América Latina: la alargada sombra del caudillismo (II)

Todas esas interrogantes, planteadas en la primara parte de este artículo, que apareció ayer en este mismo espacio, surgen a raíz de la insatisfacción presente en las sociedades latinoamericanas con el desempeño de sus gobernantes, por la falta de transparencia de las instituciones que deben ser garantes del buen manejo de la cosa pública, del desencanto por los modelos políticos imperantes en nuestra región.

Lo que nos lleva a aseverar que en teoría los gobiernos caudillistas son cuestión del pasado, pero que en la praxis política aún persisten no solo resabios del caudillismo, sino que los pueblos latinoamericanos hemos heredado una ‘cultura caudillista’ que permite y legitima prácticas políticas y mecanismos que favorecen modelos presidencialistas exacerbados, reelecciones, acumulación de poder y personalismo político. ‘Cultura caudillista’ que se encuentra solapada y que ni siquiera es percibida por la mayor parte de los ciudadanos como un lastre y retroceso en el sistema democrático.

Quienes nos oponemos a la personalización del poder político y a la concentración de ese poder en una persona, tenemos la responsabilidad de mantenernos alerta frente a estas amenazas y propugnar por el robustecimiento de las instituciones democráticas, la implementación de frenos y contrapesos efectivos, y la adopción de mecanismos que aseguren que el poder no caiga en manos de unos pocos en detrimento de la colectividad.

El conocimiento y enseñanza de la historia, políticas de Estado dirigidas a formar en el estudiante un pensamiento crítico, además del empoderamiento y activismo de diversos sectores de la sociedad civil son también esfuerzos nada desdeñables dirigidos a combatir la funesta ‘cultura caudillista’.

Así, estaremos aportando, aunque sea un poco, a evitar el surgimiento de nuevos Noriegas, Trujillos, Duvaliers, Pinochets, Videlas y Stroessners.

*ESTUDIANTE DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS DE LA UP.