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- 29/04/2024 14:11
Equidad de género y derechos humanos
El conocimiento, el respeto y la vigilancia en la implementación de los derechos humanos perfecciona la democracia.
Los derechos humanos surgen luego de la Segunda Guerra Mundial por la inexistencia de normativas, lo que permitió los actos de barbarie descomedidos para la conciencia de la humanidad. El 10 de diciembre de 1948, es adoptada por la Asamblea General de la ONU “La Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Un grupo formado por Eleanor Roosevelt, Pen-Chang y Charles Malik inició a redactarlos desde 1947 y Panamá formuló la propuesta concreta con la brillante intervención de Ricardo J. Alfaro, quien en el foro internacional interpretó el Art 2 del Boletín de la ONU y sostuvo que uno de los propósitos de las Naciones Unidas era la cooperación internacional en el desarrollo y estímulo de respeto de los derechos y las libertades fundamentales de todos. Con esto se evidenciaba que la ONU tenía competencia para intervenir; de lo contrario, las mencionadas disposiciones carecerían de valor.
Así siguen en evolución dichos derechos, de 18 hasta los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la actualidad. A lo largo del tiempo, se han desarrollado varias generaciones de DDHH. En la primera generación (S. XVIII y S. XIX), están agrupados los derechos civiles y políticos; en la segunda generación (S. XIX y S. XX), se agrupan los derechos económicos, sociales y culturales; y en la tercera generación (S.XX y S.XXI), se agruparon los que corresponden a las colectividades que comparten intereses comunes. Posteriormente se encuentra el derecho a la Seguridad Digital, sustentado en la necesidad de asegurar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación a todos los individuos; y a continuación, se definen los derechos intergeneracionales, como el derecho al desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente para las generaciones futuras.
La democracia se corrige y progresa con la inclusión de los derechos humanos, que reconocen la dignidad de cada ser. Todos estos derechos son “universales, indivisibles e interdependientes” (Declaración y Programa de Acción de Viena). La democracia es el contexto en el cual sucede la acción y la participación de los ciudadanos, quienes son los protagonistas que le dan seguridad al Estado de derecho. Ya no hay noción de seguridad internacional, sino que ésta deviene de las personas que conforman el Estado, por lo que los derechos humanos son una garantía estratégica.
Recordemos que, desde antes de la mitad del siglo pasado, en las Américas se dieron muchas violaciones a los derechos humanos, de mano de las dictaduras. Pareciera que hemos vuelto a algo similar, aduciendo que es necesaria una “mano dura”, pero esta vez, disimulada, por lo que debemos recordar que la democracia es un principio permanente en constante construcción.
La participación ciudadana siempre ha sido quien consolida la democracia, con el beneficio del uso del internet y las plataformas digitales, que permiten una votación informada. Pero esta vez presagian nuevos retos para la democracia digital, ya que al mismo tiempo, las redes consienten noticias falsas y dan lugar a que se resalten personalidades carismáticas o mesiánicas, como fue el caso de Rodolfo Hernández, contrincante de Gustavo Petro en la contienda a presidente en la elección colombiana, Nayib Bukele en El Salvador y Javier Milei en la Argentina.
Es menester evidenciar que a pesar de los 76 años que han pasado desde que hubo un compromiso de los primeros 51 estados con la declaración de los Derechos Humanos, firmada la Carta de Naciones Unidas y luego de los 193 estados miembros de la ONU, no se ve a través de los decenios, hechos o circunstancias fehacientes que constaten que se han realizado los esfuerzos necesarios para la implementación del logro de esa equidad, incluida Panamá.
En nuestro país, promovida la ignorancia desde el gobierno, no hay democracia plena, ya que no ha habido interés en construir espacios seguros y justos para los sectores “de segunda” del país, como lo son las mujeres, niñas y niños, pueblos indígenas, personas mayores, inmigrantes, entre otros. Las feministas hemos denunciado que la desigualdad de género es un producto de una especial reorganización patriarcal de la Modernidad desde los hombres, con el liberalismo.
El término feminismo surge en el S.XVIII, con la Declaración de los Derechos de la mujer y de la Ciudadana, de Olympe de Gouges(1791); y la vindicación de los derechos de la mujer, con Mary Wollstonecraft (1792). El feminismo inicia en la Revolución Francesa, cuando mujeres y hombres luchan a la par, para la eliminación de la monarquía, dando paso el Estado liberal. No obstante, al final las mujeres fueron excluidas, incluso del objetivo principal, que eran los derechos humanos: Libertad, Igualdad, Fraternidad entre clases y ahora entre géneros.
El feminismo realiza su análisis del rol del patriarcado y una crítica de la visión androcéntrica de la sociedad, el cual busca transformar la sociedad y reemplazar el patriarcado en el mundo por una gerencia del poder equitativa, en donde los valores de la mujer y el hombre, valores femeninos y masculinos, tengan el mismo peso en la sociedad.
El feminismo ha denunciado los estereotipos de género, ha tenido relevancia en lo académico, ha promovido la aparición de otras disciplinas, como la geografía feminista, la historia del feminismo y los estudios de género, entre otros.
En el plano jurídico, éste ha servido para desenmascarar al derecho como dispositivo de poder que, lejos de ser un regulador de conductas generales, reproduce valores patriarcales y construye roles en función de la diferencia sexual.
