• 06/01/2012 01:00

El Norte

‘ Niño. Sopla el norte, viene el verano’, así me decía mi abuela materna. Se refería al viento que sopla del norte que inicialmente trae...

‘ Niño. Sopla el norte, viene el verano’, así me decía mi abuela materna. Se refería al viento que sopla del norte que inicialmente trae frescor de la montaña, ‘tramontano’ le llaman los italianos, pero que luego, en marzo, se convierte en secante robando humedad a todo lo que toca. Recuerdo que aparecía a finales de diciembre y era señal que debíamos prepararnos para viajar a La Atalaya, a visitar al tío Pepe. Era la época de la post-segunda guerra mundial.

Así que cuando siento el ‘norte’, como lo sentí en Coronado, saltan a mi mente recuerdos de mi niñez y adolescencia. El ‘norte’ en esa época significaba verano, vacaciones escolares, La Atalaya, más tarde, Santiago de Veraguas y mis primeros carnavales en Ocú. El norte, aparte de inspirar melancolía me hace ver cómo hemos cambiado y progresado desde esos días y cómo han mejorado nuestras vías de comunicación y transporte.

En aquella época, prepararnos para viajar a La Atalaya significaba buscar transporte, pues no existía transporte regular de pasajeros entre David y el resto del país. Había que encontrar a alguien que preparara un viaje para la capital o el ‘interior’, que era todo lo que no era Chiriquí; un familiar, un amigo, un visitante, un vendedor itinerario, alguien con carro que aceptara pasajeros.

Viajar fuera de la provincia era una especie de odisea. La carretera era una vía estrecha de dos carriles de piedra y polvo en el verano, y piedra y lodo en el invierno, desviándose de la actual en Guabalá. Seguía una ruta antigua, hoy no utilizada, pasando por lugares como Quebrada de Piedra, Puerto Vidal, El María, Jorones, antes de llegar a Soná, luego a Santiago y de allí en adelante seguir la ruta actual hasta la capital.

La ruta antigua de Guabalá a Santiago aún existe. Es un trayecto que ofrece interesantes paisajes con vistas de la isla de Coiba. Está deteriorada, pero se puede recorrer en buen auto, sin mayores dificultades, vale la pena recorrerla.

Entre David y Santiago solo existían dos lugares: Remedios y Soná, donde se podían encontrar restaurantes, gasolineras, mecánicos y reparación de llantas. Así que era importante prepararse bien para cualquiera eventualidad en el camino antes de llegar a esos lugares. La preparación incluía llevar más de una llanta de repuesto, completamente armadas, equipo de reparación y comida preparada. Un artículo importante dentro del equipo de reparación era el jabón de barra, necesario para tapar los ocasionales huecos en el tanque de gasolina causados por golpes de las piedras de la carretera. El jabón no es soluble en gasolina, lo que le permitía ser muy eficaz en una reparación de emergencia.

Era preferible recorrer de noche el trayecto entre Remedios y Santiago. Con una carretera estrecha, plena de curvas en ciertos sectores del trayecto, siempre existía el riesgo de choques de frente con carros en vía contraria. De noche era más seguro pasar el trayecto de mayores curvas, era fácil percibir de lejos el tráfico en sentido contrario por el reflejo de sus luces. Además era más fresco, recordemos, en esa época, los autos no tenían aire acondicionado.

Durante el día se entraba en las curvas sonando la bocina para advertir nuestra presencia a cualquier carro en dirección contraria.

El trayecto entre David y Panamá tomaba de 14 a 16 horas. Sin embargo, se podía viajar en Pan América, en vuelos diarios en los famosos DC-3, aterrizando en Albrook Field, bajo jurisdicción norteamericana.

El norte, con sus recuerdos, me provocó relatar retazos de lo difícil que era movilizarse en otras épocas, comparado con las comodidades y facilidades actuales, aún con los tranques.

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones