• 09/08/2022 00:00

La abogacía por el imperio de la justicia y la paz

En Panamá, conmemoramos el 9 de agosto como el Día del Abogado, fecha del nacimiento del patricio e ilustre jurista, codificador y estadista panameño, don Justo Arosemena, (9 agosto de 1817), nacido, en los albores de nuestra independencia de Panamá de España,.

En Panamá, conmemoramos el 9 de agosto como el Día del Abogado, fecha del nacimiento del patricio e ilustre jurista, codificador y estadista panameño, don Justo Arosemena, (9 agosto de 1817), nacido, en los albores de nuestra independencia de Panamá de España,

En tiempos borrascosos, de crisis y de alteraciones del orden social, vienen, como anillo al dedo, las grandilocuentes palabras del sobresaliente procesalista Eduardo J. Couture, de cuya autoría son los célebres mandamientos del abogado, dejando plasmado para la historia el siguiente precepto:

“Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia. Y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia ni paz”.

En todos los textos jurídicos se reafirma el principio de que “el derecho es un imperativo de la vida en sociedad La observancia del orden jurídico es indispensable para lograr una convivencia pacífica y ordenada de los asociados. El derecho es unan exigencia de la sociedad humana”, (Monroy Cabra).

La idea del derecho aparece ligada a la existencia, a la coexistencia, a la sociabilidad, al respeto de la persona en su dimensión trascendente. La idea del derecho es la unidad de todos los valores jurídicos y tiene una finalidad personalista en cuanto busca la dignidad de la persona y el respeto a sus derechos.

El derecho forma parte de la cultura, es vida humada subjetivada, es un deber ser, implica valores como la justicia, el orden, el bien común, la seguridad, la paz y, en general, la ordenación de la vida humana.

Se trata de un ordenamiento jurídico, que se condensa en “un conjunto de normas coercitivas que rigen la convivencia social” o como un “Sistema de normas y decisiones destinadas a regir la conducta humana en orden al bien común” o como sostiene el autor Goldsmidt el derecho tiende a “regular conductas humas, por medio de normas, buscando la realización de la Justicia”.

Estamos en la presencia de normas jurídicas, coercibles y exigibles, que regulan y ordenan la vida del hombre en la sociedad. En síntesis, los abogados son los peritos del derecho y de allí que en ellos debe siempre representarse la justicia y el bien común, valores esenciales del derecho.

Consecuentes con los anteriores valores en el día dedicado al abogado, y por ende de la abogacía, conviene reflexionar sobre el valor y la función de tan abnegada y noble profesión liberal: la abogacía.

Son muchas las críticas que se hacen a los abogados, tal cual como ocurre con otras profesiones, pero olvidamos que el abogado es el hombre de letras, del derecho o el profesional de las ciencias jurídicas, que en todo caso y momento, debe esgrimir y defender el imperio de la ley, la justicia, el orden y la paz.

En el campo del derecho han sido muchas las figuras que se han agigantado por sus grandes aportes al desarrollo y culto de la abogacía, siendo uno de ellos el jurista y abogado español don Ángel Osorio, autor de la obra 'El alma de la toga' en la cual dejo plasmando con letras de oro que “Hacer justicia o pedirla —cuando se procede de buena fe, es lo mismo— constituye la obra más íntima, más espiritual, más inefable del hombre”.

El abogado está inmerso en la ciencia del derecho, la cual, según el jurista romano Ulpiano, es una “constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”. Y de allí la alta importancia del derecho y del abogado como su exponente, vocero y paladín más autorizado y calificado.

Para finalizar podemos afirmar que “el derecho es la fuerza que coordina todas las actividades sociales del hombre, que el derecho es la síntesis de todas las incontables energías de la sociedad, porque todas ellas se destruirían mutuamente y matarían el organismo social si el derecho, como fuerza soberana, no interviniera conciliando, en una suprema síntesis de equilibrio, todas esas corrientes impetuosas de la vida humana, de la vida material y economía, de la vida intelectual, de la vida artística, de la vida moral, de la vida religiosa .

En fin, la abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia. Tu deber es luchar por el derecho: pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia”, y ten presente siempre que no se concibe una sociedad sin derecho, ni un derecho sin una sociedad humana (Ubi homo, ibi societas; ubi societas, ibi ius; ergo ubi homo, ibi ius).

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