panameños? ¿Cuáles han sido las lecciones aprendidas durante este período que no termina?
Creemos que no se podrá hablar de una normalidad, cualquiera que ella sea, mientras que finalmente no esté disponible para la humanidad una vacuna para la cura del letal virus. Este es el punto de partida para que sea posible definir una nueva normalidad. Sin embargo, debemos apelar a la consciencia ciudadana, para el respeto y cumplimiento de las medidas establecidas por las autoridades de Salud.
En medio de todo el caos generado por esta crisis, hemos aprendido el valor de la buena salud, de la alimentación sana, de los hábitos de higiene y de la importancia de respetar las normas de distanciamiento social y uso de medidas de bioseguridad.
Una de las áreas de actividad humana de las más afectadas por la crisis es la del comercio. En la nueva normalidad, empresas de este sector cerrarán sus puertas o reducirán de manera significativa sus costos operativos, que incluyen la disminución de personal o reducción de horas de trabajo y de salarios.
También, ha cambiado la forma de hacer negocios, lo cual ha obligado a muchas empresas, que lo hacían de manera tradicional, a migrar sus procesos a plataformas digitales y, al igual que a sus colaboradores, a realizar sus labores en la modalidad de teletrabajo, como mecanismo para seguir siendo operativos y rentables.
Un desafío importante, alcanza al sector educación, donde hemos sido testigos de la modificación más radical en la forma de participar y enseñar, estudiar y asistir a clases. Ni siquiera hubo tiempo de planificarlo adecuadamente, cuando la realidad de la pandemia nos golpeó de frente y de forma abrupta.
Recién inicia el período escolar de manera remota, lujo que miles de jóvenes estudiantes no se podrán dar, debido a sus limitaciones económicas o a la falta de capacidad de asimilar tecnologías en los sistemas públicos y privados de educación. Sobre todo, si tomamos en cuenta las limitaciones en accesibilidad a internet por parte de los estudiantes, cuando muchos de sus padres han perdido sus empleos o fuentes de ingresos.
Pero el reto más importante que habremos de enfrentar estriba en consolidar el buen Gobierno, afectado por graves dificultades presupuestarias. Los ciudadanos exigimos transparencia en la gestión pública, que los fondos destinados para ayudas sociales sean bien distribuidos. En momentos de emergencia que no haya dudas de que se está haciendo lo correcto. Las acciones del Gobierno deben generar seguridad y confianza, aun en medio de la crisis, evitando los sentimientos de frustración de la sociedad y denuncias de corrupción, justificadas o no.
Todos estos retos se deben resolver sobre la marcha y disminuir en la medida de lo posible, al tiempo que se atacan las grandes desigualdades sociales de nuestro pueblo. La nueva normalidad supone un esfuerzo gigantesco como sociedad, como Gobierno y como país. Así sea.