• 08/12/2021 00:00

Amor materno

Cuando se tiene un hijo, no sé cómo.

Cuando se tiene un hijo, no sé cómo

decirlo, se abren las compuertas del

amor hecho sangre; todo se contamina

de una dulce ternura y el horizonte

claro se siente en las entrañas.

¿Por qué será que entonces todo se ve

distinto: la hormiga que murmura en su

débil corola, la blanca flor de armiño

que estremece la aurora y la pupila

abierta que arrulla nuestro espíritu?

Tener un hijo cambia la vida de las vidas,

es como renacer y sentirse de nuevo

como un capullo blanco, inocente y

eterno, tal como niño sano corriendo en

la llanura.

Y en esa idea fecunda de mareas y de

ensueños, en el alumbramiento de

años y de días, va la madre en silencio

cubriendo los altares de los nuevos

retoños abiertos a la vida.

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