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- 10/05/2024 00:00
80 años de la Asamblea de Chivo Chivo
Fue un episodio de la historia de Panamá que tuvo su punto más álgido en diciembre de 1944, pero que inició tres años antes, en 1941, con el derrocamiento del presidente, Arnulfo Arias Madrid, el 9 de octubre por parte de Ricardo Adolfo de la Guardia, quien fungía como ministro de Gobierno, esta acción dejaba en evidencia la crisis oligárquica que vivía el país.
Días antes del Golpe, medios escritos informaron que el presidente había salido de incógnito por el aeropuerto de France Field, hacia la isla de Cuba. Esto se interpretó como una violación de la Constitución, porque debía tener autorización de la Corte Suprema de Justicia, para tales propósitos se citaba el artículo 111 de la Constitución de 1941: “El presidente de la República o el ciudadano que lo reemplace podrá separarse del ejercicio de sus funciones con licencia que le será concedida por la Asamblea Nacional y en receso de esta, por la Corte Suprema de Justicia. Por motivo de enfermedad, bastará el aviso previo a la respectiva corporación”. No podemos perder de vista que la salida de Arias de la presidencia presentó como antecedente su negativa de artillar barcos panameños a solicitud de los Estados Unidos del lado de los aliados, lo que involucraría a la nación en una guerra que podía haber tenido entre sus objetivos el Canal de Panamá.
El artículo 114, daba una aparente solución a la coyuntura: “Por falta temporal o absoluta del presidente de la República, ejercerá sus funciones uno de los designados en el orden en que hayan sido elegidos”. Más adelante, el 116, delimita que: “Cuando, por cualquier motivo, las faltas del presidente no pudieran ser llenadas por los designados, ejercerá la presidencia de la república uno de los ministros de estado elegido por estos, por mayoría de votos”.
Estos artículos constitucionales aportaban luces sobre el camino que corrió aquella crisis de gobierno, donde ninguno de los tres designados, a saber: José Pezet, ministro de Educación; Ernesto Guardia Jaén, quien tomó posesión, pero renunció casi de inmediato y Aníbal Ríos, embajador en la República de Perú, se posesionaron del cargo. Con este escenario, Ricardo Adolfo de la Guardia, sostenido en el artículo 116, asumió la jefatura del Estado.
Era la segunda vez, desde 1931, cuando se derrocó a Florencio H. Arosemena, que se destituía al mandatario. Los eventos tomaron mayor proporción en 1944, debido a que la Asamblea Nacional, le correspondía escoger a tres nuevos designados, uno de los cuales se encargaría de la presidencia de la república. Ante la posibilidad de que la Asamblea eligiera designados, el presidente tomó la decisión de clausurarla y llamar a una Convención Constituyente.
En medio de esta crisis el Ejecutivo expidió el Decreto No. 4 de 29 de diciembre de 1944 “Por el cual se convoca una Convención Nacional”. En sus artículos se suspende la vigencia de la Constitución de 1941, con la excepción de las disposiciones relativas al Poder Judicial y al Ministerio Público, y se convoca a una Convención Nacional, que debía reunirse el 15 de junio de 1945.
El gobierno en las horas siguientes persiguió a los diputados que se oponían a la continuidad de su mandato. El mayor Alemán, en sus memorias, describió los hechos así: “Al comprender que los 17 diputados que integrábamos la legítima mayoría de la Asamblea Nacional corríamos peligro de ser encarcelados, nos acuartelamos en el Hotel Tívoli dentro de la antigua Zona del Canal. Los altos funcionarios zoneítas, entre ellos, el gobernador Mehafey y el general Brett, así como, el jefe de la Policía de la Zona, no tardaron en considerarme el jefe del grupo de exiliados, y en efecto, fui elegido presidente de la Asamblea Nacional legítima. Institución que, en territorio panameño, celebró sus históricas sesiones, a filo de la madrugada, bajo la persecución incesante de los enemigos de la legitimidad, en la comunidad conocida bajo el nombre de Chivo Chivo”.
Estos diputados fueron: Saturnino Arrocha Graell, José de Jesús Figueroa, Simón Vega, Milciades Arosemena, Federico Boyd Jr., Jeptha B. Duncan, Mayor Alfredo Alemán, Pablo Barés, Julio Clement, Segunda Fila, Pablo Pinzón, Francisco y Ricaurte Linares, José M. Varela, Franklin Bernal y José E. Brandao Mojica.
Las sesiones duraron 71 días en la clandestinidad por temor a la represión y se procedió a escoger como presidente de la república a Jeptha B. Duncan. Esto transcurrió en medio de la protesta y una aureola simbólica, porque el presidente De La Guardia, continuó en el poder hasta su reemplazo por Enrique A. Jiménez en 1945, escogido por la Convención Constituyente.