Durante el primer trimestre de 2025, los puertos panameños movilizaron un total de 1.308.976 unidades de contenedores, de las cuales 556.369 corresponden...
- 13/04/2025 23:00
Durante las últimas semanas, en medio de la tensa situación que vivimos como país, sujetos inescrupulosos y de actuar delictivo, han estado difamándome, injuriándome y desacreditándome impunemente.
Unos desde los escondrijos del anonimato, otros amparándose en cargos de dudosa acreditación que les brindan ciertas instituciones educativas de enseñanza superior. De no ser, por la desinteresada recomendación por parte de personas por mí apreciadas, no vendría a ripostar los infundios y calumnias, vertidos con el propósito de lograr que sus improsultas acciones encuentren recepción o eco en los que nunca fallan en escuchar diatribas.
Llevo 52 años de mi vida, dedicados, por vocación y convicción, a la enseñanza universitaria, seis de ellos en universidades extranjeras. Soy catedrático titular por concurso, luego de 12 años de batallar por ello. Ostento las cátedras de ciencia política, derecho internacional público y derecho constitucional.
Todos mis títulos: Licenciado en Ciencia Política, Licenciado en Derecho y Doctorado en Ciencia Política, reposan debidamente registrados tanto en la Secretaria General de la Universidad de Panamá, en el Ministerio de Educación, como en las universidades extranjeras donde me he desempeñado, así como en los organismos internacionales y países que he concursado para becas de estudio (ONU, OEA, CIDH, Fulbright, Israel, España, etc.).
Poseo, además, un doctorado honoris causa, conferido por la Universidad de Lehigh, Bethlehem, Pensilvania. Me resulta incómodo tener, a estas alturas y frente a tantas situaciones que acontecen, que salir una vez más a exigir respeto a mi dignidad, mancillada con premeditación, dolo y alevosía, con el propósito de intentar enlodar, desde las mismas donde conviven los autores de tantas diatribas, una vida que modestamente ha sido siempre transparente y pública, al servicio de mi patria, de las libertades, derechos humanos y consecuente con mis convicciones.
Quienes me conocen saben bien que este nuevo intento de académicidio que buscan perpetrar, tiene el propósito de hacer daño moral, pero también físico. Ya en ocasiones anteriores, durante y después de la dictadura, lo han intentado por diversas vías.
Hoy “son los mismos con las mismas”. Los mismos que no tienen valores éticos, ni credencial alguna para debatir siquiera. Consciente estoy que no descansaran, pues, cuentan con la complicidad de quienes, llamados a investigar no lo hacen. Y, también, con la de los llamados a repudiar estas actuaciones, y tampoco lo hacen.
Por mi parte, seguiré adelante, con el compromiso con mi conciencia. A las moscas de cocina y títeres putrefactos, los seguiremos desenmascarando, aunque por sus actos, ya los conocéis.