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- 04/07/2021 00:00
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Hace cien años (en el 2021, 117), sesenta (60) misioneros europeos con miras a erradicar el analfabetismo que era lepra social que mantenía a los pueblos sumidos en la ignorancia, desembarcaron en Panamá. Eran hermanos de las Escuelas Cristianas.
Corría el año 1904, cuando la República de Panamá se desperezaba de su reciente acto independentista del año anterior - 3 de noviembre de 1903 - después de estar durante 82 años unidos a la Gran Colombia.
Llegaron a esparcir sabiduría, labor que la ministra de Educación, Doris Rosas de Mata consideró “es ardua, sacrificada y sus resultados se ven a largo plazo, pero son un gran aporte a la lucha contra la ignorancia, la incultura, la pobreza moral e intelectual”.
Los Hermanos de las Escuelas Cristianas que hace cien años (ahora 117) llegaron a forjar ciudadanos son de la orden de San Juan Bautista de La Salle, francés cuya infancia vivió en Reims, sitio donde se produce una de las mejores champañas y lugar donde acudían los reyes de Francia “para ser consagrados en honor de Clodoveo I”.
San Juan Bautista de La Salle, el mentor de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fue ratificado por el sumo pontifice León XII el 24 de mayo de 1900 y proclamado el 15 de mayo de 1950 por el Papa Pío XII “celeste patrono e intercesor ante Dios de todos los maestros”.
Los Hermanos de las Escuelas Cristianas son insurgentes pacíficos, cuyo principal enemigo es la ignorancia y su llegada a nuestras costas tuvo el efecto de candiles que sacaron a iletrados del oscurantismo.
Los cien años de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en Panamá, fueron reconocidos por el gobierno de la presidenta Mireya Moscoso, en 2004, a través del Ministerio de Educación, otorgándoles la Orden José Daniel Crespo en ceremonia abrigada de afecto que se celebró en el Salón Paz del Palacio de las Garzas, sede de la Presidencia de la República, en el Casco Antiguo.
Los Hermanos de las Escuelas Cristianas explicó la ministra de Educación, Doris Rosas de Mata, extendieron “su acción benéfica a lo largo del país, primero como iniciadores de la educación pública y luego regentando colegios privados de gran renombre nacional”.
Las primeras semillas didácticas que sembraron, a partir de 1904, fueron en la Escuela Normal de Varones y poco después en la Escuela Superior de Varones.
Eran épocas cuando el país en su desesperación por salir del atraso, luchaba por erradicar la insalubridad; dignificarse como nación y conquistar su reconocimiento internacional porque aquí flameaban dos banderas en un solo territorio.
En Panamá proliferaba la mezcolanza de razas, idiomas, calipso y ron, de braceros que llegaron para perforar el camino por donde pasaría la vía acuática que unió a los dos mares más importantes del mundo.
A pesar de las distancias e inadecuada comunicación terrestre y marítima, los Hermanos Cristianos de La Salle, dirigían de 1914 a 1921, colegios en aldeas -—que luego se convirtieron en ciudades— como David, Colón, la Villa de Los Santos, Penonomé, Santiago, Aguadulce y Pocrí esparciendo sabiduría que la ministra de Educación, Doris Rosas de Mata, explicó “abre caminos para la vida democrática y para la reivindicación social de los pueblos”.
“De sus aulas egresan cada año gran cantidad de estudiantes panameños que se distinguen por su preparación integral, virtudes ciudadanas y comportamiento éticos ejemplar”.
Sencillo, humilde en el trato con sus semejantes como todo religioso excelente, el Hermano Provincial del Colegio La Salle, Honorio Belza, recibió la Orden José Daniel Crespo. Esta condecoración, manifestó, “se la dedicamos al puñado de hermanos misioneros que hace cien años, en 1904, asumieron la dirección de la Normal, de la Escuela Superior, de la Escuela para niños cunas. También la del barrio de San Felipe y la de Taboga...”.
“El aprendizaje gradual es necesario para que los estudiantes que van a la universidad estén capacitados y sean honestos para llevar a Panamá al progreso y a la autonomía exterior”.
“Nuestra pedagogía siempre ha propugnado por el aprendizaje sistemático mediante el uso inteligente de los texto, la investigación, los ejercicios de aplicación, los repasos y concurso del saber para recuperar los conocimientos que los alumnos fácilmente olvidan”.
Después de citar pensamientos que en alguna ocasión blandió el educador José Daniel Crespo, el Hermano Honorio Belza cerró su intervención exclamando: “los hermanos y colaboradores pretendemos formar ciudadanos competentes, servidores del bien común y enriquecidos en las virtudes y valores cristianos”.