• 24/09/2024 00:00

Demografía y economía del IVM o las contradicciones equivocadas

Hace unos días, un connotado geógrafo publicó unas afirmaciones en las que ponderaba la inclusión de las “medidas paramétricas” en las estimaciones para “solucionar” el programa IVM de la CSS. No solamente lo planteaba como una fórmula obligada, sino que quienes no lo aceptáramos así poseemos un “sesgo apasionado, ideológico, de gente que obvia la realidad descarnada de nuestra economía y demografía” (La Estrella de Panamá, 17/09/2024).

Coincido con lo expresado en lo relativo a que hay apasionamientos (me incluyo entre estos) ideológicos. Solo que, al menos en mi caso y colegas de Economía y Medicina, este apasionamiento nos conduce a rebuscar hasta lo último las verdades científicas en favor de los pueblos y no a obviar la realidad de nuestra economía y demografía.

Por otro lado, acerca del tema de las medidas paramétricas, advertimos que, cuando los parámetros del cálculo solamente se basan en tiempos (por ejemplo, edad de retiro, duración del beneficio recibido) el resultado dirá que hay que mover alguna de estas “variables”. Así, a menor monto del ahorro individual, se busca acortar el tiempo entre el momento de pensionarse y el de la muerte, esto es, aumentar la edad de retiro, sobre todo si se trata de un régimen de cuentas individuales manejado por administradoras privadas. A contrapelo, ¿qué tal si les digo que al emplear otros parámetros el resultado puede cambiar significativamente? Veamos.

Es cierto que la demografía nos describe que hay cada vez un mayor tamaño de población en edades de pensionamiento por vejez (o jubilación), frente a una tendencia cada vez más pronunciada de población en edad laboral anterior a los 60 años. Sin embargo, es un razonamiento anticientífico afirmar que eso es una amenaza para el sistema solidario y obliga a instituir un régimen basado en cuentas individuales.

Imaginémonos que hace unos 30 años, cada seis cotizantes con salarios promedios de 500,00 dólares sostenían la reserva de un pensionado. Pasado el tiempo, de acuerdo al registro demográfico, hay menos jóvenes y más “viejos”, digamos que solamente hay tres cotizantes para sostener a un pensionado. Según los que solo saben de los parámetros demográficos-temporales, concluyen que ese pensionado tendría la mitad del monto de lo que recibían sus pares de hace 30 años. Bueno, bueno... aquí está la trampa de los que dicen aceptar la “realidad descarnada de la demografía”, al esconder que el problema está más en el mercado de trabajo, en la relación capital-trabajo, que en las contradicciones generacionales, entre los jóvenes y viejos. Esto es, que si los tres trabajadores siguen ganando los mismos 500.00 dólares indudablemente que se acorta su capacidad para ser solidarios con los pensionados, pero si los patronos han compartido los aumentos de productividad con sus empleados y estos tres, ahora ganan en promedio mil quinientos dólares cada uno, estarían en capacidad de seguir manteniendo a un pensionado y hasta elevar el monto recibido por la mayor capacidad del ahorro colectivo.

Ergo, analizar un solo tipo de parámetros, resulta en alarmismo generacional, además de que a la hora de los sacrificios, se deja de lado el de los patronos ya no solo a los evasores, sino en el esquema de la distribución de la riqueza generada en el país. La contradicción principal no la reconoce la demografía, sino el análisis de otras dimensiones económico-sociales.

El docente de Economía William Hugges dio cuenta hace un par de años que durante prácticamente los dos primeros decenios de este siglo, el excedente generado por el trabajo, había aumentado 75%; mientras que los ingresos (salarios y honorarios) de los trabajadores solamente había crecido menos del 15%. Fácil saber aquí quienes se quedaron con la tajada del león, reduciendo la capacidad del sistema solidario entre trabajadores activos y pensionados.

Por lo demás, esta contradicción fundamental en la producción-distribución de los excedentes económicos, es la que lleva al sector empresarial privado -principal beneficiado con este sistema- a proponer un régimen con tres pilares, en el cual, le dejan al Estado el “pilar” de los grupos de bajos ingresos y las aseguradoras privadas se quedarían con los trabajadores de medianos y altos ingresos... ¿Y si mejor proponemos que ellos se queden con los de bajos ingresos y sean eficientes allí y la CSS con los de medianos y altos ingresos? Dudo que lo acepten; el negocio no está en manejar el ahorro individual de los más pobres.

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