• 20/01/2017 01:03

‘Machismo, Resentimiento y James Comey: Mezcla mortal'

El éxito de la campaña de Trump obedece a que supo entusiasmar, con el trillado discurso: ‘otro tiene la culpa de todo lo que te ocurre...'

Apocas horas de la toma de posesión de Donald Trump, el mundo se resiste a aceptarlo. Argumentos y opiniones sobre lo ocurrido están a la orden del día. Desde que las encuestadoras estaban erradas, hasta que Hillary era una mala candidata, con una pésima campaña. Difiero totalmente; las encuestas no nos llevaron al desvío, ni la candidata demócrata nos falló.

Cierto es que en muchos países donde se han realizado consultas populares en los últimos años, las encuestadoras no han atinado. Pero no es el caso de las pasadas elecciones en Estados Unidos. Por el contrario, las encuestas fueron bastante cercanas en sus estimaciones. El martes 1o de noviembre (4 días después de que el Director del FBI le propinara la estocada mortal a la candidata demócrata), las principales cadenas y medios de comunicación publicaron sondeos que le daban un estrecho margen a Trump en el voto popular, inclinándose, en los últimos días, a favor de Clinton. Y así sucedió: Hillary obtuvo una ventaja de casi 3 millones de votos sobre Trump.

El asunto del colegio electoral es uno que se tiene que analizar de diferente manera y sería motivo para otro artículo. Me limitaré a decir que la noche antes de las elecciones, había muchos Estados en los que el margen era tan estrecho, que hacia imposible predecir quién ganaría.

El éxito de la campaña de Trump obedece a que supo entusiasmar, con el trillado discurso: ‘otro tiene la culpa de todo lo que te ocurre y contra ése vamos'. Suficiente humillación para la población blanca, poco educada y conservadora de los Estados Unidos, fue haber tenido un presidente afrodescendiente (que dicho sea de paso, rescató al país del caos, en que lo dejó su antecesor republicano), como para llevar ahora, a la Casa Blanca, a una mujer. Por tanto, nada de lo que hiciera Trump, les iba a quitar su entusiasmo.

El hecho de que Trump hubiera apelado al resentimiento de una población que se siente desplazada, tuvo un peso importante, pero no fue lo único. Hubo otros factores que influyeron, de manera decisiva, en los resultados.

En primer lugar, a los candidatos no se les midió con la misma vara. Tomemos los dos casos más evidentes: La noticia de que Clinton había ocultado un diagnóstico de neumonía, fue suficiente para que los medios de comunicación, alrededor del mundo y en cuestión de segundos, repitieran toda clase de especulaciones y señalamientos. Lo que en un hombre se hubiera considerado un acto de fortaleza y dignidad (basta recordar a Roosevelt, Pierce y Kennedy), a ella le valió el calificativo de ‘deshonesta y poco confiable', lo que enseguida se reflejó en un bajón en las encuestas.

Otro caso de trato desigual e injusto fue el hecho de que la demanda por fraude, interpuesta por ex alumnos de la Universidad de Trump, se decidiera postergar hasta principios de 2017. En cambio, Hillary estuvo enfrentándose, desde 2015, a exhaustivas investigaciones y acusaciones de ‘persona no apta para ocupar el cargo', por el supuesto uso de su servidor personal para el manejo de correspondencia con información clasificada. Esta sombra la persiguió hasta el último día de su campaña, inclusive, después de cerradas las investigaciones, por no haber encontrado méritos para acusarla.

Pese a lo expuesto, Hillary hubiera ganado las elecciones por un cómodo margen, de no haber sido por la actuación sin precedentes (y a mi juicio criminal, premeditada y mal intencionada), del Director del FBI, James Comey, pocos días antes de las elecciones. Si el lector tiene duda, lo invito a que revise el comportamiento de las encuestas, desde el 28 de octubre, fecha en que se envió la nota al Senado solicitando reabrir la investigación, hasta el domingo 6 de noviembre de 2016, cuando llegó la segunda carta.

Hillary no le falló al pueblo estadounidense. El pueblo estadounidense le falló a ella. Le falló Hollywood, cuyo endoso fue escaso, débil y tardío; los medios de comunicación, muchos de los cuales estaban con ella, pero repetían sin tregua todas las barbaridades que se decían en su contra; la juventud, que prefiere leer y creer todo lo que se publica en las redes, en donde las noticias falsas se difunden alegremente y nadie es responsable (lo que se publicó contra la primera candidata mujer, fue alarmante en cantidad y contenido). Le fallaron todos los que se mantuvieron como simples espectadores, frente a las acciones del FBI, ya sea porque no midieron las consecuencias o por comodidad. Y, aunque me duele admitirlo, le fallaron las mujeres; sí, porque entre las féminas, también hay machismo. Y es que, Estados Unidos está muy lejos de alcanzar el nivel cultural y sofisticación de los países del norte de Europa, donde el machismo está casi erradicado y tiene poca cabida la manipulación, pues, la gente piensa, analiza y no cree en supersticiones.

LA AUTORA ES MBA, FEMINISTA, ACTIVISTA DE DERECHOS HUMANOS.

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