• 06/12/2022 00:00

Juego limpio: Sin minería no hay agricultura

“[...] la humanidad se ha ido desarrollando y respondiendo a las necesidades de los diversos pueblos y civilizaciones, con el objeto de satisfacer las necesidades crecientes en cada sociedad”

Durante los más difíciles días de la pandemia del COVID-19, cuando todos estábamos encerrados, aparecieron nuevas formas y canales de distribución para los fundamentales alimentos que la población, desesperada, tenía que producir, obtener, buscar, comprar y distribuir.

Muchas personas perdieron sus trabajos por múltiples razones y tuvieron que reinventarse, se crearon muchas oportunidades y el ingenio humano, como siempre, abrió los caminos y canales nuevos de comercialización.

En aquellos difíciles días, en las redes sociales, que nunca se suspendieron, aparecieron consignas, caricaturas, “stickers” y otras formas de expresión con una muy simpática consigna: “podemos vivir sin minería, pero no podemos vivir sin agricultura”. Es importante explicar que la humanidad se ha ido desarrollando y respondiendo a las necesidades de los diversos pueblos y civilizaciones, con el objeto de satisfacer las necesidades crecientes en cada sociedad.

Es así como aparecen los grandes cultivos y las grandes granjas agropecuarias, base fundamental para abastecer de alimentos en todos los países, si bien no son las únicas, recordando que ya superamos las etapas de recolectores y cazadores y ahora somos productores, grandes productores.

Desde tiempos muy remotos, el ser humano necesitó de herramientas, aparejos y otros utensilios para arar la tierra, cercar los potreros y granjas, construir los depósitos de granos y las galeras y potreros con sus espacios para ordeño y sacrificio. Así aparecieron los inmensos mataderos en los cuales se sacrifican y procesan las carnes de vacas, cerdos y pollos principalmente, necesitando en cada una de estas instalaciones, tanto las más sencillas como las muy complejas, de productos obtenidos por la minería, tanto metálica como no metálica.

Alambres de púas, palas, piquetas, coas, martillos, clavos, grapas, hasta los tractores con sus múltiples aparejos, así como las cosechadoras, desgranadoras, bombas de agua, camiones, lanchas y motores fuera de borda, barcos y aviones para el transporte de los productos terminados e higiénicamente empacados para ofrecerlos a los diversos consumidores en esa gigantesca rueda conocida como economía, tanto local como nacional e internacional.

Otros actores que aportan a esa poderosa interacción, como la pesca, el turismo y cada uno de los negocios de los cuales dependemos para vivir diariamente, incluyendo los servicios, hasta los más elegantes bufetes de abogados y de contadores, así como las compañías de seguros o las compañías publicitarias, ninguna podría sobrevivir sin alimentarse de lo producido por el agro y las herramientas y equipos que aporta la industria minera.

El Canal de Panamá, principal motor de la existencia de nuestro país, solo con mirarlo comprenderá cualquier persona que funciona eficientemente por sus locomotoras con sus cremalleras, remolcadores, esclusas y sus inmensas compuertas, todo esto proveniente del trabajo de mineros en el mundo entero.

Cuando volvamos a decir que podemos vivir sin minería, pero no sin agricultura, debemos reflexionar y pensar si estamos dispuestos a viajar en el tiempo para volver a ser recolectores de frutos y cazadores de subsistencia, habrá de tomarse en cuenta que hasta las armas, las flechas, lanzas y otras, las obtendrán de la minería, porque sin la minería no puede haber agricultura ni transporte ni turismo ni servicios ni economía.

Al publicarse este artículo, cuando comiencen a escribir desde sus celulares, computadoras o “tablets”, los insultos de rigor contra el autor, piensen y pregúntense, cuántos componentes minerales, metálicos se necesitaron para producir estas maravillas de la tecnología contemporánea y no olviden darle las gracias a los mineros del mundo, cuya patrona celebramos hace pocos días.

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