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- 19/09/2024 00:00
Aprendizaje colaborativo: el nuevo rol del docente frente a las nuevas metodologías
Aprendizaje cooperativo y colaborativo han sido tratados como sinónimos, sin embargo, para Peralta y Borgobello (2007), la cooperación sugiere la división de tareas, en la cual cada persona se responsabiliza de una asignación y la integración de todos los resultados configuran el producto final. La colaboración, por su parte, supone sincronía y coordinación en el desarrollo de las actividades y propone una organización horizontal en la cual se dan cambios de roles.
En el aprendizaje cooperativo, el formador decide los contenidos, se apoya en las estrategias como instrumentos; el colaborativo tiene su origen en el socioconstructivismo y la metodología participativa, en el cual el conocimiento es producto de un proceso de elaboración conjunta de significados.
La metodología colaborativa se contrapone al modelo tradicional de enseñanza, en el cual la formación se caracteriza por ser transmisiva, donde el formador es dueño del proceso, asumiendo un papel activo en la toma de decisiones, mientras que el aprendiz adopta un papel pasivo, dependiente y receptivo.
El trabajo colaborativo ofrece ventajas al aprendizaje, otorgando importancia a la interacción social y al vínculo entre los participantes en torno a un objetivo común. Dar un papel más activo al participante en la tarea conlleva a una mejor comprensión de los objetivos y del proceso.
Felder y Brent (2007) señalan que “el aprendizaje colaborativo prevalece por encima del individual, en cuanto a promoción del pensamiento metacognitivo, persistencia en el trabajo, transferencia de aprendizajes y motivación intrínseca”. Además, estimula la reflexión, creatividad en la solución de problemas, habilidades comunicativas, autonomía y crecimiento personal.
Entre las estrategias para el trabajo colaborativo se destaca el aula invertida, como un enfoque prometedor para la formación, donde se invierte la secuencia de actividades tradicionales en una clase, de forma que la secuencia enseñanza-estudio y evaluación es sustituida por estudio-evaluación-enseñanza. La intención es trasladar algunas actividades guiadas fuera del aula, aquellas orientadas a la transmisión de información, y aprovechar el tiempo de clases para realizar actividades de aprendizaje. Promoverá reflexión, análisis y discusión, y se estimula la formulación de juicios fundamentados, análisis y reformulación de saberes acordes con las derivaciones prácticas y teóricas.
Otra estrategia es el aprendizaje basado en equipos, enfoque que implica el uso de conceptos para resolver problemas. En este sentido, el formador atiende el diseño y gestión del proceso instruccional y los estudiantes son responsables de estudiar de forma autónoma y prepararse para los trabajos grupales en la clase.
El estudio de casos, como otra posibilidad, favorece el abordaje práctico de los contenidos a través de una estrategia grupal, simulando una situación auténtica que relata una problemática, exige el estudio de material que facilite el análisis y resolución. Puede contener varios incidentes críticos y es extensiva en el tiempo. En la Udelas se desarrollan proyectos que estimulan el uso de estrategias metodológicas colaborativas, como las aulas espejo, que son otra forma de innovar desde los espacios formativos en bien de la calidad de la educación. Cada carrera de pregrado o postgrado dirigida a la docencia motiva a los discentes a experimentar estas prácticas en cursos de metodología, didáctica, currículum, planificación, entre otras.
El trabajo colaborativo asume principios como actitud crítica y disposición positiva. El trabajo colaborativo y el individual son compatibles, los apoyos complementarios son cruciales y la evaluación debe ser continua, formativa y fundamentada.
La sociedad actual otorga nuevos sentidos a la formación. Desde el desarrollo tecnológico han surgido recursos que apoyan estas nuevas formas de enseñar y aprender, otorgando mayor flexibilidad en la atención de las características de los participantes y su contexto, sin descuidar el compromiso de generar aprendizajes significativos. La construcción social del conocimiento permite aprender de las experiencias de todos los participantes. Obviamente, implementar cualquiera de ellas supone asumir nuevos roles, tanto del docente como desde la perspectiva de los aprendices, para que los procesos sean eficientes y provechosos para todos.