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- 27/06/2019 02:02
Confidencias de un inspector electoral
Participé en las elecciones generales de este año 2019 como inspector de mesa y por ello logré observar que, a pesar de tener una experiencia de varios lustros, el Tribunal Electoral navega sobre las aguas de la improvisación.
Para ser inspector hay que pasar por una preparación previa, recibiendo un seminario de un día, o vía ‘online', método que me parece importante utilizar con mayor acierto a futuro, dado el uso cada vez mayor del internet. Faltando una semana para los comicios, fui llamado para recibir un seminario tipo recorderis de lo visto en las clases ‘online'. La labor no fue fácil, pues no se brindan las herramientas necesarias para llevar a cabo las tareas asignadas.
El trabajo es por un espacio de siete días, periodo que, entre otras tareas, se debe intentar contactar a los miembros de mesa bajo tu responsabilidad, en mi caso, 16 personas.
Faltó logística para cumplir con lo asignado, y no hubo una correspondencia con el trabajo que había que realizar, como fue la falta de alimentos, por ejemplo, para los que tuvieron que estar en labor de vigilancia de las mesas durante el día de las elecciones, mucho menos para los miembros de mesa. A ellos se les da un adelanto de 10 dólares para eso.
La verificación del personal de mesa de votación se tuvo que hacer mediante el uso de línea privada, pues no hubo un teléfono a disposición para llevar a cabo este asunto tan vital. La movilización no fue garantizada. No hubo un carro a disposición para el traslado de los documentos.
Es lamentable ver que la experiencia de los jóvenes encargados de mesa no es la más apropiada, ni de los que conforman el resto de la actividad, pues no están realmente comprometidos con la responsabilidad que pesa sobre sus cabezas, falta mucha más preparación que la que un seminario dictado en un día pueda ofrecer; y qué decir cuando muchos de ellos, dado el tedioso trabajo, llegan exhaustos al final de la jornada.
Se necesita destinar más tiempo en la preparación del personal a necesitar, así se pueden subsanar muchos errores que han sido denunciados a lo largo del país.
El día de los comicios, el tiempo pasó más allá de las 24 horas continuas.
Hasta aquí algunos de los inconvenientes surgidos, me imagino que a lo largo de toda la organización el asunto es igual de caótico.
Los delegados electorales fueron felicitados por su labor, pero qué de todo el sistema que sustenta las votaciones: coordinadores de áreas, supervisores, inspectores y miembros de mesa, entre otros. Sin el trabajo desmedido de cada uno de ellos las elecciones no tuvieran el fruto anhelado.
Considero que a este sector se le debe garantizar un mayor emolumento de acuerdo al tiempo que destine para la preparación de los comicios.
Millones de dólares son repartidos a los partidos políticos para sus actividades anualmente, entonces ¿por qué no dar una mayor asignación al presupuesto de contratación de personal de apoyo?
En cuanto a los jurados de mesa, estos deben ser preparados con mucha más anticipación, igual el resto del personal.
Las escuelas pueden ser utilizadas como centros de captación y capacitación de aquellos jóvenes que están por salir de quinto y sexto año por espacio de dos semanas dos años antes de las elecciones, y brindarles elementos cognoscitivos que incentiven la participación cívica de la juventud en las elecciones, para que sean garantes de la pulcritud y transparencia de los comicios.
No entiendo por qué existen medidas coercitivas que pesan sobre los que ejercen estas labores. Estoy de acuerdo con que el robo, desaparición u omisión de una acta sea castigado, pero que, por una falta como dejar de colocar una raya al padrón de firma u otros pequeños detalles, te manden a buscar con policía a tu casa, como si fueras un delincuente, no tiene sentido.
Es más, el hecho de que el Tribunal Electoral delegue la responsabilidad en el núcleo de la mesa de votación hacia arriba, en forma individual, abstrayéndose de toda responsabilidad, de darse algún error, es un poco salomónico. El compromiso es de todos, tanto en lo bueno como en lo malo que se dé en las elecciones.
El sistema de actas está desfasado, igual que el sistema de votación. Son páginas largas en las que, a la hora de la hora, se cometen errores, dada la poca preparación de los funcionarios. Al final, bloques enteros de papel son incinerados. Recursos valiosos desechados.
Hay que buscar otros mecanismos más ágiles y efectivos para registrar la voluntad popular.
La población está creciendo, y las elecciones pasadas nos dejaron la necesidad de buscar una segunda vuelta electoral. Quizás debemos hacer unas elecciones para elegir a los diputados, cuyo número debe bajar, y representantes en otro momento distinto a las elecciones para elegir al presidente de la República.
Los miembros del Tribunal Electoral, a futuro, deben pensar desde ya en cada uno de los detalles necesarios para que las tropas, como las que se movilizaron para lograr el éxito acometido en estos comicios, sean atendidas y respetadas como seres humanos.
PERIODISTA Y MAGÍSTER EN EDUCACIÓN SUPERIOR.
‘‘[...] debemos hacer unas elecciones para elegir a los diputados, [...], y representantes (y) en otro momento [...] al presidente [...]'
‘En cuanto a los jurados de mesa, estos deben ser preparados con mucha más anticipación, igual el resto del personal'