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- 19/05/2023 00:00
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Más de una vez los panameños han escuchado la promesa de hacer de la educación un tema de Estado, o sea, que sin importar el color o siglas del partido que subiese cada cinco años, la formación integral del habitante de este país seguiría un plan de largo plazo.
La Educación 4.0 se trata de una propuesta educativa que intenta adaptarse a la nueva realidad, caracterizada por la conectividad y la tecnología. Se enfoca en las competencias que ameritan los estudiantes para desenvolverse diariamente y en su futuro laboral, de acuerdo con lo que resalta la Tiffin University (global.tiffin.edu), casi nada.
Claro, si miramos el panorama actual, con conatos de huelga, escuelas cayéndose o rancho aún, educadores reclamando pagos atrasados y falta de internet de banda ancha en todo el país, la cosa pinta casi como una utopía o sueños de opio para algunos sectores.
O sea, el cambio de paradigma es radical porque tenemos que incorporar las más actuales innovaciones tecnológicas y proponernos desarrollar las competencias y habilidades que la generación Z y posteriores demandan, aunque aún hay que atender a los milennials, que aunque ya construyeron su camino, aún tienen interés en formarse.
El Clarín de Argentina indicaba el 27 de enero pasado que esta generación en Estados Unidos, en un 85%, no solicitaría un puesto de trabajo si la empresa no publica el rango de salario en una oferta de empleo, citando el Adobe's Future Workforce Study, un informe anual de la empresa estadounidense.
En la misma Argentina, el 44% de jóvenes consultados por Grant Thornton en septiembre de 2022 le da prioridad a “la posibilidad de hacer home office y tener horarios de trabajo flexibles”. (Por si le interesan más detalles: https://www.clarin.com/familias/generaciones-millennials-centennials-generacion-x-baby-boomers-silent- )
¿Creen acaso que eso no está en la mente de nuestros jóvenes panameños hiperconectados?
El pasado 17 de mayo se celebró el Día Internacional del Internet, según nos recordó el colega Rubén Antonio Rodríguez desde la Fundación Nacional para el Desarrollo de las Steam (FUNDESTEAM) de la Universidad Católica Santa María la Antigua.
Ese día, cuando escribía esta crónica, me llegó la noticia de parte del presidente panameño, Laurentino Cortizo, de que Elon Musk ya había incluido toda Panamá en la señal de la red de satélites Starlink, que promete ser el servicio de internet más veloz y seguro del mundo, aunque no dio detalles.
No obstante, desde Polonia, el colega Marcin Frackiewicz, de ts2.space, publicaba el pasado 14 de abril detalles del despliegue de los satélites y que hay acceso “desde las más remotas áreas” del país centroamericano.
Hagamos votos todos los educadores para que se financie a todas las escuelas públicas el acceso a esta facilidad de manera urgente.
Según la fuente –que hace un recuento detallado– el costo inicial de conexión es $99 por el kit de instalación y otros $99 mensuales por el servicio. Resalta que “otros proveedores” cobran entre $50 y $100 por el kit y entre $50 y $150 de tarifa mensual en Panamá.
Así que no hay excusa para no dar el salto cuántico a una educación de calidad a todo nivel, y de la obligatoriedad para los educadores de capacitarse en las nuevas competencias que demanda la nueva realidad.
Recordemos las imágenes dramáticas de niños trepados a árboles en plena pandemia para captar un poquito de señal de internet para hacer sus tareas, eso no debe volver a repetirse ni los casi 80.000 estudiantes que perdieron el año por no tener acceso ni dinero para conectarse a clases virtuales.
La hiperconectividad, la inteligencia artificial, los sistemas ciber-físicos y la big data son algunas de las tecnologías disruptivas que tienen que expandirse por todo el sistema educativo.
En pocas palabras, el nuevo paradigma es el aprendizaje humano-máquina.
Pero detengámonos un momento y reflexionemos, ¿dónde queda el arte, el humanismo, el deporte amateur? Que también son importantes para el desarrollo humano.
Al menos en varias universidades privadas del país se constata un esfuerzo orientado a incorporar toda esta dimensión de la nueva educación, tanto para formar nuevos profesionales especializados, como a nuevos educadores 4.0.
No cito nombres porque el propósito es hablar de modelos de enseñanza.
Una de ellas tiene la virtualidad como fundamento de su enseñanza, pero no ha abandonado la presencialidad, aunque también se preocupa por ofrecer experiencias lúdicas y culturales a tono con la época e impulsa el trabajo social como un fundamento para graduarse, lo mismo que el dominio del inglés.
Pero aún le falta actualizarse con las nuevas tecnologías como el metaverso y la realidad aumentada.
Otra ofrece la mejor calidad de herramientas de aprendizaje, tanto para el docente como para los estudiantes, fundamentada en un sistema híbrido porque cada clase queda grabada para el que no asistió o en caso extremo se puede conectar virtualmente si cuenta con una buena excusa.
Hay otra que se está instalando desde hace poco tiempo que va a enseñar sobre la virtualidad y su uso para el aprendizaje como una especialidad de avanzada.
Esto pasa actualmente en Panamá y, aunque más lentamente, las universidades públicas también están dando pasos hacia la transformación digital de la educación, pero persisten las clases magistrales, como herramienta fundamental, característica que tiene que evolucionar a la interacción y participación tutor-discente a un mismo nivel, aplicando los principios de la andragogía moderna.
Así nos encontramos al estudiante Andrés, de provincias centrales, quien se ha propuesto llevar adelante el negocio agrícola de la familia digitalizando su operación comercial y gerencial, por ello se ha matriculado en una universidad que le ofrece ese acceso al conocimiento actual.
Nos comparte que desde la lejana Azuero ya estudió el mercado potencial, implementó los primeros pasos creando su lista de contactos y divulgando su producto mediante una aplicación.
La temida sequía no es un elemento menor para este emprendedor, como tampoco la necesidad de “crear mi propia página web” para preservar toda la información y conocimiento que va acumulando en el desarrollo del proyecto.
También la estudiante Elena, emigrante venezolana, estudia para impulsar su emprendimiento. Ella “diseña ropa de mujer”, de 14 a 45 años, “segmenta su mercado” y se proyecta por medio de las redes sociales, no está sentada esperando que le caigan del cielo las soluciones.
Estos jóvenes son la generación Z, están entrando al mundo empresarial panameño y pronto reclamarán su espacio con su nueva visión de las cosas.
¿Estará preparado Panamá?
Periodista independiente y profesor universitario