• 20/10/2024 00:00

La educación en Panamá: un llamado urgente a la acción

Panamá se encuentra en una encrucijada histórica, donde la necesidad de garantizar una educación de calidad para todos sus niños, niñas y adolescentes se vuelve una prioridad impostergable. La educación, como pilar fundamental para el desarrollo individual y social, es la llave que abre las puertas a un futuro de oportunidades, justicia e igualdad. Sin embargo, el sistema educativo panameño enfrenta desafíos que requieren una acción decidida y coordinada por parte del gobierno, los educadores y la sociedad en su conjunto.

Este llamado a la acción se basa en el reconocimiento de la educación como un derecho humano fundamental, consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estos instrumentos internacionales no solo establecen la obligatoriedad de la educación primaria y secundaria gratuita, sino que también nos llaman a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad que promueva el desarrollo integral de todos nuestros estudiantes.

El sistema educativo panameño aún enfrenta desafíos significativos en términos de acceso, calidad y equidad. La falta de infraestructura adecuada en muchas escuelas, la escasez de docentes capacitados, las altas tasas de deserción escolar y las brechas de aprendizaje entre estudiantes de diferentes contextos socioeconómicos son solo algunas de las problemáticas que requieren atención urgente.

Esta realidad es verificada por evaluaciones internacionales, como las pruebas PISA, las cuales han comprobado que un porcentaje significativo de estudiantes panameños no alcanza los niveles mínimos de competencia en áreas clave como lectura, matemáticas y ciencias. Esto no solo limita sus oportunidades futuras, sino que también afecta el desarrollo del país en su conjunto. Asimismo, recientemente Unicef ha alertado sobre la necesidad de mejorar la calidad de la educación en Panamá, especialmente en lo que respecta al aprendizaje efectivo.

La educación de calidad no se limita a la adquisición de conocimientos académicos o a la compra de computadoras. La educación que necesitamos debe ser integral, inclusiva y equitativa, y promover el desarrollo de habilidades socioemocionales, el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de adaptación a un mundo en constante cambio. Una educación de calidad empodera a los estudiantes, les permite alcanzar su máximo potencial y los prepara para participar activamente en la sociedad como ciudadanos responsables y comprometidos.

En el contexto actual, marcado por la globalización, la tecnología y la creciente complejidad de los desafíos sociales, la educación adquiere una relevancia aún mayor. Los estudiantes necesitan desarrollar habilidades que les permitan navegar en un mundo interconectado, resolver problemas de manera creativa, trabajar en equipo y adaptarse a las nuevas demandas del mercado laboral.

En este escenario, el Gobierno tiene la responsabilidad de liderar los esfuerzos para garantizar el derecho a la educación de todos los niños, niñas y adolescentes panameños. Esto implica aumentar la inversión en educación, mejorar la infraestructura escolar, capacitar a los docentes, implementar programas de apoyo para estudiantes en situación de vulnerabilidad y fortalecer los mecanismos de supervisión y evaluación del sistema educativo.

Sin embargo, la tarea de mejorar la educación no es solo responsabilidad del gobierno. La sociedad en su conjunto, incluyendo a las familias, las comunidades, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil, debe participar activamente en la construcción de un sistema educativo que responda a las necesidades del país y garantice un futuro mejor para todos.

El Gobierno debe aumentar la inversión en educación, mejorar la infraestructura escolar, capacitar a los docentes, implementar programas de apoyo para estudiantes en situación de vulnerabilidad y fortalecer los mecanismos de supervisión y evaluación del sistema educativo; los educadores deben asumir su rol con compromiso y responsabilidad, buscando constantemente la mejora de sus prácticas pedagógicas y promover un ambiente de aprendizaje estimulante e inclusivo; toca a las familias involucrarse activamente en la educación de sus hijos, brindándoles apoyo y acompañamiento en su proceso de aprendizaje; las comunidades deben crear espacios que complementen la educación formal, promoviendo el acceso a la cultura, el deporte y otras actividades que contribuyan al desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes; el sector privado debe apoyar la educación a través de programas de becas, pasantías y otras iniciativas que faciliten la inserción laboral de los jóvenes, y las organizaciones de la sociedad civil deben contribuir al debate sobre la educación, promover la participación ciudadana y desarrollar proyectos que complementen la labor del Estado.

Es hora de que Panamá asuma el desafío de construir un sistema educativo de calidad, inclusivo y equitativo. Es hora de que la educación se convierta en una verdadera prioridad nacional, con el compromiso y la participación de todos los actores sociales. Solo así podremos garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes panameños tengan la oportunidad de desarrollar su máximo potencial y contribuir al progreso del país.

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