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- 18/06/2018 02:00
A Pepe Béliz in memoriam
‘He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que depositaron en mis manos. Solo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa', 2da. Carta de Timoteo, Versículos 7 y 8.
Recuerdo como si fuera ayer cuando inicié mi experiencia como socorrista en la Cruz Roja Panameña en Colón, que una de las cosas que más me impresionó al inicio fue la voz estridente y un vocabulario poco envidiable de un señor al que llamaban ‘Pepe', quien en conjunto con su hermano Javier, lideraban la CR en Colón. Con el tiempo, llegué a comprender que tal hablar, más que para incomodar a los voluntarios, era para formar el carácter de aquellos que literalmente arriesgábamos nuestras vidas y las vidas de las víctimas que auxiliábamos en cada misión, razón por la cual la disciplina no era nada negociable.
Por aquella época ya iban de salida Ayú Prado, Yoyi y Coronell entre otros. Como producto de nuestras experiencias en el buceo bajo la instrucción de Mauricio, conocimos a Dodo, Cedalise y a Rana e interactuamos día a día con Sombra, Pancho, Tavo, Guaycucho, Julio, Fabián, Viveros, Omar y muchos otros más. Esto indica que en tus manos tuviste la responsabilidad de forjar no solo cruzrojistas bien capacitados, sino sobre todo, ciudadanos que desde diversas posiciones nos esforzamos hoy en día en dar lo mejor de nosotros para el bienestar de los más necesitados de acuerdo a tus enseñanzas.
A veces pensaba que eras monagrillero, ya que tenías una capacidad infinita para ponerle sobrenombre a todo el mundo, recuerdo cómo llamabas Pipigua a Coindett y a mí mismo que en aquellos tiempos practicaba la radioafición con el indicativo HP2 BOM, me llamabas HP2 Viernes Santo.
A pesar del celo que mostrabas en la formación y acción de todos los voluntarios de la Cruz Roja en Colón, siempre demostrabas que eras el amigo sincero que en todo momento estabas dispuesto a dar el consejo sano y sincero cuando más se necesitaba.
Siempre recordamos cuando salíamos a realizar una misión y te tocaba conducir la ambulancia, cómo nos desesperábamos porque conducías a una pasmosa lenta velocidad y casi no usabas la sirena, prefiriendo usar el pito del vehículo para abrirnos paso entre el tráfico, ante lo cual nos decías que nosotros al ir a salvar una víctima no nos debíamos convertir en otras víctimas por andar con el apuro.
Con el paso de los años, ambos trasladamos nuestras esferas de acción profesional a la ciudad capital, pero tú te mantuviste dirigiendo por muchos años la Cruz Roja, ahora como director nacional, compartiendo con muchos más voluntarios de todas las filiales de la CR, tus experiencias y sabios consejos directivos.
Pepe, luego de una larga lucha, has partido al encuentro del Señor, allá te encontrarás de seguro con Rata, con Johnson y Fabiancito y con todos aquellos voluntarios de la Cruz Roja que alrededor del mundo han dado la vida para el alivio del sufrimiento de aquellos que más lo necesitan.
Amigo, de tantas locuras que decía Orcasitas y que nos hacían reír, siempre nos quedó a ambos aquella vez que dijo, ‘EL QUE NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR', hasta siempre Pepe Béliz.
EL AUTOR ES EXSOCORRISTA Y FUNDADOR DE LA LEGIÓN DE VOLUNTARIOS DE LA CRUZ ROJA PANAMEÑA EN COLÓN.