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- 07/06/2024 00:00
Migrantes climáticos o la reconquista de las costas
Gardí Sugdub es una de las 49 islas habitadas en la comarca Guna Yala y también la más afectada en Panamá por el aumento del nivel del mar, que ha ido devorando su territorio hasta acorralar a la comunidad entre viviendas y el agua turquesa del Atlántico. “Mil personas viviendo en cinco canchas de fútbol”, es la representación de esta comunidad, sobre la superficie habitable que se restringe cada día.
Se estimaba que en unos 100 años la isla desaparecería, pero esto se cumplirá más rápido. El desalojo de la comunidad arrancó el 1 de junio de 2024. En palabras del gobierno panameño, la primera migración colectiva de la historia de América Latina provocada por la crisis climática.
El panorama es desalentador, varias otras de las islas gunas también podrían quedar bajo las aguas. Según estudios, están apenas a entre 50 y 75 centímetros sobre el nivel del mar, lo cual forzaría a la población a abandonarlas totalmente, más o menos, en los próximos 25 años.
Al respecto, Evelio López, profesor dule residente en Gardi Sugdub, afirma que en realidad este traslado obedece a la necesidad imperiosa del pueblo guna de volver a tierra firme, donde habitaron aproximadamente hace 200 años. Así fue explicado por los ancianos de la comunidad de Gardí Sugdub, quienes hace unos 20 años plantearon la posibilidad de volver a las montañas y los valles, que también es su territorio. “Existe un cordón umbilical entre los gunas y la selva, por lo cual este es un retorno urgente a nuestra más elemental identidad” -cuenta López convencido de la verdadera razón de los gunas para trasladarse del mar a tierra firme.
El gobierno panameño asegura que hace más de una década, trabaja en un plan para trasladar a más de 1200 personas a tierra firme. Este lugar es Isber Yala, un trozo de selva tropical que fue talada dentro de la comarca, donde cada familia tiene un terreno de 300 metros cuadrados con una casa de 49 metros cuadrados, dos habitaciones, baño, comedor y cocina con agua potable y luz eléctrica. Las viviendas, fueron construidas por el gobierno a lo “occidental”, a pesar de la petición de las autoridades gunas para que guardaran las mismas características de su comunidad.
En tierra firme las condiciones también son adversas. Las especies de animales y los ecosistemas tropicales sobreviven al límite de altas temperaturas, la disminución de las lluvias y el calentamiento del aire y los océanos por los gases de efecto invernadero y el derretimiento de los polos. Ante lo cual, hay quienes alertan sobre la sexta gran extinción, si no se toman las medidas radicales a nivel global para restaurar las condiciones de sostenibilidad ecológica. Sin embargo, este problema parece no tomarse en serio en la mesa de discusión donde se toman las decisiones nacionales y donde se debiera advertir, que esta migración colectiva de la comunidad guna, es solo la primera de muchas otras comunidades costeras como en Bocas del Toro, Chiriquí, Los Santos, Herrera, Coclé, Colón, Panamá Oeste, Ciudad de Panamá (Tocumen y Juan Díaz) y Darién.
En menos de 100 años, probablemente el archipiélago de la Comarca Guna Yala se encuentre totalmente bajo las cálidas aguas turquesas del caribe, porque mucho de lo que hoy sabemos quizás sea parte de la historia trágica de una sociedad desvinculada de su entorno, tan frágil como un grado más de temperatura o un centímetro más en el nivel del mar.
En febrero de 1925, el pueblo guna se rebeló contra las autoridades panameñas. Tenían años siendo objeto de un régimen de asimilación forzada. Además, mediante la represión de la policía, sus tierras habían sido “concesionadas” a la industria bananera, usurpadas para la extracción de oro y caucho y hasta para la caza y tráfico de tortugas marinas gigantes. No obstante, producto de la lucha por la dignidad y autonomía de su territorio, lograron el reconocimiento del archipiélago, conformado por 365 islas e islotes, y de la franja de tierra situada a lo largo de la costa caribeña, que integran la Comarca Guna Yala.
Hoy, el pueblo guna reivindica que la migración de Gardí Sugdub a Isber Yala, es producto del diálogo democrático de su comunidad y no un mandato del Gobierno. Y vuelven a rebelarse, esta vez ante el sistema económico, político y cultural de sobreproducción y consumo, que devora la sostenibilidad del ecosistema mundial, con el presagio de que tarde o temprano volverán a habitar las costas y las islas más profundas del mar.