Hablando de Sinán ante Sinán

Actualizado
  • 19/09/2021 00:00
Creado
  • 19/09/2021 00:00
Nota del Editor: 'La Estrella de Panamá', en su edición del 13 de marzo de 1955, da cuenta de interesante jornada intelectual y literaria que se dio en la Biblioteca Nacional, en la que participó el laureado escritor Rogelio Sinán (1902 – 1994). Ese día se explicó como se formó el seudónimo de quién se llamó Bernardo Domínguez Alba
Hablando de Sinán ante Sinán

Sencillamente grande fue la inolvidable velada efectuada en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Nacional. Sus autores son los muchachos agrupados en el “Círculo Demetrio Herrera Sevillano”, el poeta plebeyo.

Además de Rogelio Sinán estaba allí la flor de la intelectualidad panameña. Los que no en persona, se hicieron presentes por mensajes telegráficos.

Estaban Baltazar Isaza, Diógenes de la Rosa, Gil Blas Tejeira, José María Núñez, Renato Ozores, Fachito Pereira (hospitalario anfitrión y animador), Alfredo Cantón, José María Sánchez Borbón, Mario Augusto Rodríguez, José Guillermo Ros Zanet, Manuel Heredia y señora (cultos diplomáticos españoles), Berta Cabezas de Sinán, Rubén Irigoyen, Alfonso Rojas Sucre, Efraín Candanedo, Teresa López de Vallarino, Esther María Oses de Aranda, Matilde Real de González, Joaquín Beleño, Roberto Enrique Núñez S. (acaba de regresar de Chile), Arturo López W., Pedro Méndez, Juan B. Jeanine, Ciro S. Oduber, Alberto Quirós Guardia, Víctor Franceschi, los Moncada Luna, Antonio Jiménez, Guillermo Luciano Sánchez, Álvaro Menéndez Franco, Tenorio Ruíz, Domingo Guiguí, los del Círculo, los del Teatro de Arte y algunos periodistas.

Hacían marco al ambiente los cuadros prometedores de los estudiantes de la Escuela Nacional de Pintura. Fue un acto de alta cultura, un regalo al espíritu de las gentes que aún gozan con un poema delicado, un bello cuento o una buena novela. Fue la exaltación de las letras panameñas a través del autor de los mangos maduros.

Presidió la sesión Álvaro Menéndez, presidente del “Círculo Demetrio Herrera Sevillano”. Inicio el acto Tenorio Ruiz (cuyas palabras publicamos a continuación). Menéndez Franco abrió el debate y Ros Zanet (primer premio de poesía Ricardo Miró, 1955) hizo un análisis brillante de Sinán a través de su obra de ficción. Franceschi, presidente del Teatro del Arte, expresó su mensaje de admiración al poeta y leyó “Samaritana”, lindo poemita de Semana Santa en la niebla. Antonio Jiménez leyó el Romance de Sinán inspirado en la muerte de Lorca y también “Guitarra Decapitada”.

Diógenes de la Rosa, en magistral conferencia, hizo una nueva demostración de su extraordinario talento. Con un profundo conocimiento de la obra de Sinán, con singular facilidad de expresión y adornando su distinguida oratoria con bellas metáforas, hizo un análisis crítico de Plenilunio, la gran novela del ambiente panameño de la Segunda Guerra, exaltó la gloria del libro, planteó importantes cuestiones que su clara inteligencia pudo captar a través del exhaustivo análisis que hizo del mismo y trajo a la mente de muchos de los presentes cosas interesantes sobre la novela.

Fachito Pereira anunció que se fundaría el Ateneo en la Biblioteca Nacional.

Se aprobó concurrir nuevamente al mismo sitio próximamente, a continuar tan espléndida velada y Sinán, con la brillantez puesta de manifiesto en sus obras, dio las gracias, absolvió importantes asuntos que le plantearon los que intervinieron en el debate, habló de “sus Estatuas Maduras, creadas cuando estaba en París en la más negra miseria, contó parte de su vida, habló de su singular vocación por la enseñanza, informó sobre el aspecto folclórico de la “Cucarachita”, se refirió con sensible emoción a lo que dijo Diógenes de la Rosa de su obra y prometió para la próxima una más tendida presentación de su pensamiento en la novela, el poema, el cuento y el teatro.

Cerraron la sesión cuando eran ya las doce de la noche y avisaron a todos que otro día comparecerán, Demetrio Korsi y otros poetas y escritores panameños.