Lo vemos en Panamá con las Guías en Sexualidad que se están impartiendo hoy en escuelas públicas, promovidas por el gobierno actual y elaboradas únicamente por agrupaciones religiosas. Igual sucede en los medios de comunicación masiva. A pesar de que la ley 82 de 2013 propone eliminar el sexismo y discriminación en los medios de comunicación, estos incluyen en sus portadas a mujeres semi desnudas y las cosifican, incluidos comentarios sexistas que degradan su dignidad, pero ningún candidato habla de terminar con ese flagelo que promueve el machismo y los femicidios.
Otras muestras se ven con la ley que regula la esterilización, que no permite que una mujer se esterilice a los 18 años, como sí lo hace el hombre, sino a los 23 y después de 2 hijos y una recomendación médica. Otra pauta es que aún hoy, el salario de ellas es entre 15 y 20% menor, por igual trabajo.
Sólo una de las candidatas plantea resolver los problemas estructurales que padecemos las mujeres y los grupos minoritarios. El resto no; al contrario, van en nuestra contra. Han firmado un pacto que elimina el acceso al aborto legal y seguro, que forma parte de los derechos sexuales y reproductivos nuestros. Esto va en contra de los “Derechos Humanos y Derecho Internacional Público” (Alfaro, 1945) ratificados por Panamá, así como con la Convención que entró en vigor el 18 de julio de 1978, donde se establece que somos parte, tanto de la Comisión, como de la Corte Internacional de Derechos Humanos, que no fue firmada sólo por Trinidad Tobago y Venezuela.
“No hay democracia sin feminismo” nos dice Julieta Kirkwood (1980) socióloga, politóloga, teórica, catedrática y activista feminista, precursora de los estudios de género en su país, Chile, quien introdujo el feminismo como eje fundamental para una mejor convivencia de todos los chilenos.
En Panamá el patriarcado estructural no es casual; los hombres y el liberalismo lo perpetúan. Dejemos claro: la práctica democrática es irrealizable sin la participación de la mujer.
Decir que somos democráticos no es suficiente. Han catalogado la “problemática de la mujer” como un tema de sobremesa, de importancia secundaria. Ya tendrían que haber manifestado ese apoyo a nosotras desde la descriminalización del aborto, como la paridad en todos los estamentos del estado y la promoción de dicha paridad en las Juntas Directivas de la empresa privada.
Fueron los movimientos feministas quienes propiciaron los primeros estudios realizados sobre el género hacia los años sesenta, época en la que surgieron movimientos sociales que cambiaron la manera de comprender el significado y el rol de ser hombres y mujeres.
Afirma Carole Pateman, (1940 hasta hoy), teórica política y feminista británica, profesora emérita de ciencia política de la Universidad de California, de la Universidad de Cardif, de la Universidad Australiana y otras más, quien nos dice que: “para las feministas la democracia no ha existido jamás” y coincide junto con Julieta Kirkwood en que la exclusión de las mujeres viene desde la “democracia liberal”. Sufrir acoso sexual o discriminación laboral se debe a que las mujeres entramos al mercado no como individuos asexuados, sino como mujeres.
El aporte del feminismo se vislumbra más allá de una simple participación en aspectos políticos o sociales; éste ha logrado permear disciplinas interesadas en desarrollar estudios desde perspectivas de género, llegando a establecer nuevas miradas acerca de la feminidad y la masculinidad.
Pese a indudables avances normativos e institucionales para que haya más mujeres en la toma de decisiones, persisten factores estructurales que todavía impiden o limitan el pleno ejercicio de los derechos políticos de las mujeres en Panamá y en la región, a pesar de que la democracia, el desarrollo y el Estado tienen una dependencia recíproca, para la protección de los derechos humanos como contexto para la participación ciudadana, pero esta no logra su cometido.
La presencia de mujeres en funciones de liderazgo aumenta la probabilidad de que se consideren sus necesidades en la toma de decisiones, motiva a otras mujeres a desempeñar esas funciones y promueve la igualdad de género como eje central en la democracia, pero además representa para la familia y la sociedad en general un mayor ingreso económico y desarrollo social.
Los feminismos en sus diferentes variantes han contribuido a poner en tela de juicio categorías conceptuales fundamentales para las instituciones, especialmente, para aquellas vinculadas con el dominio de la sexualidad y el ámbito doméstico.
¿Qué debería un verdadero líder o lideresa hacer? Según Francois Dubet (sociólogo francés), quien plantea resignificar la democracia basada en identidades inclusivas, “vivir juntos a partir de un reconocimiento positivo de la diferencia”.
Múltiples son las evidencias de la asimetría del poder en la economía y urge un firme llamado a corregirla, para conseguir un orden más respetuoso y exitoso del que tenemos ahora.
Hay que reconocer, pero también evaluar con lente crítico, lo poco efectivas que han sido las estrategias de los gobiernos para vencer el racismo, la xenofobia, el edadismo, la estigmatización de los grupos LGBTI+, de los pobres y otras intolerancias.
Hoy por hoy, los derechos humanos son más citados, buscados y exigidos en Panamá, pero el liderazgo político de los hombres que ejercen el poder y de los candidatos, es acobardado. La democracia para las mujeres es Justicia, Libertad, Igualdad y Solidaridad.