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- 01/07/2022 00:00
Gastronomía sostenible, en un contexto de una eminente crisis alimentaria
El 18 de junio se celebró el Día Mundial de la Gastronomía Sostenible, un día especial declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Este día reconoce la gastronomía como una expresión relacionada con la diversidad natural y cultural del mundo. Ante este contexto actual, en donde la pobreza, el hambre y la inseguridad alimentaria se han incrementado, la gastronomía sostenible celebra los ingredientes y productos de temporada y contribuye a la preservación de la vida silvestre y de las tradiciones culinarias.
Según la FAO, a la gastronomía a veces se la denomina el arte de preparar una buena comida. También puede hacer referencia a un estilo de cocina de una determinada región. Pero suele definirse como los alimentos y la cocina de un lugar.
La sostenibilidad, por su parte, implica realizar una actividad (por ejemplo, la agricultura, pesca o incluso preparación de una comida) sin desperdiciar nuestros recursos naturales y poder continuarla en el futuro sin perjudicar el medio ambiente o la salud.
La celebración de la gastronomía sostenible busca reconocer el rol de esta actividad en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenibles. Sin embargo, se requiere el fortalecimiento de los marcos normativos que permitan integrar estas acciones en las discusiones de políticas públicas de los países de la región.
Un ejemplo concreto de lo anterior es la inclusión de la gastronomía en programas sociales como la alimentación escolar, permitiendo una mayor aceptabilidad de las comida y preparaciones que reciben millones de niños en las escuelas; reducción de los desperdicios de alimentos y logrando un uso eficiente de los recursos públicos.
La alimentación escolar atiende a más de 85 millones de niños y adolescentes en las escuelas de la región, brindando desayunos, meriendas o almuerzos. Para muchos de ellos, en contextos de mayor vulnerabilidad, es el plato de comida que se brinda en las escuelas el más completo, saludable y nutritivo que reciben al día.
Por lo tanto, asegurar que el servicio de alimentación escolar, además de saludable, sea sabroso, logrará que cumpla con su propósito de alimentar las mentes de los escolares. Porque la gastronomía sostenible es sinónimo de una cocina que tiene en cuenta el origen de los ingredientes, cómo se cultivan y cómo llegan a nuestros mercados y, finalmente, a nuestros platos.
Una manera de garantizar una gastronomía sostenible ajustada a nuestra economía, es evitando las pérdidas y desperdicios de alimentos. Cuando desperdiciamos alimentos perdemos también el trabajo, el esfuerzo, la inversión y los preciosos recursos (como agua, semillas, pienso, etc.) empleados en su producción, por no hablar de los recursos utilizados en su transporte y elaboración. El desperdicio de alimentos aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye al cambio climático.
En ese sentido, desde FAO consideramos necesario seguir algunas recomendaciones para garantizar una gastronomía sostenible:
Primero, adoptemos una dieta más saludable y sostenible y compremos solo lo que necesitamos; segundo, no juzguemos los alimentos por su apariencia, aunque a menudo se tiran a la basura frutas y hortalizas magulladas o con formas extrañas porque incumplen unas normas cosméticas arbitrarias, debemos recordar que el sabor es el mismo y podemos utilizar la fruta madura para preparar batidos, zumos y postres.
Tercero, almacenemos los alimentos con sensatez, utilicemos contenedores herméticos para mantener frescos los alimentos abiertos y asegurémonos de cerrar los paquetes para que no entren insectos.
Cuarto, es importante que comprendamos el etiquetado de los alimentos, ya que a veces los alimentos siguen siendo inocuos para el consumo pasada la fecha de “consumo preferente”, mientras que la fecha de “caducidad” indica el momento en que el consumo deja de ser inocuo. Por tanto, es importante verificar las etiquetas de los alimentos para averiguar si contienen ingredientes no saludables, como grasas trans y conservantes y evitemos los alimentos con azúcar o sal añadidos.
Y finalmente, hagamos uso de los alimentos desperdiciados, en lugar de tirar a la basura desechos de comida, haga compost con ellos. De esta forma devolverá nutrientes al suelo y reducirá su propia huella de carbono. Y además puede producir sus propios alimentos en su huerto casero.
Recordemos que una gastronomía sostenible en nuestras familias y en nuestra comunidad, depende de nosotros, ¡hagámoslo posible! ¡Gastronomía sostenible por una mejor nutrición y una vida mejor para todas y todos!