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- 03/06/2023 00:00
570 años del fin de la Edad Media y la caída de Constantinopla (1453-2023)
Kissinger, señala que cualquier sociedad, con independencia de cual sea su sistema político, se encuentra en un tránsito perpetuo entre un pasado que conforma su memoria y una visión del futuro que inspira su evolución. La historia no se puede explicar de forma determinista y no se puede predecir, porque es caótica, sostiene Harari en su libro Sapiens; lo cierto es que la historia es una ciencia que nos explica y enseña todos los hechos del pasado, que, de una manera u otra, tiene una influencia en nuestro presente, orientándonos a entender nuestros orígenes e identidad, lo cual muchas veces ignoramos.
Los hechos del pasado tienen una influencia en el comportamiento de las personas, en sus relaciones, y en el desarrollo del pensamiento político, para comprender nuestros orígenes es importante, como decía Max Weber, poner las manos en la rueda de la historia.
El Imperio romano tiene una influencia en la historia de la humanidad, por su presencia territorial, en los pueblos conquistados, es la lengua madre de nuestro idioma español o castellano, pero además el vehículo para propagar el cristianismo a todos los rincones del mundo existente en esa época.
Con la caída del Imperio romano y la instauración del feudalismo desaparecen los conceptos de ciudadanía desarrollados por ellos, y se trata el concepto de sirvientes, vasallos y señores, y con la monarquía absolutista, el concepto de sujeto, las personas quedaron totalmente sometidas a la autoridad del monarca. Con el fin del Imperio romano, el pluralismo se tornó una característica definidora del orden europeo, define Kissinger en su libro Orden mundial. Con este hecho inicia la Edad Media.
La Edad Media es el periodo histórico que comprende entre los siglos V y XV, que inicia con la caída del Imperio romano de Occidente y que termina con la caída de Constantinopla, el 29 de mayo de 1453. Es un periodo de diez siglos, que marca, por un lado, la consolidación y expansión del cristianismo en Europa, como una entidad unificadora, la aparición del feudalismo; y, por otra parte, el desarrollo de inventos que será de gran trascendencia, como es el invento de la imprenta por Gutenberg.
Mientras Europa Occidental pasaba por una transformación en la forma de administración política, con la influencia germánica, principalmente con la designación de Carlo Magno como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico; la parte oriental, estaba organizada baja el Imperio romano del Este, cuya sede se encontraba en Constantinopla, cuando en el siglo IV, Constantino, se establece en esta nueva ciudad, cuyo nombre anterior era Bizancio.
Como indican algunos historiadores, el destino del mundo del Medievo tiene dos tendencias opuestas que se combaten sin cesar: unidad y pluralidad. Unidad, que, en su aspecto espiritual, hemos visto asegurada en la Iglesia, pero que en el vacío de poder que acompañó la caída del Imperio de Occidente había perdido su concreción en la sociedad política. La unidad, sin embargo, permanece como un objetivo, un ideal, tras del cual suspiran los teóricos de la ciencia política, los teólogos y los hombres de gobierno. El eje filosófico de la Edad Media está en la influencia de la Iglesia católica, en este periodo sobresalen el pensamiento de san Agustín de Hipona, Boecio, Juan de Salisbury, santo Tomás de Aquino, Guillermo de Ockham.
Otro problema en la Edad Media, será el primer gran cisma en el cristianismo, basado en dos aspectos, el primero en las diferencias en las partes de la Santísima Trinidad, y la segunda en el lenguaje, mientras que la Iglesia en Roma, utilizaba el latín como lengua madre, en la parte oriental, con su sede en Constantinopla, era el griego.
En los últimos ciento cincuenta años del medioevo, el pensamiento político se transmuta, al desarrollarse las monarquías y la consecuente debilidad la autoridad del papado; sin embargo, da inicio la decadencia del feudalismo y con ello el inicio de una nueva clase social no campesina, ni propietaria de tierras: la burguesía; aumenta el poder del rey y se sustenta el poder civil sobre el eclesiástico.
Mientras que Constantinopla es el símbolo del poder en la Europa oriental (Imperio de Bizancio), este nombre proviene del griego Konstantinou polis, de ahí también que hoy el nombre de Estambul, que es el nombre que adquiere la ciudad, a finales del siglo XIX, se debe al nombre que se empleaba desde el siglo X, “eis ten polin”, que quiere decir “a la ciudad” o “en la ciudad”. Con la caída del Imperio romano de Oriente, con el fin del asedio por los otomanos el 29 de mayo de 1553, después de diez siglos de constantes asedios, cae ante los otomanos y su emperador Mehmed II, quien continuará tratando de avanzar al resto de Europa, política que seguirán sus sucesores. El Imperio otomano caerá con el fin de la Primera Guerra Mundial, cambió su nombre a Turquía, hecho que ocurrió hace 100 años atrás, el 1 de noviembre de 1922.
Con el fin de la Edad Media se da una transformación del mapa político de Europa, que traerá consigo la formación de las monarquías absolutistas, la búsqueda de otras rutas hacia el oriente que llevará a portugueses, primeramente, a la exploración de los mares y posteriormente a los españoles, quienes llegarán a América el 12 de octubre de 1492, trayendo consigo una transformación en el comercio y la reconexión paulatina del mundo, con el sinnúmero de exploraciones, entre las que destacan el viaje de circunnavegación iniciado por Fernando Magallanes en 1519, y terminado por Juan Sebastián Elcano en 1522, iniciando una nueva etapa histórica denominada la Edad Moderna.