Palabras de Tenorio Ruiz en la velada en que se hizo el estudio de la obra de Sinán

Hace aproximadamente dos años, se fundó el Circulo “Demetrio Herrera Sevillano”.

Nuestra asociación está formada por un grupo de jóvenes que deseamos mantener vigente el nombre del gran Poeta del Pueblo.

El día 9 de octubre del año pasado (1954), nos reunimos en esta misma sala, para conmemorar el cuarto aniversario de su muerte. En aquella ocasión, nuestro compañero Álvaro Menéndez Franco, hizo una exposición de los propósitos y los objetivos de nuestro grupo. Ellos son amplios, pero precisos. Entre ellos se encuentra el de hacer reconocimiento a los artistas que honran el nombre de nuestra Patria.

Por tal razón, al saber que había retornado al país, el laureado escritor don Rogelio Sinán, nos dirigimos a su residencia para presentarle nuestro saludo y cambiar impresiones sobre su reciente viaje a México. Ya habíamos sabido, con anterioridad, que cuando Sinán partía de regreso hacia la patria, un grupo de artistas mexicanos y no mexicanos, que se encuentran desterrados en aquel país, le brindó a nuestro poeta, un banquete en testimonio de su admiración. En aquella reunión, en que se honró el nombre de Panamá, el gran poeta venezolano Ildegar Pérez Segnini, director de la Revista Humanismo, dijo – al hacer el ofrecimiento del acto -, que él consideraba a Rogelio Sinán, el mejor cuentista de América, y que iba a probarlo a través de su intervención oral.

Y entonces, ante la presencia en Panamá, del mejor cuentista de América, el “Grupo Demetrio Herrera Sevillano” ha convocado para este Debate Crítico de la obra total de Sinán, a los escritores consagrados por la intelectualidad panameña, a los hombres y mujeres estudiosos de nuestro devenir histórico-literario, a los que se orientan hacia la erudición, y a los jóvenes que calladamente han visto transcurrir, hasta ahora, nuestro proceso cultural.

Don Rodrigo Miró, en sus Cien Años de Poesía en Panamá, nos dice que “en rigor, carecemos de crítica. Ello se pone de manifiesto en la estimativa de nuestras figuras literarias. Su valoración ha sido, en gran parte, resultado de la ignorancia y de un falso concepto de cortesía. Sin un adecuado conocimiento del pasado cultural – y todos ignoramos la historia panameña – es imposible juzgar con propiedad a nuestros hombres de letras. La cortesía, agrega Miró, ha venido a enmarañar más las cosas. Hemos inventado méritos donde sólo había candor y buena voluntad: se ha calificado de excelente lo apenas mediocre, sin advertir que ese tipo de engaño no prospera”.

Nada tan oportuno, entonces, para el “Grupo Demetrio Herrera Sevillano”, que darle una función constructiva al Homenaje a Rogelio Sinán. Es decir, no limitarnos a rendir tributo a la personalidad del escritor, sino traer a discusión, su obra toda, “ofreciendo los elementos que permitan fundamentar en el saber positivo jerarquía” de nuestro artista, para aceptar honestamente lo que los hechos demuestran.

Para hacer esta introducción hemos aprovechado la conferencia sobre Sinán, presentada por doña Teresa López de Vallarino, en la Universidad de Chile. Ella nos ha dicho que esta disertación fue preparada para objetar aquel concepto de que los elementos poéticos en el paisaje de Sinán no son panameños. Y habló de esta manera:

“Rogelio Sinán es el nombre que en las letras adoptara Bernardo Domínguez Alba, para sustentar su original teoría de que el hombre es hijo del padre y de la tierra”.

“Su padre se llama Rogelio.

Sinán es la conjunción de Sinaí y Renán.

En Panamá, en la isla en donde viera la luz primera el poeta, existe un monte en cuya cima han colocado los moradores una cruz. Esta altura conocida con el nombre de “Sinaí”, le recuerda al poeta el monte bíblico.

En su primera juventud fue admirador y lector asiduo de Renán, de cuyo nombre adoptó la última sílaba para acentuar hermosamente el seudónimo con que hoy se destaca este artista que honra a mi patria y a las letras americanas.

En 1904, nace en la Isla de Taboga un niño que más tarde bautiza su palabra en la religión del mar, y crece en poeta, cuentista y novelista”.

Y nosotros agregamos para terminar, que esta noche aquel niño se encuentra ante sus coterráneos, para escuchar los comentarios favorables y las objeciones que tenemos para su obra, en un afán de lograr un mejor conocimiento de la misma.

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