• 18/02/2025 00:00

Gobierno Mulino: ¿postrado al imperio... o ingenuo como los tlaxcaltecas?

La historia de la colonización marca múltiples eventos de “colaboraciones” o “alianzas” de grupos sociales con el colono imperial que luego son traicionados por este. Advertimos, empero, que hay “colaboraciones” que son fruto de comportamientos ingenuos de parte de los nacionales o grupos sometidos al coloniaje y otros que son resultado de cálculo de traición a sus propios pueblos.

En ambos casos, obviamente, el colono imperial termina cumpliendo sus propósitos de explotación y dominación previstos, pero en el evento de que fue producto de traición al pueblo que representa, los traidores sacan algún provecho personal o de su grupo particular, pero a costa de la entrega de su propia soberanía grupal y la de su pueblo, que termina siendo excluido de sus propios medios de generación de riquezas.

Victoriano Lorenzo, Pedro Prestán u Omar Torrijos, representan a quienes no entregaron la soberanía popular de nuestro istmo al colono imperial estadounidense, costándole la vida, por actos de traición que sufrieron.

Xiconténcal, padre e hijo, representaron un liderazgo de defensa de la soberanía de su pueblo, los tlaxcaltecas, frente a los aztecas, pero pecaron de ingenuos al colaborar con el colono imperial español, en la expectativa de que este les permitiría recobrar la soberanía de sus territorios y su mano de obra. Inicialmente, al derrotar a los aztecas, esto ocurrió, pero con el pasar de los años, solo se convirtió en una ficción, pasando de un mal sueño con los aztecas a una pesadilla con los españoles.

Sin duda, la conducta predominante de los líderes tlaxcaltecas fue de ingenuidad, comprensible por cuanto no conocían que los intereses de todo colono imperial están diametralmente opuestos a los intereses de los pueblos en territorios que colonizan. Mucho menos sabían que el carácter consustancial de todo grupo imperial es que todo lo quiere para sí, o sea, es insaciable, ninguna concesión del colonizado lo contentará, ni siquiera haber puesto vidas en sacrificio para sus propósitos.

Esto último se observa en lo sucedido en Ucrania. Miles de vidas sacrificadas y hoy los líderes de Rusia y EE.UU. se reparten este país en un supuesto acuerdo de paz en el que no participan ni los europeos que apoyaron, ni los principales inmolados, los ucranianos. La cuestión es que el presidente de Ucrania se había postrado a las élites económicas de EE.UU para enfrentarse a su vecina Rusia y a todo lo que en su territorio tuviera vínculos étnicos-culturales con esta. Dicha conducta, a diferencia de la ingenuidad de los líderes tlaxcaltecas del siglo XVI en México, tiene el pecado de la traición al pueblo ucraniano.

Zelensky no únicamente había pactado una “alianza”, sino que su colaboración con los intereses de los poderosos -no los del pueblo- de EE.UU y Europa para “defender su territorio” había sido a cambio de que Ucrania pierda su soberanía ante estos últimos. Fue pública su petición de ayuda financiera para mantener la guerra a cambio de entregar todos los recursos (que significa ceder soberanía de territorios) relativos a minerales (tierras raras) apetecidos por la industria tecnológica de la corporatocracia gringo-europea.

Pero, ¡sorpresa! Los grupos poderosos del complejo financiero-militar no solamente han sacado multimillonarias ganancias dinerarias; hasta allí la complicidad directa y consciente del presidente ucraniano. Sucede que ahora, las élites económicas alineadas con el gobierno trumpista estadunidense, gracias al acuerdo de paz con el gobierno de Putin, están a punto de obtener la suma de ¡500 mil millones de dólares! en extracción de tierras raras, como pago por los 80 mil millones que prestó a Ucrania para esa guerra injustificada. ¿Así qué colono imperial no es defensor de los derechos humanos y democracia en territorios ajenos?

Esta es la conducta de todo colono imperial, no hay ni una sola excepción en la historia de las sociedades desde el siglo XVI. Ergo, sabiendo esto, no cabe la clase de concesiones -otra cosa es que de todos modos nos las impongan como el Tratado Buneau Varilla- que viene haciendo el gobierno actual en función de las élites financieras. Confirmadas, no únicamente cuando rompe el acuerdo de la “ruta de la seda” con China o cede territorios para logísticas imperiales desde Darién, sino cuando impulsa leyes que ponen fondos de la CSS en las arcas de los financistas estadunidenses y del propio tesoro de EE.UU. Nada que ver con la ingenuidad de los tlaxcaltecas [...].

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