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- 03/10/2023 00:00
Ciudades amigables con los ancianos
Cada 1 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Personas de Edad establecido por Naciones Unidas. El Censo de Población y Vivienda efectuado en el año 2023 ofrece una oportunidad inaplazable para ocuparse de los ancianos que viven en Panamá y diseñar políticas públicas que reivindiquen sus derechos.
Según el censo, la edad promedio de la población ha ido aumentando; en el año 2010 fue de 27 años y en el 2023 se elevó a 30 años. Asimismo, las personas mayores de 65 años en el 2010 apenas representaban un 7.4% de la población total, ascendió en el año 2023 hasta un 13.9% (Chandiramani, R. 2023). Otros datos certifican que el 38% de quienes son cabeza de familia son mujeres y que el promedio de personas por familia ha disminuido desde 5.2 en el 2010 a 3.3 personas (Mizrachi, F. 19/03/2023).
Por otra parte, el informe sobre la situación de las personas adultas mayores en Panamá presentado en el año 2022 en la segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento -basado en el censo del 2010- revela que hay más hombres que mujeres en edades menores, cambiando la situación en las edades más avanzadas donde la mayoría son mujeres; es decir la longevidad femenina es mayor que la masculina; además destaca que un 88% de los hombres está en la esfera productiva contrastando con el porcentaje de mujeres que son solo 50%.
Esta realidad confirma que las mujeres, al margen de la edad que tengan, continúan haciendo los trabajos de cuidado, especialmente en los hogares que no tienen los ingresos para contratar a enfermeras o acompañantes. Contextualizando esa realidad el censo indica que solo el 44% de la población es financieramente independiente, el resto depende de algún familiar para sobrevivir (Mizrachi, F. 19/03/2023).
En Panamá los procesos demográficos muestran una tendencia sostenida con relación al envejecimiento de la población por motivos biomédicos, culturales y sociales, entre otros. Esta disposición demográfica es también experimentada en países de Europa y América Latina; en algunos de ellos como Noruega, Suecia, Japón, España, Uruguay y Costa Rica se han desarrollado políticas públicas integrales para atender a la población anciana. Entre las más destacables se incluyen las que buscan estimular la autonomía personal de las personas dependientes (con el objetivo de que ganen en autonomía); las de envejecimiento activo (generando actividades destinadas específicamente a la salud del cuerpo) y las de autonomía relacional como modelo alternativo (en las que se reconoce distintas formas de ser viejo, sin imponer actividades asociadas a paradigmas del envejecimiento vinculadas a la biología o al cuerpo físico).
En Panamá las políticas públicas para los ancianos se limitan al Sistema de Atención Integral Domiciliaria (SADI) que ofrece visitas domiciliarias a los ancianos; y los Centros de Bienestar que promueven prácticas de autocuidado de la salud y los invita a realizar controles médicos. También existe un subsidio de ciento veinte dólares a los 65 años.
Es posible hacer mucho más por los ancianos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud promulgó la Década por el Envejecimiento Saludable (2021-2030) y para lograrlo impulsa la construcción de ciudades amigables con los ancianos. Esto significa ofrecer equipamientos y servicios que apoyen el bienestar y la productividad, diseñando entornos que los apoyen y mitiguen los cambios físicos y sociales asociados a la vejez; reconocer su diversidad, respetar sus decisiones y opciones de vida, impulsar una cultura de inclusión y adecuar el entorno a las necesidades del envejecimiento activo.
Por ejemplo, diseñar espacios públicos y aceras considerando las necesidades y posibilidades para movilizarse (wakability) de los ancianos; incluyendo elementos como el tipo de pavimento, las características y localización de bancas públicas y paradas de transporte público, la iluminación, los cruces peatonales, los cambios de nivel, la construcción de baños públicos, entre otros mecanismos.
La Organización Panamericana de la Salud afirma que las ciudades que favorecen el envejecimiento activo aprovechan las oportunidades de salud, participación y seguridad para impulsar la calidad de vida; y para hacerlo atienden ocho aspectos de la vida urbana: participación social, transporte, vivienda, espacios al aire libre y edificios, servicios comunitarios y de salud, comunicación e información, participación cívica y empleo, y respeto e inclusión social.
La accesibilidad a espacios y estructuras y la variedad de posibilidades de participación social, entretenimiento y empleo refleja el grado de respeto e inclusión social. La participación social favorece la inclusión social y la capacidad de estar informado. Asimismo, la vivienda determina la amplitud de los servicios de sostén de la comunidad; la participación social, cívica y económica es dependiente de la seguridad en los espacios y edificios públicos; y el transporte y la información suscitan el desenvolvimiento de los otros aspectos.
Finalizo con un fragmento del poema “Te llegara la tarde” de Mario Benedetti para colocar al lector en el estado de ánimo adecuado para reflexionar sobre una realidad que más que futuro es presente. “Aquí no hay viejos, solo que llegó la tarde. Viejo es el mar y se agiganta, viejo es el Sol y nos calienta, vieja es la Luna y nos alumbra, vieja es la Tierra y nos da vida, viejo es el amor y nos alienta…”